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Entre las imágenes borrosas de mi infancia está “La Casa del Dolor” Mientras escribo estas líneas me esfuerzo en recordarla, pero el horror oscurece mi memoria.
Aunque la llamábamos “casa” se trataba de un hospicio para niños abandonados. Bueno, en realidad tampoco era un hospicio, se trataba de un negocio salvaje y deshumanizado donde algunos millonarios pagaban indecentes cantidades de dinero para conseguir todo aquello que sus bajos instintos deseaban.