Me costó mucho trabajo llegar a la casa de mi amiga la vieja bruja.
No podía faltar a la cita, padecía un cáncer terminal y quizás mañana estuviera muerta.
Las carreteras estaban cortadas por la fuerte nevada y los últimos kilómetros los tuve que hacer andando. Ella me había llamado y me abrió la puerta.
Me senté a la mesa, me preparó un caldo caliente y mirando por la ventana me dijo:
“La nieve limpia y sana la tierra, mata las hierbas enfermas y hace crecer hierba fresca y nueva. Así se renueva la vida”