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miércoles, 29 de mayo de 2019

Mundo Virtual (1ª Parte de 2)


Hace 10 años que fue presentada la mayor innovación en realidad virtual para juegos en red. Ya no era preciso adoptar la identidad de un personaje ficticio para vivir aventuras en primera persona. Tú avatar podría ser tú mismo. Simplemente se necesitaba enviar una muestra de tu ADN al servidor “On Line” del juego. Después debías realizar una transferencia bancaria de 200000 € y por mensajero te enviaban un traje cibernético adoptado a las propias características moleculares de la muestra ADN.

A partir de ese momento todo era fácil. Bastaba con vestir el traje y automáticamente te conectaba al mundo virtual dónde interactuabas con tu forma real en un Universo aparentemente cierto. La conectividad estaba tan lograda que era posible hablar, bailar, ir a la discoteca e incluso casarte con otros individuos conectados. Y como se trataba de un juego también podías, virtualmente, follar, viajar, morir y matar con tu propio avatar. Lo llamaron “Realidad Virtual de Sentimientos Ampliados” porque el traje estaba dotado de capacitativos nerviosos y neurales para replicar los sentimientos de placer y minorar los de daño.
Evidentemente, cada persona sólo podía enviar una muestra de ADN, que a partir de ese momento se etiquetaba como propia y proporcionaba uso exclusivo al remitente.
Yo había gastado todos mis ahorros en la compra y puesta en funcionamiento del traje cibernético. Pero, para adaptarlo a mis características físicas necesitaban una muestra de mis genes. Así que me remitieron una jeringuilla de un solo uso con la que debía extraer una muestra de mi sangre. En las instrucciones me indicaban que contenía una solución experimental para la conservación del ADN.
Iba a picharme cuándo lo pensé mejor. Podía tomar una muestra de mi sangre y ser yo mismo en el mundo virtual o bien, podía tomar una muestra de mi sobrina Carmen y ser ella cada vez que conectara. Carmen acababa de cumplir 8 años, pero no importaba, porque la realidad virtual estaba diseñada para aparentar la edad que deseara. Y yo había elegido aparentar una edad biológica de 18 años eternamente. Para convencerla, le di un caramelo a Carmencita y un pinchazo en el brazo con la jeringuilla. De esta forma tan fácil conseguí el ADN de mi sobrina para enviarlo a los fabricantes y a ella le di otro caramelo para que dejara de llorar.
Dos meses después recibí el traje cibernético. Lo abrí y me pareció ridículamente pequeño. Se trataba de una extraña aleación metálica, que resultó ser bastante flexible para adaptarse a los distintos volúmenes corporales. De todas formas, mi traje había sido diseñado para una muchacha de 18 años y me costó muchísimo trabajo poder vestirlo. Cuando lo conecté, se activaron las medidas de seguridad. Virtualmente confirmaron que mi ADN no había sido utilizado anteriormente y por tanto me pertenecía. Confirmada mi identidad, pasaron a medir y grabar las oscilaciones de mis ondas cerebrales para que solamente yo pudiera utilizar esa personalidad cibernética y la personalidad virtual que contenía. Me aseguraron que a partir de ese momento solamente mis ondas cerebrales serían capaces de activarlo y usar sus capacidades. Me pidieron perdón por el trámite y me informaron que se trataba de una medida de seguridad imprescindible para que nadie pudiera utilizar mi indentidad virtual y preservar mi privacidad de forma segura.
Para terminar, me pidieron que le diera un nombre a mi avatar. No tuve ninguna duda y lo bauticé con el nombre de mi sobrinilla “Carmen Sanz” Tampoco tuve problemas para utilizar sus datos personales como si fueran los míos. A partir de ese momento, cada vez que conectara al mundo virtual sería Carmen Sanz de la ciudad de Granada para todos los demás usuarios con los que interactuara.
No puedo aclarar cuanto tiempo permanecí conectado al juego. El tiempo transcurre a distinta velocidad en la Realidad Virtual. Pero lo cierto es que únicamente desconectaba para alimentar mi cuerpo real. Y siempre lo hacía a disgusto, porque en el mundo terrenal mi vida era un desastre y mi cuerpo físico empezaba a mostrar discapacidades físicas por la presión de un traje metálico tan estrecho durante años. Mientras tanto en el mundo virtaul era una muchacha bellísima de 18 años, que estudiaba derecho, con novio formal y sexo cada noche.



5 comentarios:

  1. Buena historia en especial la imagen pero ¿ que pasaría si dos personas con el mismo código genético se conectarán al mismo tiempo?

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    1. No está terminada la historia, oswaldo. Pero por allí van los tiros para la continuación. Tienes muy buen olfato.
      En cuanto a la imagen, hay veces que se disfruta más imaginando lo que puedes hacer con una imagen que con la misma historia. Este es el caso. Desde que te la envié estuve pensando lo que podría hacer con ella. la historia es un mero pretexto, aunque me gusta la temática y creo tener una buena idea para la continuación..



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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. muy buena idea espero la segunda parte

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    1. Gracias kary.
      Te cuento un poco el motivo de esta cap.
      Oswaldo y yo nos sometimos a un reto. Buscábamos una imagen e imaginábamos una historia para esa imagen.
      Esta imagen es una de las que fue rechazada para nuestro concurso.
      Y la he querido recuperar
      Espero que os guste la historia. Me huelo que Oswaldo, que es muy listo, ya sabe lo que va a suceder.

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