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domingo, 2 de febrero de 2025

GATOS (Historia en 4 capas - AUDIODESCRITA)

( Para escuchar la audiosdescripción pulsa aquí )   

 

Con esta historia cumplo el reto que me hizo mi satánica compañera Alba de escribir una historia sobre sus "amados" gatos

1

Todos sabemos que los gatos presienten la muerte y que se quedan en silencio, sin moverse, mirando como agoniza su dueño. Pero lo que muy pocos saben es que lo hacen para llevar nuestra alma al infierno. Son los enviados de las tinieblas, los que abren la puerta negra y los que se alimentan de nuestro sufrimiento.

El día que yo nací también había un gato negro mirando fijamente como sufría mi madre mientras me paría. Nadie sabía cómo había conseguido entrar y cómo se había colado hasta el paritorio. Las enfermeras intentaron echarlo, pero no hubo forma. Erizaba su pelo y mostraba dientes y garras cuando alguien se le acercaba. Las enfermeras tenían que atender a mi mamá. Así que lo dejaron allí porque lo único que hacía era contemplar con sus ojos de sangre a mi madre. O tal vez fuera a mí a la que miraba. Yo nací casi asfixiada y tuvieron que hacerme un masaje cardiaco. Mi madre me contó que vio cómo el gato se desanimaba, bajaba la cabeza, y se marchaba lentamente con la cola entre las patas cuando yo conseguí respirar.

Han pasado los años. Fui una niña que iba a la escuela, después una joven que atendía a la Universidad y ahora soy la esposa de la mujer más bella de mi ciudad, mi querida Alba.

2

Y la vida siguió tranquilamente hasta que la semana pasada volví a ver al gato que me esperaba cuando nací. Lo reconocí por las fotos que hizo mi padre ese día. La misma mirada asesina y el mismo sentimiento de miedo que siempre me causó. No tenía pruebas de que fuera el mismo felino, pero yo lo sentía, se me aceleraba el pulso y notaba que había vuelto para llevarme. Me volvía a costar trabajo respirar y llenar de aire mis pulmones.

No sé cuántos años sobrevive un gato en la calle o cómo envejece. Pero este animal seguía siendo el mismo de las fotos. Me seguía a tres pasos de distancia allá donde fuera y sin importarle donde me parara, él se paraba detrás mía, y si entraba a algún sitio se quedaba sentado a la puerta hasta que yo regresaba.

Recuerdo que no dormí bien ni siquiera tres noches seguidas después de que volviera el gato demoníaco. Tenía pesadillas y me despertaba sudorosa y cansada.  Algo no iba bien, las tinieblas del infierno me habían encontrado usando los ojos del gato.

Al día siguiente cuando salí a pasear supe que tenía razón porque algo había cambiado. Para mi sorpresa no había un gato… ahora había dos. Estaba el gato terrible que me seguía a todas partas y una gata que parecía ser vieja y que cojeaba de una forma evidente. Me llamó la atención y me quedé observándola. Sabía que era imposible, pero esa gata me recordaba a mi abuela que había fallecido años atrás. Con su boca abierta, arrastrando una pata y su extraña risa. No podía ser real, pero sabía que esa gata estaba poseída por el alma de mi abuela.

3

Mi abuela no era una buena persona. Siendo una niña la atropelló un coche que le causó una cojera evidente. Eso la volvió huraña y desconfiada hasta tal punto que la gente la acusaba de ser bruja.

Esta vez tampoco pude espantar a los gatos. No dejaban de seguirme allá donde fuera. Incluso entré a un centro comercial saliendo por la puerta de atrás con la esperanza de despistarlos. Pero allí estaban ellos, esperando como si supieran lo que iba a hacer.

Al día siguiente había un gato más, y al otro se unió uno más. Ya eran cuatro.

Creí reconocer en los gatos el aspecto de mi abuelo Antonio y de mi tía Fernanda.

Es extraño como algunos animales se parecen tanto a las personas. Quizás sea porque llevan dentro de ellos el alma de los difuntos.

Cada noche que pasaba yo dormía peor. por el estrés que me causaban los felinos que me seguían a todas partes. Hasta que ayer me acosté.

Como era costumbre dormí mal. Pero el gran susto me lo llevé cuando desperté y vi a los gatos rodeando mi cama. Su maullar parecía un ronroneo de auténtico placer. Estaban sentados en el suelo mirándome tan fijamente que parecían no estar pendientes de mí, sino a alguien que estaba detrás mía. Giré la cabeza y pude ver una sombra que simulaba la forma de mi abuela la bruja. “No te muevas” susurró a mi oído.
4
 

 Aunque hubiera querido no hubiera podido moverme. Estaba paralizada por un auténtico terror.

El gato demoníaco que me seguía desde que nací se puso en pie. Saltó sobre mi cama y me miró a los ojos. Ronroneó feliz y de su boca salió un vapor oscuro que yo respiré. Se coló por mi nariz y mi boca y lo sentí bajar hasta mis pulmones y mis piernas hasta llenar por completo a Carmen Sanz. No había sitio para el humo y para mí, no podía seguir en mi cuerpo y una fuerza irresistible me arrastró hacia el gato. Y mi espíritu entró en él.

En pocos segundos sentí como se movían mis nuevas patas sin que yo pudiera pararlas. Mi mano, mi antigua mano de humana, me acarició la cabeza y mi voz dijo. “Alba no debe estar sola, debe reunirse con su esposa. Todas debemos ser parte de la colonia”

Así que, dando un gran salto desde la cama, estiré mi cola y a cuatro patas me fui con el resto de los gatos a la habitación de Alba. Allí nos sentamos alrededor de su cama y hasta allá llegó mi cuerpo mirando fijamente a mi mujer y diciendo: “Esta noche habrá dos almas más en el infierno”


 
 

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