La Otra "Exchange Island" (1ª Parte de 2)

Esta serie está inspirada en una cap del gran ResTG

Si te sitúas al norte de la playa más septentrional de “Exchange Island” y usas unos potentes prismáticos podrás ver que existe otra isla, exactamente igual, con las mismas condiciones mágicas, pero con la diferencia de que en ella todo está permitido, no hay límites para el sexo, el crimen o la pedofilia. Un auténtico paraíso para los depravados y mi tío Andrés es u depravado.

Hace varios meses me contó que había alquilado la isla para uso particular durante una semana y me ofreció un trato. Viajaríamos los dos solos a la isla, cambiaríamos de identidad entre nosotros y utilizaríamos nuestros nuevos cuerpos en la forma que quisiéramos y sin límites morales durante esa semana. Al finalizar el plazo devolveríamos el cuerpo y tendríamos que pagar una multa por los daños causados. 100000 € por cada cicatriz, 200000 € por lesiones, 5000000 € por amputaciones menores y 1 millón € por amputaciones mayores. Él me pagaría 15000 € por cada día que permaneciera en la isla. Si, desgraciadamente, se produjera la muerte de uno de los cuerpos, el superviviente adquiriría todas las propiedades y podría reclamar como propia la identidad de su nuevo cuerpo. No se establecía ninguna cláusula para abandonar la isla voluntariamente. También tuve que aceptar que los dos jamás contaríamos a nadie lo que sucediera en la isla.

Me parecieron unas buenas condiciones. No creía que mi tío pudiera hacer algo excesivamente pervertido con mi cuerpo. Estudié los riesgos detenidamente, valoré las oportunidades y firmé el contrato.

El viaje en helicóptero apenas duró 2 horas, que mi tío las pasó mirando mis pechos mientras se tocaba el pene. Me decía que era la niña más guapa de la ciudad y que llevaba años imaginando lo que iba a hacer con mi cuerpo cuando fuera suyo.

Nada más aterrizar se produjo el cambio de cuerpo. De repente estaba yo en el cuerpo cuarentón de mi tío y él estaba en mi antiguo cuerpo de adolescente. En silencio esperó que se marchara el helicóptero y abrió sus maletas. Estaban repletas de todo tipo de objetos fetichistas, desde monos de cuero negro a la lencería más fina, pasando por decenas de consoladores grotescamente grandes -algunos espinados-, cuchillos de varios tamaños, cuerdas, cadenas y hachas de acero negro.

Yo no llevaba nada, porque sabía que mi tío tendría todo lo que yo iba a necesitar. Me quedé sentada en el suelo mientras él se cambiaba de ropa.

Vistió su nuevo cuerpo con cuero negro, cogió unas tijeras oxidadas y se me cercó. Mirándome a la cara, con una sonrisa malvada, me dijo: “Cuándo te devuelva tu cuerpo vas a ser muy rica y además mucho más sabia porque te voy a enseñar cómo lograr los mayores placeres del universo por medio del dolor. Cuando termine no podrás concebir ningún disfrute sin mutilaciones corporales. Y con las clausulas que he firmado, te vas a convertir en una mujer muy muy rica. Aunque seguramente no vuelvas a casa con 2 ojos o con las piernas intactas y seguro que cuando vuelvas no tendrás la misma cantidad de dedos”

Eran los primeros instantes de placer malsano que sentía mi tío. Disfrutaba viendo mi cara de horror mientras usaba mi voz para intentar aterrarme.

Aún no había terminado sus palabras cuando agarró su seno izquierdo entre ambas manos y lo estrujó como si fuera un limón. Por instantes vi como se formaban lágrimas de dolor en sus ojos, pero al mismo tiempo una sonrisa iluminaba su preciosa carita de niña. Lentamente alzó las tijeras y con delicadeza y precisión las clavó en las aureolas del pecho. Un gran chorro de sangre manó de la herida y estiró la lengua para lamer la herida. Miré su cara deformada por el sufrimiento y pude ver que era incapaz de reprimir los gemidos de dolor placentero.

Ya no tenía dudas, mi tío era un sicópata masoquista y se había propuesto convertir en un infierno mi estancia en la isla.

Lo que mi tío no sabía es que yo también estoy loca y soy mucho más cruel que él.