Sonia nunca fue una estudiante ejemplar. En lo único que
había destacado era en perder el tiempo y en no perderse ninguna fiesta de la
que oyera hablar. Pero había conseguido ser la estudiante más popular de todo
el colegio. Los chicos la deseaban y las chicas la envidiaban.
Pero en los estudios la cosa no iba igual de bien. Las notas
habían bajado muchísimo y tenía la amenaza de perder la beca. Sonia estaba
desesperada, en una semana se jugaba su futuro en un examen de informática y no
veía ninguna posibilidad de aprobar.
Su futuro era negro. Hasta que un día se le acercó Andrés.
Andrés era el típico asocial, un empollón de escasa estatura y mucho peso al
que nadie en la hablaba y al que Sonia detestaba. Andrés le hizo una propuesta increíble
a Sonia:” Soy un bodyhopeer y pasaré con nota tu examen si me dejas poseer tu
cuerpo, además deberás prestármelo para las vacaciones de verano, la fiesta de
graduación y 4 fines de semana antes de fin de año”
Marta en un principio se negó, no creía en la existencia de
los bodyhoppers y aunque fuera verdad que existían resultaba vergonzoso dejar
que un tipejo como Andrés controlara su cuerpo y su vida e hiciera con ellas lo
que quisiera.
Pero el examen estaba a punto de llegar y a Sonia no le
quedó más remedio que aceptar la oferta.
El día del examen, Andrés llegó pronto a clase en el cuerpo
de Sonia, disfrutando la atención que le proporcionaba y sin mucho recato se
tumbó sobre una de las mesas mientras pensaba en lo mucho que iba a disfrutar
con su nuevo cuerpo y que cada vez que Sonia tuviera un examen le iba a hacer
el mismo chantaje.
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