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Anneke era muy guapa y lo sabía. Le gustaba presumir y seducir a los hombres que irremediablemente se veían atrapados por su belleza. Pero nunca había hecho daño a nadie. Sin embargo, todo cambió hace unos pocos días.
Yo, siempre había sido un muchacho gordo y torpe al que
todos rechazaban, todos menos Ruud al que siempre deberé el favor que me
hizo.
Ruud tenía el poder de la posesión de espíritu. Era capaz de
cambiar de cuerpo con otra persona y quedarse en su nuevo cuerpo a vivir la vida
de la persona poseída. Era un poder maravilloso pero autodestructivo. El
espíritu de Ruud sufría terriblemente en cada posesión, sentía que el alma se
le hacía vieja y si por error elegía un cuerpo inadecuado, Ruud corría el
riesgo de morir entre grandes dolores.
Desde que Ruud poseyó el cuerpo de Aldert, los dos habíamos
vivido juntos y felices. Yo era el amigo de Aldert y fui el amante de Ruud
cuando este habitó en su cuerpo. Yo no era homosexual, pero el encanto de Ruud
era irresistible y empecé a portarme como si también lo fuera por el inmenso
placer de poder acariciarlo.
A Ruud no parecía importarle mi aspecto físico y disfrutaba
de nuestros encuentros amorosos. Con el tiempo descubrí que Ruud tampoco era homosexual,
pero me amaba tanto que cambió de cuerpo con Aldert por estar a mi lado. También
supe que el cuerpo de Aldert era corrosivo para él, cada día sufría más para
mantener el control, los dolores eran enormes y su alma se debilitaba cada vez
más rápidamente. Pero Ruud estaba dispuesto a morir en ese cuerpo para poder
acompañarme.
Por aquella época fue cuando Anneke empezó a mostrarse como
la puta que ya estaba empezando a ser. Yo no lo sabía, simplemente disfrutaba
de la atención de la chica más guapa de la ciudad que por algún capricho del
destino parecía atraída por alguien tan repelente como yo. Desde el comienzo intentó
destruir mi relación con Ruud. Esta chica que siempre me había ignorado comenzó
a llamarme por teléfono todos los días proponiéndome citas y que acudiéramos
juntos a fiestas. Al principio yo no aceptaba por temor a que me hiciera daño,
pero poco a poco dejé de desconfiar de un amor tan extraño y caí víctima de sus
encantos.
Aprovechó la confianza que tenía en ella para invitarme a
una cena privada en su casa. Cenar con Anneke era el sueño dorado de todos los
chicos del barrio y, curiosamente, me la ofrecía a mí, a alguien al que no
saludaban ni las mujeres más viejas y feas de mí barrio. Y a pesar de lo raro
de la situación yo fui tan tonto que acepté la oferta.
Cuando llegó el día de la cita JRuud estaba más triste y
pensativo que nunca, sólo me habló para decirme que “aceptaba cualquier cosa
que me hiciera ilusión, y que si yo era feliz también lo sería él” Y se ofreció
a llevarme en su propio coche a la morada de Anneke. Salimos temprano, paró el
coche junto a la puerta y me abrió la puerta de su vehículo. Me despedí de él y
entré a la casa de Anneke, cuando me alejaba creí verlo llorar.
Anneke se portó como la dama que aparentaba ser. La noche
era perfecta, comimos poco, pero bebimos mucho champagne. Tras terminar la cena
me pidió que me desnudara. No podía creerme tanta suerte, era demasiado bueno
lo que me estaba pasando. Sin esperar a que me lo repitiera comencé a quitarme
la ropa. Estaba casi desnudo, tan sólo me quedaba una camiseta ridícula cuando
Anneke se acercó a mí lado y dio un grito. De repente aparecieron 4 o 5 compañeros
del Instituto con cámaras de video y haciéndome fotos mientras se reían. El
ruido era estruendoso, pero la que me hizo llorar fueron las carcajadas de
Anneke. A medio vestir salí corriendo de su casa y ya en la calle me encontré
con Ruud, que había decidido quedarse toda la noche para devolverme a casa
cuando terminara la cita. Entre sollozos le conté lo que me había pasado y
cuanto odiaba a Anneke. Entonces me puso las manos en mi cabeza, por un momento
noté como el mundo giraba a mi alrededor y cuando paró de moverse descubrí que
había cambiado de cuerpo con Ruud. Este me miró seriamente con mis antiguos
ojitos y me dijo, no es Anneke quien te ha hecho daño.
Mientras Ruud decía esto pasaron a nuestro lado los tipos
que me habían sorprendido mostrando unos a otros fotos y videos en los móviles
mientras continuaban riendo.
Sin pensarlo más, Ruud furioso cruzó la puerta del
apartamento de Anneke que aún continuaba abierta.
Ha vuelto el gordo murmuró sonriente Anneke. ¿Quieres que me
burle aún más de ti?
No te burlarás de nadie más, no te mereces el cuerpo de
Anneke. No sé quién eres, pero sé que tienes el poder del cambio de almas.
¿Tú me preguntas quién soy? Yo soy Aldert Me robaron mi
cuerpo para que Ruud pudiera estar contigo, pero me dejaron en un cuerpo que había
aprendido el poder del cambio de cuerpos y lo utilicé para cambiar con Anneke y
poder vengarme de ti y de Ruud
-Yo no soy el que parezco
- ¿Entonces quién eres? Preguntó Aldert mientras Ruud le
agarraba la cabeza con ambas manos
-Yo soy tú
El apartamento pareció dar vueltas sobre ambos cambiadores de
cuerpo. Y cuando paró los dos cayeron al suelo. En ese momento entré yo. Aldert
parecía muerto en mi cuerpo y Anneke de rodillas me alargó la mano pidiendo que
la cogiera. Así lo hice. Con ojos llorosos, Ruud me contó que un cambiador de
almas jamás puede poseer a otro cambiador porque sus cuerpos se rechazan como
los polos negativos de dos imanes. Me dijo que sentía cercana la muerte, pero
que antes de que llegara quería hacerme un último favor.
Yo también me puse de rodillas, soltó mi mano y agarró mi
cabeza. De nuevo sentí como la habitación se movía a mi alrededor. Cuando todo
se detuvo me encontraba en el suelo mirando al cuerpo de Aldert vomitando
sangre.
-Quería morir en el cuerpo en el que tanto te amé.
Me llevé la mano al pecho y toqué los senos de Anneke. Mis
manos eran finas y delicadas, mi pelo largo y rubio. Yo era Anneke
-Pero me muero feliz. Te dejo en un cuerpo con el que podrás
amar a todos los hombres que quieras y es de tanta belleza que podrás elegir
entre ellos.
No pude soportar más el dolor y acercando mi boca a la suya
le di el primer beso heterosexual de mi vida. Fue el más intenso, el más sentido
y el último a ese hombre. Porque antes de que despegara los labios Ruud murió.
Han pasado más de 4 años desde aquel beso. En el cuerpo de
Anneke empecé una nueva vida, conseguí doctorarme en derecho, fui elegida Reina
de la fiesta de graduación y me contrataron en el mejor despacho de abogados
del país. Mi vida hubiera sido perfecta si no fuera por el detalle de que nunca
quise amar a ningún hombre, ni mujer, por respeto a la memoria de Ruud. Hasta
que un día se me acercó un hombre, por el que nada más conocerlo sentí una gran
atracción física y psíquica. No entiendo el motivo, pero nada más verlo deseé
besarlo como había besado a Ruud. Luego supe el porqué.
-Tú tienes mi cuerpo, yo soy Anneke y el hombre que estaba
en el cuerpo de Ruud me robó el mío.
Le conté la triste historia de la muerte de Jenken y Aldert.
Anneke hizo un gesto de resignación con la cabeza y me dijo:
-No me importa. Me gusta ser hombre y hacer el amor a chicas
tan guapas como tú. ¿te gustaría follar conmigo? Me acarició los pechos y
continuó susurrando: “Te aviso que ese cuerpo lo conozco perfectamente y que
puedo hacer que sientas cosas que ni siquiera tú puedes soñar.
Sonreí y le pedí que me lo demostrara.
Sabía que había encontrado el cuerpo de nacimiento de Ruud y
viviendo en él estaba el que iba a ser el hombre de mi vida.
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