Este relato es copia de la historia que me contó mi amiga Juani. Y ella me prometió que era verídica.
Yo he hecho estas caps siguiendo la exactitud del relato y tan sólo me he permitido la licencia de cambiar el final para hacerlo mas adecuado a la temática del blog.
1
De niña estuve muy enferma.
Escalofríos mortales recorrían mi cuerpo.
Sufría grandes dolores y mareos. Los médicos decían que moriría pronto, que no iba a tenía fuerzas para resistir al cáncer que me estaba asesinando.
Apenas tenía 8 años cuando me ingresaron en el hospital.
Recuerdo como lloraban mis padres y cómo me encerraron en una habitación infantil rodeada de peluches sonrientes.
Los escalofríos me causaban alucinaciones en las que veía a los peluches moviéndose y haciendo muecas para alegrarme, al menos eso creían los siquiatras, pero se equivocaban.
Tampoco tenía ganas de sonreír. Pasaba casi todo el tiempo durmiendo y apenas podía hablar con mi familia cuando iban a visitarme.
No sé cuánto tiempo agonicé de esa forma, tal vez semanas, tal vez meses. Yo solamente dormía y esperaba a la muerte soportando dolores tremendos que ya no menguaban los sedantes.
Hasta que una mujer vieja vestida como si fuera una enfermera se sentó junto a mi cama. No la vi llegar, pero la escuché, abrí los ojos y allí estaba.
Y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Los peluches ya no se movían, ni hacían sonidos cariñosos.
Me contó que hacía muchos años que me estaba esperando. Que dejaría de sufrir si me iba con ella. Me pidió que agarrara su mano y me levantara porque me iba a llevar a ir a un sitio mejor donde sería feliz.
Era una oferta maravillosa. Esa mujer iba a hacer que dejara de sentir dolores y podría salir de la cama a jugar.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y le pregunté quién era. Hizo una mueca que parecía una sonrisa y me respondió que sólo era la persona que quitaba el sufrimiento a la gente buena.
Sabía que si le daba la mano moriría. Dudé un instante y no la cogí.
2
Volví a dormirme.
Cuando desperté un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Allí seguía la vieja enfermera a mi lado. Pero un poco mas lejos. Me volvió a tender la mano derecha y me dijo: ¿Te acuerdas de tu abuelo Antonio y de tu abuelita Concepción? Están esperándote detrás de esa puerta. Coge mi mano y te llevaré con ellos”
Y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Sabía que si cogía su mano moriría en ese momento. Así que ni siquiera intenté tocarla. Miré a mis peluches silenciosos y volví a dormirme.
De nuevo desperté y pensé que tal vez estaba muerta. Asustada volví a abrir los ojos y miré hacia mi derecha.
Allí seguía la vieja, pero mucho más lejos. La veía pequeñita por la distancia hasta que se levantó y con pasos rápidos se acercó hasta la cabecera de mi cama. Me acercó la mano otra vez y me susurró: “Debes coger mi mano. Vas a morir pronto y tendrás una muerte terrible con mucho dolor. Tus padres llorarán al ver lo mucho que sufres. Si coges mi mano morirás rápidamente y tu familia no lo pasará tan mal”
Lo pensé por un instante y alargué la mano. Iba a tocar la suya cuando vi a mis peluches parados y silenciosos. Verlos tan tristes me hizo dudar y la retiré. La vieja enfermera bajó los brazos, masculló algo incomprensible y frustrada volvió a su silla.
Aunque estaba asustada me dormí rápidamente.
Esa noche tuve pesadillas dónde veía a la enfermera jugando con mis peluches y hablando con ellos. Era una imagen perturbadora pero lo que lo que me hacía temblar era que los peluches también jugaban con ella y le hablaban como ya no hacían conmigo.
3
Lo último que recuerdo de mi último día de vida era haber despertado. Hacía frío y sentía frío. un viento helado hacía que se movieran las cortinas, pero todas las ventanas estaban cerradas.
Sabía lo que iba a ver y aún así me asustó al verlo. Al fondo de la habitación estaba la vieja enfermera de pie junto a un túnel de luz blanca que parecía absorberlo todo.
Resonando sus zapatillas blancas se acercó a mi lado y una vez más me tendió su mano: “Es la última vez que te lo ofrezco. O vienes ahora para estar al lado de Dios y de todos Yus seres queridos o tendrás que soportar años de enfermedad”
Busqué consuelo en mis peluches. Pero ya no estaban al pie de mi cama. Creí verlos caminando para entrar en el túnel. Sentía miedo, pero no quería sentir dolor.
Así que levanté mi mano y agarré firmemente la mano de la enfermera. Ella sonrío y dijo: “Por Fin. He estado demasiados años en el infierno. Ahora podré descansar”
Casi instantáneamente noté que estaba levantada. Desorientada, pero en pie. Bajé los ojos y vi a mi cuerpo saliendo de la cama sonriendo y aparentemente sano y fuerte.
Sorprendida toqué mi vestido de enfermera con zapatos blancos y mi pelo largo canoso.
Estaba en el cuerpo de la enfermera. Yo era la vieja enfermera. Mis piernas con varices de vieja comenzaron a andar solas. No las controlaba y me llevaron hacia el túnel. Nunca había sentido tanto frío, todo estaba helado, pero no podía detenerme. Escuchaba a mi abuelo Antonio y a mi abuelita Concepción gritándome que no debía entrar porque nunca saldría de allí.
Pero no podía salir…nunca podría escapar de allí.
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