La admiro. Es capaz de abrirme la puerta y mantener la
calma.
Ya hace una semana que la chantajeé para cambiar de cuerpo
conmigo y parece que se está adaptando muy bien a su nuevo cuerpo, a su nuevo
sexo, a su nueva edad y a su nueva servidumbre.
Era una buena madre, capaz de hacer cualquier cosa por su
hija. Incluso regalar su cuerpo, su fortuna y su vida a la persona que raptó a
su hija. La amenacé con torturar y matar a Laura si no cambiaba de cuerpos
conmigo. Y demostró lo mucho que quiere a su hija aceptando casi de inmediato.
Ahora tiene mi cuerpo y mi antiguo trabajo, simplemente me abre la puerta y me
lleva las maletas.
Y yo soy la gran señora y la madre de Laura. Con su cuerpo
me llegaron sentimientos nuevos. Como los que noté esta mañana cuando llegué
con la policía al lugar donde un criminal había ocultado a mi hija. Jamás había
vivido algo tan maravilloso como el momento en el que mi nueva hija se me
abrazó llorosa y yo la consolé. Fue algo increíble, tengo una hija maravillosa,
jamás haría nada contra ella y daría la vida para poder cuidarla. Y voy a
protegerla denunciando al portero que fue quien la raptó. Así nunca podrá
intentar recuperar su cuerpo y separarme de mi hija.
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