Yo admiraba a mi hermano Devin
Era la persona más ambición e inteligente que había
conocido. Además, tenía una voluntad de hierro. Cuando decía que iba a hacer
algo, no importaba lo que pasara, él iba a hacer ese algo. Solamente tenía un
defecto, que para mi era insignificante pero que a él lo atormentaba. No era un
hombre sexualmente atractivo. Era alto, delgado y con el cuerpo desgarbado.
Cuando yo nací, él ya tenía 22 años. Nuestra gran diferencia
de edad hizo que me cuidara como si fuera mi padre. Supervisaba mis estudios,
me obligaba a hacer ejercicio para mantenerme en forma y cuando tuve edad, fue
mi consejero sentimental en asuntos de chicos y chicas. Tenía una sensibilidad
y una delicadeza que eran excesivas incluso para un alma tan inocente como la mía.
Todos los días me decía que yo tenía todo para comerme el
mundo. Me explicaba que “si él tuviera mi juventud y mi cuerpo no necesitaría
trabajar, sería modelo, millonaria y presidente del país” yo me reía
y respondía “y también serás
Papa en el Vaticano” y el replicaba, indignado “No seré Papa, sería la primera Papisa
porque yo voy a ser mujer como tú”
Por lo cual no me extrañó, cuando me dijo que iba a
convertirse en mi gemela idéntica, pero que necesitaba mi ayuda para la
transición. Yo sonreí, y le respondí “Que siempre había querido tener
una hermana” con el rostro muy serio me explicó que no lo había
entendido, “que
él no se iba a convertir en mi hermana mayor, que iba a ser mi gemela y que
podría salir a la calle diciendo que es Carmen Sanz y todos lo creerían”
Durante meses se marchó de viaje fuera del país. Hasta que
regresó la semana pasada con una sonrisa de satisfacción y contando que “ya lo tenía todo
preparado para ser mi hermana gemela”
El miércoles pasado me acompañó a correr por el parque. El
ejercicio había sido duro, hacía mucho calor y decidí quitarme la chaqueta del chándal.
En un gesto caballeresco, él se ofreció a acarrearla. Se la entregué y él en
vez de llevarla bajo el brazo se quitó su propia chaqueta y vistió la mía. Me
sorprendió ver que no tuvo problemas para ponérsela y abrocharla. Incluso
parecía marcar una cintura que nunca había tenido. Cuando llegamos a casa me la
devolvió e intenté ponérmela, pero no me encajaba, ya no se ajustaba a mi
cuerpo, seguramente había cedido cuando Devin la forzó para vestirla.
Estaba muy cansada y seguramente el calor me había afectado.
Me sentía mareada y tenía vértigos, así que decidí acostarme temprano. Iba para
la cama, cuándo Devin me paró para decirme: “Carmen, tú sabes que quiero ser como tú, me
gustaría vestir tu ropa. ¿Permites que me la pruebe?” me pareció una
petición absurda y estúpida. Devin era 15 cm mas alto que yo y además tenía un
cuerpo contrahecho, no creía que hubiera ninguna prenda en mi vestuario que
encajara en sus dimensiones masculinas, así que no tuve problema en darle
permiso para que usara mi ropa. Le dije que tenía vestidos sin estrenar en mi
armario y le pedí que por favor no los forzara o podría romperlos. Con cara de
felicidad me respondió: “No te preocupes por tu ropa nueva, no la quiero ahora mismo,
quiero la que tienes en la cesta de la ropa sucia, la que huele a tu sudor”
No sé cuanto tiempo dormí, pero cuando desperté escuché a Devin
probándose mi ropa en el vestidor. Con los ojos adormecidos y arrastrando los pies
llamé a la puerta. Él me dio permiso para entrar y cuando lo hice me quedé boquiabierta.
Devin estaba probándose mi ropa interior y le sentaba perfectamente. Mi bra de
encaje rosado se llenaba perfectamente con unos pechos que ayer no tenía Devin.
Con miedo llevé a mis manos a mis propios sanos y no los encontré, tampoco
podía sentir su peso. Horrorizada miré a sus braguitas que parecían ajustarse
perfectamente a unas formas femeninas rotundas, tanteé entre mis piernas y
sentí algo extraño, flácido y húmedo. Horrorizada grité y sonriendo él me dijo:
“¡¡¡SORPRESAAAAA!!!”
Una pregunta que tan grande fue la sorpresa jajajajajajajajajajajajajajaj
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