Hace unos días, encontré en un chat a un personaje que me
habló de un escritor de historias TG llamado “Red Janissary”. Le mostré mi
curiosidad y él me paso un archivo RAR con varios cuentos TG muy interesantes.
Entre ellos estaba “THE PROM· de Red Jannisary. Me ha encantado la historia y
la forma en la que está escrita, así que decidí hacerle un homenaje con este
post.
Por cierto, se puede descargar en esta dirección:
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Cuándo mi padre se casó con mi madrastra, Ángela ya tenía 14
años y yo acababa de cumplir 28, con la frustración de nunca haber podido
estudiar por dedicarme a trabajar en la empresa familiar. Mi madrastra era una
mujer preciosa y mi nueva hermana era incluso más guapa que ella. Aparentemente
era un matrimonio por amor y aunque mi madrastra nunca me demostró cariño
tampoco me trató mal, simplemente ignoraba mi presencia como si yo no
existiera. A nadie extraño que la repentina muerte de mi padre dejara como
administradora de la fortuna familiar a mi madrastra. Poco después ocurrió el
terrible accidente de coche en el que murió mi madrastra con Ángela de
conductora del auto y sorprendentemente intacta.
Cuando se abrió el testamento de mi madrastra confirmé lo que
ya sabía. Prácticamente todas las posesiones familiares eran para Ángela,
incluidas la fábrica y la casa que había sido de mi familia durante
generaciones, mientras que, a mí, apenas me quedó una pequeña cantidad de
dinero. Después de la lectura del testamento, mi hermana me dijo que en cuanto terminara
la High School y pudiera controlar la herencia de su madre me iba a echar de
casa, que lo mejor que podía hacer era invertir bien el dinero que me había
quedado porque ella iba a vender todas las propiedades y se iba a ir de este
país. A pesar de que nunca quise a mi madrastra me dolió sobremanera que Ángela
no lloró una sola lágrima por la muerte de su madre y que a la semana siguiente
de enterrarla ya estuviera de fiesta.
Ángela era mi hermana. pero también era mi atormentadora. Se
burlaba de mi pequeña estatura, de mi delgadez y de que nunca me había visto
salir con una chica. Yo no soy homosexual, pero había empezado a sentir por
Bill algo más que una simple amistad. Bill era un chico solitario de la misma
edad de Ángela y parecía la única persona en el mundo que me entendía y que aún
era mi amigo.
Ángela se dio cuenta de mis sentimientos por Bill y decidió
atormentarme flirteando con Luis, proponiéndole citas y alejándolo de mi lado. Supe
que debía hacer algo para ayudar a Bill cuando Ángela lo invitó como su
acompañante al gran baile de Promoción. Era evidente que Ángela nunca iría a
esa cita, ella sólo quería humillarlo y dejarlo plantado en el baile.
No podía permitir que Ángela destrozara la vida de Bill como
había destrozado la mía. Así que busqué ayuda por internet, buscaba recetas
mágicas, pociones antiamorosas, cualquier cosa que evitara que Bill cayera en
la trampa de Ángela. Una noche entré a un chat de escritores de historias TG. Y
allí fue donde hablé con alguien que llevaba el Nick “Red Janissary” Este me
habló del doctor Takagi, un inventor japonés que fabricaba bodysuits
ultrarealistas capaces de imitar a la perfección la forma y el rostro de
cualquier persona. También me dio el número de su teléfono y una dirección de
correo electrónico.
Al día siguiente me puse en contacto con el señor Takagi y este
me dijo que podía atender mi petición de crear un bodysuit pero que necesitaba
que le remitiera determinadas muestras físicas.
Algunas muestras fueron fáciles de conseguir, como eran las
grabaciones de su voz y su risa, pero lo difícil era lo siguiente. Para
conseguirlas lo primero que hice fue comprar un frasco de Rohypnol
de una farmacia de Marruecos que me enviaron por correo.
Ese mismo día invité a Ángela a un vaso del mejor vino que
pude comprar para celebrar su fiesta de promoción. Lo abrí delante de ella y se
lo serví en una copa oscura donde poco antes había triturado media docena de
pastillas de Rohypnol. Mientras se tomaba el vino, Ángela me contó que no
pensaba ir a la fiesta de promoción, porque esa misma semana se iba a buscar
una nueva residencia y sirvientes a Thailandia. Le recriminé lo que le iba a
hacer a Bill, pero se rio y me dijo que una chica tan guapa y millonaria como
ella jamás saldría con un desgraciado como Bill. Tuve que aguantar la ira para
no golpearla, pero por poco tiempo, en escasos minutos Ángela estaba
profundamente dormida. La tumbé en el suelo, la desnudé y abrí dos bolsas de
moldes que el doctor Takagi me había dicho que comprara.
La siguiente media hora la pasé haciendo moldes de la cara y
las manos de Ángela, de sus pechos y de sus pies, así como tomando medidas
detalladas de cintura, contornos, y proporciones. Posteriormente le hice cien
fotos desde distintas perspectivas, y para terminar tomé muestras de su pelo y
de su vello púbico. Luego la volví a vestir y la desperté. Ángela no sabía que
había pasado, le conté que había resbalado y caído al suelo. Ella aceptó mis
explicaciones y se marchó a dormir. Media hora después enviaba un paquete por
FedEx al doctor Takagi en Japón con los moldes, las fotos y las muestras del pelo
de Ángela.
Takagi me comentó que el bodysuit lo terminaría en 4 o 5
días y que lo tendría en casa en una semana. Si todo iba bien, me llegaría el
paquete horas antes de la fiesta de promoción. El plazo era escaso, pero me
pareció suficiente. Así que los siguientes días los dediqué a comprar el
vestido que me gustaría lucir en la fiesta de promoción con el cuerpo de
Ángela. Compré un precioso vestido rosa entallado con bordados en el pecho que
me pareció el ideal para coordinar con el pelo moreno, los ojos verdes y la
piel clara de Ángela. Lo pagué con los últimos dólares de la herencia de mi
padre.
Dos días antes de la fiesta me encontré a mi hermana
empujando grandes maletas. Me dijo que se marchaba a Bangkok durante dos semanas.
Le pregunté si le iba a pedir a Bill que no acudiera a la fiesta. Me dijo que
no, ni siquiera lo sabían sus amigos, mucho menos se lo iba a decir a un
pringado como Bill. Esta vez no le respondí, ni le llamé la atención por su
mala conducta, deseaba que se fuera pronto y desapareciera de mi vida. Me quedé
callado y sonriendo. Ese mismo día se marchó Ángela y al día siguiente llegó el
paquete del señor Takagi. Tan sólo faltaban tres horas para el comienzo de la
fiesta. Agarré el paquete y lo Iba a
llevar lo a mi habitación, pero lo pensé mejor: “Con lo que hay en este caja yo
soy Ángela” así que lo acarreé a la habitación de mi hermana. Me senté en su
cama y abrí el paquete. Dentro había una piel de plástico que recordaba a un globo pinchado. No me sorprendió, era lo
que esperaba. La saqué de la caja y situé mi pierna derecha dentro de la pierna
derecha del globo desinflado, luego la izquierda y lo estiré sobre mi cintura.
Con cuidado situé mis genitales en un departamento interno que se comunicaba a
los aparentes órganos sexuales femeninos del bodysuit. Seguí subiéndolo sobre
mi pecho, lo aseguré al cuello y coloqué en su sitio unas bolsas que deberían
ser las tetas del bodysuit. Para terminar me puse una máscara que simulaba la
cabeza de Ángela. Respiré profundamente y pensé:
“Allá vamos”. Apreté un pequeño botón escondido en la nuca
del bodysuit.
-BLEEP-BLEEP
Note como el bodysuit empezaba a contraerse, como apretaba
mis huesos y estrujaba mi cintura a la vez que se inflaban las nalgas y los
senos. El dolor era terrible, grité desesperado pidiendo socorro. Sin fuerzas caí
al suelo mientras sentía como él bodysuit me iba aplastando rápidamente.
De pronto todo paró. Me levanté agotado del suelo y me miré
en el gran espejo de la habitación de mi hermana.
Esperaba ver la figura y el cuerpo de Ángela y lo estaba
viendo. Yo era Ángela.
-
Estoy encantada de que hayas vuelto, Ángela.
Ahora tu vida es mi vida.
Estaba comenzando a vestirme cuando me di cuenta de una
cosa. Soy idéntica a Ángela, me valen sus ropas. Así que abrí los cajones de su
armario y saqué su mejor bra. No me sorprendió que coincidiera exactamente con
mis nuevos senos. -¡Qué maravillosas tetas tengo! Susurré con media sonrisa. Y
olí las braguitas de Ángela: ´huelen igual que yo y me las puse. Continué
vistiéndome con el vestido que había comprado días atrás y buscando en el
zapatero de Ángela encontré las sandalias de tacón que ella calzó en la lectura
del testamento de su madre. Encajaban perfectamente en mis nuevos pies y
disfruté contemplando las bellísimas piernas de Ángela con esas sandalias de
tacón y movidas por mi voluntad. Probé a caminar con ellas y lo encontré
sorprendentemente fácil.
No pude resistir más e introduje un dedo en mi nuevo coño mientras que con la otra mano masajeaba mis
pechos. Olas de placer cruzaron mi cuerpo y noté como caía el sudor por mi
larga caballera. Me quedé un rato tumbada en la cama mientras pensaba en el
maravilloso genio de Takagi que había conseguido simular el orgasmo femenino en
un cuerpo masculino. -No es cuerpo masculino, ahora soy completamente mujer"
No me hacía falta pero me apetecía mucho sentarme en el
tocador de Ángela y aplicarme el lápiz de labios de Ángela, retocar mi
maquillaje con los pinceles de Ángela y alisar mi pelo con los cepillos de Ángela.
Solo me quedaba un detalle antes de irme. De una cajita
saqué un adhesivo que pegué a mi cuello como si fuera una tirita. Estaba hecho
de forma tan perfecta que ni fijándome atentamente en el espejo no podía
distinguirlo. Al tacto también era indetectable, y tan solo raspando con un
objeto punzante aparecía una esquinita de la que tirar para quitarlo. Era un
simulador de voz. -Esto debería simular la voz de Ángela. Así que dije en voz
alta-Hola, soy Ángela y amo a Bill. El resultado era perfecto. Esta no era la
voz de un hombre acomplejado y temeroso, esta era la voz de la chica más guapa
y admirada del Instituto. Esta era la voz de Ángela.
Por último, tomé un bolso de mano y guardé en él los
documentos de identidad, del Instituto y el carnet de conducir de Ángela así como las tarjetas de
crédito que no se llevó en su viaje a Thailandia. No creía que pudiera tener
problemas para usarla. Yo sabía perfectamente cuales eran sus contraseñas y
números secretos. Abrí la cuenta
Facebook de Ángela y subí una foto de la nueva Ángela con la leyenda “Lista
para la fiesta, Bill te amo” y en el coche de Ángela me fui a la fiesta. Cuando
bajé del auto, hice el camino hacia la puerta y entré al salón de baile donde pude
observar la admiración de los hombres y como giraban la cabeza para verme
caminar. Nada más entrar se dirigieron hacia mí los amigos de Ángela que me
saludaron con grandes signos de alegría. No hacía ni 5 minutos de mi llegada y
ya había rechazado 3 propuestas de baile. Me acerqué a Bill y lo saludé. A Bill
se le abrió la boca de asombro y admiración y tartamudeando cogió mi mano y la
besó. Normalmente, Bill era una persona alegre y desinhibida, me dolía verlo
tan cortado por la presencia de Ángela,
Así que lo abracé y le susurré que me invitara a algo muy fuerte en un
lugar apartado. Cuando llevaba 4 copas de un misterioso brebaje salimos al parque.
Hacía frío y yo tenía la espalda descubierta, así que Bill se quitó la chaqueta
y la colocó sobre mis hombros. Yo agradecí el favor con un beso en los labios,
el me respondió alargando el beso y masajeando mis pechos. Entonces sentí cosas
que solo puede sentir una mujer y le pedí que fuéramos a su apartamento.
Me gustaría poder relatar lo que viví aquella noche, pero acababa
de nacer como mujer y no podía encontrar
las palabras justas para contarlo. Sólo contaré que esa misma noche decidí que
jamás dejaría de ser Ángela, no podía olvidar las sensaciones que tuve siendo Ángela.
Cuando amaneció, Bill seguía durmiendo a mi lado. Yo me
desperté con una sonrisa en la boca, me duché, del armario de ängela saqué ropa
interior limpia y me la puse, también me vestí con sus mejores jeans, me puse un
precioso top rosa y unas bailarinas negras. Agarré el bolso con los documentos
de Ángela y marché a la comisaría de policía.
En el cuartel declaré que me habían robado el pasaporte y
algunas tarjetas de crédito. Un policía muy atento y caballeroso hizo una
rápida búsqueda y me dijo que mi pasaporte había sido sellado en Thailandia. Le
enseñé el carnet escolar y los documentos de identidad de Ángela y le dije que
alguien se estaba haciendo pasar por mí. El policía miró la foto de Ángela y
luego me miró a mí. Me hizo algunas preguntas sobre la edad, estudios y aficiones
de Ángela que yo respondí sin problemas porque era su hermano. Fotocopió mis
documentos, me los devolvió y me dijo que iba a presentar una denuncia por robo
de identidad, que iba a anular las tarjetas de crédito y que intentarían
detener al ladrón.
Dos días después me llamó por teléfono la policía
thailandesa. Habían detenido a la ladrona de mi identidad cuando intentó usar
mis tarjetas de crédito. El policía le pasó el teléfono a mi hermana que tenía un tono de voz
desesperado y me preguntó quién era yo, le respondí que era Ángela. Entones
comenzó a insultarme y se cortó la comunicación.
De esto hace ya más de un año, y no he vuelto a saber nada
de Ángela. Yo he continuado con su vida, Me matriculé como Ángela en la
universidad, vivo en su casa, duermo en su cama y soy la novia de Bill. Con el
dinero de Ángela le compré al señor takagi, tres bodysuits idénticos al que ya
tenía. No quería correr el riesgo de que se desgarrara o se rompiera y perdiera
esta vida maravillosa que ahora vivo
PD: Después de tres años mi hermana se puso en contacto
conmigo. Esta vez no me insultó. Simplemente me pidió dinero para seguir
viviendo en Thailandia. Yo acordé mandarle 1000 dólares mensuales a cambio de
que no volviera a molestarme y tampoco reclamara mi identidad. Así lo hizo.
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