Carlos siempre me había amado y me contaba que necesitaba que yo lo quisiera. Yo no quería hacerle daño, pero tenía que contarle que nuestra relación era imposible porque yo era heterosexual y jamás podría compartir la vida con alguien del mismo sexo.
Además, amaba con toda mi alma a Irina. Necesitaba tocarla,
sentirla, saber que estaba a mi lado. Carlos era una persona muy sensible y cuando
le hablaba de mi amor por Irina se echaba a llorar. Me miraba con lágrimas en los ojos y me
respondía: “No importa el cuerpo, ni lo que seas o lo que los demás crean que
eres, yo te amaría siempre, aunque fueras joven o viejo, rico o pobre, hombre o
mujer” “Además, Irina no te quiere, te está engañando”
Odiaba estas conversaciones, me dolía mucho ver sufrir a
Carlos, pero la única forma de no engañarlo era decirle la verdad y que buscara
una solución a su amor. Pero ese día, con ojos llorosos, Carlos me dijo que
respetaba mi heterosexualidad y que jamás volvería a pedirme relaciones
homosexuales con él, pero que antes quería demostrarme que Irina me engañaba
para que yo decidiera que hacer con ella”.
Cabizbajo se marchó y no supe nada de él durante meses.
Aunque pregunté a su familia y a sus amigos, nadie podía decirme donde estaba o
se había marchado para siempre. Hasta el día de hoy en el que Irina me llamó a
mi celular, parecía bastante contenta y excitada, me dijo que tenía algo muy
importante que decirme y que me esperaba en el Starbucks del barrio.
Cuando llegué, allí estaba ella, aún vestida con un traje
plateado y con aspecto de haber pasado una noche muy larga. De su bolso sacó
una pequeña cámara de vídeo y en su pantallita me enseñó una grabación de ella
misma haciendo el amor de forma alocada con un hombre de espaldas.
No esperaba esto y sentí que me mareaba, pero el vídeo
continuaba con una felación y escenas de sado-masoquismo. Yo no podía creer lo
que me estaba enseñando Irina. Ella seguía sonriendo y hacía chistes sobre lo
pálida que se me había puesto la cara. No podía soportar la ira, de repente
tenía ganas de matar a Irina, que seguía disfrutando de la grabación. Le pedí
que por favor parara, que no me enseñara más esa aberración o podría cometer un
disparate. Irina me miró fijamente a la cara y me dijo: “espera un poco, aún
queda lo mejor” tragué saliva y esperé que terminara la película antes de irme
para siempre de la vida de Irina. En aquellos momentos me acordaba de Carlos y
cómo lo había rechazado para compartir la vida con una puta como Irina. Nunca
debí dejarlo, ojalá estuviera aquí para pedirle perdón y rogarle que volviera a
mi lado.
El final de la película era increíble e inesperado. El
hombre de espaldas abandonaba por unos momentos la pantalla y luego volvía con
una pistola. Apuntaba a la cabeza de Irina, que estaba tumbada descansando, y
disparaba. Justo en ese momento escuché las carcajadas de la Irina que estaba a
mi lado. La película seguía, el hombre que había disparado a la cabeza de Irina
se daba la vuelta, y por primera vez pude ver su rostro. Era Carlos. No podía
creerlo, Carlos era un hombre pacífico, todo lo hacía por amor, por su amor a
mi persona. ¿habría matado a Irina en despecho porque yo lo había abandonado?
¿Y si Irina estaba muerta quién era esta copia que se reía a mi lado?
En seguida tuve respuestas a mi pregunta. En la pantalla de
la cámara se veía como del cuerpo de Irina no brotaba sangre, simplemente se
desinflaba como si fuera un globo pinchado, hasta quedarse convertido en algo
parecido a un cuero descolorido. Luego, Carlos cogía el montón de piel que
quedaba de lo que fuera el cuerpo de Irina y comenzaba a vestirlo. Primero sus
piernas, luego la pelvis, ajuste de los genitales, el tronco, los brazos, los
pechos y finalmente la cabeza.
Carlos se había vestido con la piel de Irina y,
sorprendentemente le ajustaba perfectamente, parecía su doble, más que eso,
parecía la mismísima Irina. Luego cogió el vestido plateado y se lo puso, sus
zapatos de tacón y los calzó y tomando su bolso apagó la cámara.
Con la boca abierta me quedé mirando a Irina, que ya no era
Irina, que era Carlos. No sabía que decir.
Carlos-Irina, llevó las manos a su nuca y tirando hacia arriba
se quitó la máscara dejando aparecer la cara de Carlos.
-
Ya te dije que te engañaba, no ha dudado en
liarse con tu amigo homosexual para humillarte. Pero tenemos una nueva
oportunidad. Siempre me has dicho que no puedes vivir sin tocar, sin sentir el
tacto de Irina y yo no puedo vivir sin tu alma, sea cual sea el cuerpo. Te
ofrezco que vistas la piel de Irina, así siempre estará a tu lado y serás mi
nueva amiga heterosexual y te pediré matrimonio. Y diciendo esto terminó de
quitarse la piel de Irina y la puso sobre la mesa para que yo la vistiera.
No lo dudé, cinco meses después me casé con Carlos. Yo iba
de blanco y era la novia más guapa que se había visto en la ciudad en muchos
años Y Carlos me cogió de la mano en el altar mientras sonreía de la misma
forma que sonrió cuando me enseñó la película de Irina en el Starbucks.
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