Preparé la “costume gun” Sal té la tapia del patio trasero y
rompí la ventana del jardín, Cuidadosamente retiré los cristales rotos, descorrí
el pestillo, y agarrándome de las cortinas salté al interior del chalet de
Teresa.
Teresa era la chica más guapa de la ciudad, quizás lo fuera del
país e iba a ser mi último trofeo de caza con la “Costume Gun”
Hacía casi 4 años que un extraño me regaló esa maravillosa
arma y la había utilizado para conseguir el cuerpo y la piel de 99 personas. Había
hombres y mujeres, ricos y pobres, jóvenes y viejos pero todos ellos tenían la característica
común de tener cuerpos super sexys. Eran personas que me apetecía vestir y
salir a la calle presumiendo de su belleza. Aunque, lo cierto, es que ninguno
de ellos lo había vestido más de una semana.
Pero con Teresa la cosa era diferente. Era mi presa número
100, era la más bella, la más sexy y la que tenía más dinero. Después de vestir
su piel iba a quedarme dentro de ella viviendo su vida.
Lentamente crucé el comedor, recorrí el pasillo. Filtrándose
debajo de la puerta pude ver luz encendida en el dormitorio de Teresa. Era algo
extraño que la bellísima Teresa viviera sola y durmiera también sola, pero también
era algo que me ayudaba en mi intención de convertir a Teresa en un traje de
piel y huesos que yo pudiera vestir.
De puntillas me acerqué a la puerta y con la mano izquierda
la abrí ligeramente, mientras que con la derecha mantenía firme la “Costume Gun”
No había hecho ningún ruido, así que decidí sorprenderla, pegué una patada a la
puerta y entré corriendo a la habitación con la “costume gun” por delante de mí.
Entonces disparó la “Costume Gun”
Pero no era la mía, rápidamente noté como mi cuerpo se
desinflaba, perdía las fuerzas y se desplomaba en el suelo, mientras mis huesos
y mis grasas corporales se derretían en una mancha grasienta en el parquet.
Entonces escuché a Teresa decir:
-¿Te pensabas que me ibas a sorprender? Tú llevas 4 años
usando la “costume gun” 4 años, pero yo llevo más de 20 y casi una década
siendo Teresa. Es más, yo fui, con otra piel, el extraño que te regaló esa
pistola. Sabía que no podrías evitar la tentación de coleccionar el cuerpo y la
piel de decenas de personas. Y que más tarde o más temprano irías a la caza del
mejor cuerpo de la ciudad, a por el cuerpo de Teresa y allí estaría yo
esperándote. Me has evitado el riesgo y los problemas de la caza. Para tenerlos
a todo me bastaba con tener a uno sóla presa y esa presa eres tú.
Así hablo mientras se vestía con mi piel, poco después cogió
mi mascara y antes de ponérsela me dijo:
-Ahora soy tu, y todo lo que tú tienes es mío, incluidos el
centenar de pieles que con la tuya voy a guardar en mi armario.
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