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sábado, 27 de mayo de 2017

Inversiones de Riesgo (2ª PARTE)



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Hace algunos días realicé una caption que se titulaba “Inversiones de Riesgo”. Mi amigo J*** me propuso hacer una continuación con cuenta atrás de reloj (también), con cambiador de cuerpo (también) y con veneno (también). El reto era bastante difícil, casi tenía que repetir la caption que había hecho anteriormente.
No he podido repetir personajes, pero he usado otros muy parecidos, espero haber superado el reto.

En esta url se puede ver la caption original:

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Cuando jane me invitó a una copa ya suponía que no me hacía un favor. Mientras la llenaba veía como le temblaba su mano, como le sudaba la frente, estaba seguro, Jane quería matarme.  Esa botella no sólo tenía champagne, también estaba llena de veneno.
Desde que conocí a jean sabía que intentaría matarme, por eso contraté un detective para que la siguiera a todas partes. El detective la investigó durante semanas hasta que descubrió que Jane había comprado un potente veneno y me entregó una cápsula de muestra con el veneno y otra con el antídoto.
Jane pensaba que ella había maniobrado para que nos conociéramos, pero se equivocaba, fui yo quien forzó un encuentro aparentemente fortuito. Aunque, la verdad es que no quería conocerla a ella, quería conocer a Tom, el cambiador de cuerpos que hacía más de un año que la había poseído. Tom era un ser inmundo que robaba el cuerpo de las mujeres más bellas, las usaba para tener relaciones con millonarios, luego mataba a estos y se quedaba con su fortuna. Estar a su lado era un gran riesgo, pero merecía la pena.
Jane era la mujer más guapa que había conocido, también la más inteligente y desde que Tom la poseyó también era la más ambiciosa. Por eso se había casado conmigo. No me amaba, tampoco me deseaba, solamente quería mi dinero.  Yo era casi un anciano, no creía que me quedara mucho tiempo de vida, pero jane no iba a esperar a mi muerte natural para poner sus manos en mi dinero.
Lentamente cogí la copa y miré a Jane con ojos tristes: “jane, tú sabes que siempre te he amado, que te voy a dejar todas mis propiedades en mi herencia. Y sospecho que esta noche intentarás hacerme daño, quiero que me demuestres que me amas, quiero que me pruebes que me equivoco y que me des un último beso, aunque sea de despedida” Jane se acercó, me rodeó con sus brazos, abrió su boca y la unió a la mía. Durante unos segundos bebí su saliva, jugué con su lengua y ella me correspondió apasionadamente. El beso duró hasta que jane notó como se tragaba la cápsula que había debajo de mi lengua. En un gesto brusco separó su boca de la mía y se llevó las manos a la garganta. “¿Qué has hecho?, preguntó asustada” “Acabas de tragarte una cápsula del mismo veneno que me has puesto en la botella” Levanté la copa, la miré a trasluz. “casi no se nota, nadie diría que tiene 10 mg de uno de los venenos más potentes del mercado.  Bebí el contenido de la copa de un trago y la arrojé contra la pared. Nos quedan 30 minutos para morir, pero yo tengo el antídoto.
Tan sólo quedaban 30 minutos
Complacido observé como a jane le cambiaba el color de la cara de puro miedo. Me miraba con los ojos muy abiertos, intentó decir algo inteligente, pero sólo pudo decir: “Asesino, Asesino, Asesino…”
Yo empezaba a notar los primeros síntomas del veneno, sentía como los dedos de mis manos iban perdiendo sensibilidad.
Quedaban 20 minutos
Jane intentó atacarme, pero aún era más fuerte y rápido que ella, la esquivé. Aunque me derribes nunca encontrarías la cápsula del antídoto. No la llevo encima.
El tiempo pasaba rápido, sólo quedaban 15 minutos.
Jane se derrumbó en el sillón, se quedó pensativa. Y me dijo ¿Sabes? Amaba este cuerpo, me gustaba ser jane. Pero lo que no sabes es que puedo intercambiar nuestros cuerpos y hacer que mueras en el mío. Dime dónde tienes el antídoto, lo compartiremos, tú tomarás una cápsula, yo otra y los dos viviremos. Yo seguiré siendo Jane y me iré para siempre. Si no me lo dices cambiaré de cuerpo contigo, leeré tus memorias, así sabré donde está el antídoto, lo tomaré, viviré y tú morirás en el cuerpo de Jane.
Quedaba muy poco tiempo sólo 10 minutos.
Sólo hay una cápsula, uno de los dos debe morir. Podrías cambiar de cuerpo conmigo, pero tendrías que vivir en esta mi cuerpo viejo y torpe durante meses, tal vez durante años hasta que recargaras el poder y pudieras volver a cambiar. No creo que quieras eso.
-          No, no quiero eso, pero si no me queda más remedio lo haré. Y quiero asegurarme de que mueres en mi cuerpo. Es mi venganza.
Jane agarró la botella de champagne y le dio un trago largo, casi se bebió la mitad. Ahora ya estás muerto. En cuanto cambie de cuerpo seré más fuerte que tú, te impediré tomar la cápsula y morirás. Esperaré a que queden 3 minutos para cambiar de cuerpo. El ant6ídoto debe estar cerca, tú sabías que te iba a envenenar por lo cual debes haber dejado el antídoto en un lugar fácil de acceder por si lo necesitabas.
Quedan 5 minutos
-          No, no está lejos, está mucho más cerca de lo que imaginas
Quedan 3 minutos.
De repente el mundo giró a mi alrededor, por unos segundos se me oscurecieron los ojos, perdí la vista, de nuevo volvió la luz, abrí los ojos y vi a jane en mi cuerpo con una sonrisa maliciosa en su boca.
Estaba intentando acceder a mis memorias. Intentaba leer mis recuerdos para saber dónde había escondido la cápsula del antídoto.
Ahora sonreí yo, me levanté del sillón, y caminando torpemente en los tacones de Jane me acerqué a su lado.
-Gracias por el cuerpo. Vuelvo a ser joven y guapa, aunque sea mujer. Otra vez he ganado en mis negocios de riesgo.
Tan sólo quedaba un minuto
A jane se le borró la sonrisa de la cara. Por fin había podido leer mis recuerdos y ya sabía dónde estaba la cápsula del antídoto.
-          No era veneno lo que pusiste en mi boca durante el beso, era la cápsula del antídoto la que me tragué.
-          Así es, yo sabía que querrías asegurar mi muerte en tu cuerpo y tomarías más champagne envenenado. Ahora tu cuerpo está inmunizado contra el veneno y yo viviré en él, pero tú vas a morir en el mío.
Acababa de decir esto cuando jane empezó a vomitar sangre y cayó al suelo de rodillas. Luego se derrumbó por completo, alargo el brazo y me agarró la pierna izquierda.
Entonces murió.
Con asco quité su mano de mi pierna, llamé a la policía y les conté que mi marido había sufrido un ataque al corazón y había muerto de repente. Por supuesto que en la autopsia no se encontró ni rastro de veneno. Jane había elegido muy bien la pócima para matarse.
 


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