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A todos nos ha ocurrido, nos rascamos sobre una picazón y
sentimos un pequeño placer que aumenta cuanto más apretamos y más grande se
hace la picazón. tampoco necesitamos pensar para lamer una herida y chupar la
sangre, nuestro cuerpo lo hace de forma automática porque produce alivio y una
sensación de placer masoquista.
Ahora imaginemos esto multiplicado por cien, las inmensas
olas de placer que pueden recorrer el cuerpo humano cuando disfrutas derramando
aceite hirviendo sobre tus pechos y luego los lames con excitación sexual. O el
intenso paraíso de los sentidos que se crea cuando te cortas una mano y masajeas
la herida abierta.
Esto era lo que mi tío quería sentir, pero sin que le
quedaran secuelas físicas porque iba a mutilar mi cuerpo y me lo devolvería
destrozado una semana después.
Y yo le iba a ayudar a hacerlo.
Después del intercambio tenía el cuerpo de un hombre adulto,
mucho más poderoso físicamente y también me había quedado con los instintos sádicos
de mi tío. Así que no dudé un segundo cuándo agarré a mi tío por el brazo que sostenía
las tijeras y lo retorcí hasta que cayeron al suelo, luego lo seguí retorciendo
aún más fuerte hasta que escuché como se rompían los huesos del codo. Esta vez
lo escuché gritar de puro dolor, no había rastro de placer alguno, así que lo
arrastré del brazo hasta la jaula de los perros, la abrí y la encerré dentro.
Me sentía bien escuchando sus quejidos y sus llantos, me sentía feliz viéndolo
llorar de puro dolor. Acababa de cerrar
la puerta cuando comenzó a sonreír mientras se rascaba la zona enrojecida de su
codo. En el dolor no existe placer compartido, si ella era feliz yo no podía
serlo, así que abrí la puerta de la jaula y con las tijeras oxidadas le corté
los tendones de las manos. Esta vez el sufrimiento era inmenso, la oía gritar
intentando volver a rascarse las zonas doloridas con unos dedos inútiles que ya
no podían moverse. Mientras tanto yo me reía de forma alocada, era una
sensación más placentera que el mejor orgasmo que había tenido.
Sólo podía recordar un instante más gratificante, cuando era
una niña con cuatro años, me escondí de mamá y le saqué los ojos a una camada
entera de gatitos que acababan de ser paridos. Fue maravilloso el placer de
arrancar sus ojos con una cucharilla de café, pero mucho más satisfactorio fue
la cara de horror de mi madre cuándo descubrió lo que había hecho. Era el
recuerdo más intenso de mi infancia y estaba dispuesta a repetirlo.
Al día siguiente abrí la jaula y le corté a mi antiguo
cuerpo los tendones de los pies, para que no pudiera escapar y como también
tenía las manos inutilizadas tampoco podía defenderse. Me senté encima de ella
para que le costara respirar y con la misma cucharilla que me había comido los
cereales se la clavé en un ojo, la giré varias veces para seccionar todas las
venas y nervios y la saqué llena con un precioso ojo azul. Fue fácil, era como
sacar la guinda de un pastel de merengue. Mi tío gritaba y se agitaba como los
toros del rodeo. Era fabuloso sentir sus espasmos de dolor entre mis piernas
intentando echarme fuera. Quería volver a sentir esa sensación de placer,
quería volver a oír los quejidos de mi tío y por eso le clavé la cucharilla en el
otro ojo. Fue una percepción maravillosa verlo retorcerse y agitarse mientras
gritaba de forma endemoniada.
De nuevo estaba descubriendo emociones que pensaba que no
existían. Eran placeres que muy pocos han tenido la ocasión de gozar alguna vez
en su vida y por vivirlas merecía la pena morir y matar.
Ahora entendía a mi tío y sus motivaciones para alquilar la
isla.
Entonces abrió la boca y sacó la lengua intentando beber su
propia sangre. No podía permitirlo, este placer era sólo mío y no podía
compartirlo. Así que de un tajo le corté la lengua y se la arrojé a los perros.
Nunca había pensado que hubiera tantas venas en la lengua, que se convirtió en
una maguera que echaba sangre para todas partes. Me lleno la cara y las manos
con su sangre y yo la lamí con delectación. Si es verdad que la sangre es la
vida, ahora debería ser al menos 10 años más joven. No quería que se ahogara en
su propia sangre, me quedaba mucho dolor para causarle y mucho disfrute para
gozar con mi antiguo cuerpo. Por eso le cosí la lengua a los labios y lo
coloqué cabeza abajo.
Los siguientes días llegué a los máximos niveles del placer propio
por medio del dolor ajeno. Quería mantenerlo débil y por supuesto no le daba de
comer y tan sólo le permitía beber agua con vinagre que le introducía por la
nariz para no tener que descoser su lengua. Le amputé una oreja, después le fui
cortando filetes de su vientre que tiraba para que comieran los perros, le
introduje cangrejos vivos en el coño y vi con deleite como se abrían camino
hacia dentro de su cuerpo femenino. Luego los saqué de un tirón y pude
regocijarme al ver como llevaban en sus pinzas trozos de carne roja y
maloliente. Pero esta vez no disfrute, ya no había placer en seguir torturando
a esa inmundicia humana. Sin embargo, mi tío, en mi antiguo cuerpo parecía sonreír.
El último día decidí convertir a mi antiguo cuerpo en un
vegetal y dando un fuerte hachazo le rompí la médula espinal. Yo pensaba que mi
tío había firmado su sentencia cuando intentó engañarme con el trato, y pensaba
que todo lo que estaba haciendo era justicia.
Sin embargo, mi tío ya no maldecía, ni se quejaba y parecía
evidente que disfrutaba con mis tormentos, por eso decidí no causarle más daños
físicos.
El último día de estancia en la isla quise infligir el
último tormento, el más sofisticado de todos. Quería que supiera cuales eran
mis planes y que muriera pensando que lo había engañado y que soy más
inteligente que él.
“Tío, supongo que sabes que te voy a matar. No voy a volver a
ese cuerpo destrozado. Me voy a quedar con el tuyo y cuando regrese a la ciudad
obligaré a tu hija a venir conmigo a la isla y cuándo estemos aquí las dos
solas cambiaré de cuerpo con ella. Volveré a ser joven, guapa, sana y luego la
torturaré y la mataré”
Este debía ser mi último deleite, el placer del maltrato
sicológico. Pero mi tío parecía no darle importancia. Y eso me ponía furiosa,
de un tirón le arranque los hilos que cosían su lengua a los labios y le pedí
que me explicara por qué no estaba enfadado.
Él sólo sonreía y me dijo “No me importa lo
que hagas conmigo. Me has dado la semana más maravillosa de mi vida. Ahora
mismo mi placer físico es indescriptible, es algo insuperable. El lenguaje
humano es incapaz de reflejar lo que estoy sintiendo”
El helicóptero estaba a punto de llegar. Debía matarlo antes
de que aterrizara y se realizara de forma automática el cambio de cuerpo. Ya
escuchaba el sonido de sus aspas al girar. Pero tenía dudas, miraba a mi
antiguo cuerpo destrozado, incapaz de moverse, mutilado y destrozado por dentro
y por fuera y tenía muchas dudas sobre el cambio de cuerpo.
Por fin tomé una decisión. No lo iba a matar.
Cuando el helicóptero aterrizó volvió a producirse de forma
automática el cambio de cuerpo. De nuevo estaba en la carne ensangrentada en la
que nací. El dolor era indescriptible, pero también las sensaciones placenteras
que me corrían por las venas. Sentía mi cerebro nadando en un mar de adrenalina
y hormonas placenteras. Este era el paraíso que Satán prometió a Eva para que
mordiera la manzana. Había escogido bien, seguramente me quedaran pocas horas
de vida, pero, por tan sólo un solo
segundo de esa vida merecía la pena pagar mil años de sufrimiento.
Y supe que había infringido a mi tío el mayor de los tormentos,
el más brutal de los castigos, le había quitado el cuerpo donde residía el
placer y el lugar dónde yo moriría.
Esta es la clase de cosas que he esperado leer y poder escribir, me has dado una de las más maravillosas sensaciones que he imaginado en los últimos años, espero que tu historia sirva como uno de los mejores ejemplos de cambios y terror más grandes de la comunidad, aveces creo que estamos locas, pero que mejor que poder escribir cosas así de fuertes y poderosas como estas.
ResponderEliminarMe has dejado con una de las sensaciones más extrañas que he tenido nunca.
EliminarY es la sensación de no saber que decir. Y eso es bastante raro en mi porque hablo sin pensar, pero no estoy acostumbrada a que me elogie alguien con tu capacitación.
Estoy entusiasmada porque te haya gustado.
Pero prefiero pensar que eres una estupenda mentirosa y estarías mintiéndome porque las dos tenemos un espíritu masoquista y quieres que se cumpla mi sueño de verte vestida en cuero negro y con un látigo en la mano. Yo estaría encadenada, por supuesto.
Increible narración y descripción, tienes una habilidad única para transportar al lector al interior de la historia, debo de admitir que me estremecí en algunas partes, lograste transmitir, con poco texto, la esencia de un sadomasoquista tanto el que disfrutar causar dolor como el que disfrutar recibirlo.
ResponderEliminarTe felicito!!!
Muchas gracias Res. Fíjate lo que has sido capaz de inspirarme tan sólo con una cap.
EliminarTú si que eres capaz de transmitir y hacer funcionar la imaginación de los lectores.
Por otro lado, me alegra haber salido del armario del sado-masoquismo, a partir de ahora azotaré, maltrataré y amputaré con más contundencia a mis personajes.
GRACIAS de todo corazón res
Tus historias me fascinan como siempre si combinaramos tu mente la de karina y la mía creariamos historia tan locas y raras que dejaríamos a todo lector con la boca abierta de miedo emoción y fantasía una pesadilla fantástica
ResponderEliminar¿Dónde tengo que firmar para combinar tu mente con la mía?
EliminarYo aportaría locura, caos y desorden y tu pondrías sabiduría, inteligencia y sentido común.
Sobre kary no digo nada, tiene una línea tan personal y es tan particular que no necesita mezclar personalidades con nadie. Es difícil que haya alguien más que esté capacitado para recorrer su camino.