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sábado, 23 de marzo de 2019

El Implante Cerebral (3 de 4)


Estuve todo el día fuera cumpliendo con mis deberes y volví por la noche, casi exhausto de tanta actividad. Deseaba volver al cuerpo de Magda para comenzar mi nueva vida, pero antes de hacerlo le di un buen baño a mi viejo cuerpo y lo alimenté para que aguantara sin problemas durante un par de días. Luego marché al sótano, miré en la pantalla como Magda ya había despertado y sentí sus nervios intentando encontrar una salida.
Mentalmente le ordené que se relajara, activé sus ondas rem hasta que volvió a caer dormida. De nuevo abrí la habitación acolchada, con la silla de ruedas saqué el cuerpo de Magda y me encerré dentro. Y, una vez más, volví a recitar las palabras clave. Esta vez la desorientación duró mucho menos, pero la sensación de ocupar el cuerpo de Magda fue aún mejor que la primera vez. No creía que existiera un mejor sentimiento que ese hasta que empecé a masajearme los pechos Era sencillamente maravilloso, pero se quedó en nada comparado a lo que disfruté cuando comencé a introducir los dedos en mi nueva raja. Me revolqué por el suelo de tan intenso placer. Hubiera querido que durara 100 años, pero este cuerpo necesitaba descansar de tanta tensión para comenzar al día siguiente mi nueva vida.
Dormí maravillosamente esa noche. Una rápida ducha y me puse la ropa que Magda tenía preparada para este día. De momento me servía, pero necesitaba un cambio de vestuario urgente. Era demasiado bella para vestir ropa con tan poco estilo. Pasé mas rato del esperado intentando maquillarme, no hice un buen trabajo, pero era tan guapa que tampoco importaba. Como había acordado, mi chofer personal me esperaba a la puerta de la mansión. “Buenos días, señorita Magda” me saludó. Me condujo al instituto y se quedó esperando hasta que terminé las clases. Mi primer día de clases estupendo, conocí a mis nuevas compañeras e hice un montón de amigas. Era fácil hacer amistades cuando eres la más guapa del instituto y la hija del hombre más rico de la región. Fue entonces cuando me di cuenta de las verdaderas capacidades de mi nuevo cuerpo, no sólo era rápido en la comprensión de las asignaturas, también era superdotado en su facilidad para atraer a los chicos que continuamente se me acercaban y pude corroborar mis nuevas capacidades en las miradas envidiosas del resto de las chicas que me veían como una competencia insuperable. Acababa de llegar y ya era la reina, tal y como esperaba.
Cuando salí de clase marché al centro de la ciudad a comprar ropa nueva y a buscar una esteticista que me enseñara todos los trucos de belleza que iba a necesitar en el futuro. Seguía sin hacerlo bien, así que la contraté para que todas las mañanas me maquillara en mi casa antes de ir a clase.
De vuelta a la mansión volví a cambiar de cuerpo con Magda, alimenté mi vieja carcasa y lo volví a encerrar para retornar al joven cuerpo de Magda. Esta vez me desagradó mucho el cambio, no me sentía bien en mi viejo cuerpo, demasiado torpe, lento y con esa masculinidad que empezaba a darme asco. Pero pronto me liberé de él y estuve en mi auténtico ser, volvía ser Magda.
Al día siguiente regresé al instituto, donde seguí haciendo amistades con chicas y sobre todo con chicos que me adoraban. Fueron pasando los meses, estuve invitada a decenas fiestas y me eligieron la delegada estudiantil. Pero cada 2 días o como mucho cada tres tenía que volver a mi repugnante antiguo cuerpo para conseguir dinero, asearlo y alimentarlo. Debía cuidar su buen estado físico. Aunque yo cada vez era más feliz en mi nueva vida, Magda cada vez era mas desdichada, a través de los implantes sentía como se pasaba llorando casi todo el tiempo y como le pedía a Dios que la matara, que no podía seguir de esa forma. Pero yo no iba a permitir que lastimara mi viejo cuerpo, al menos hasta que el de Magda cumpliera 18. Eran tan grande el malestar que sentía Magda que había noches que tenía que desconectar los implantes para poder dormir, me resultaba inaguantable su sentimiento de pena y sus deseos de suicidio. Por fortuna en la sala acolchada no había nada con lo que ella pudiera autolastimarse. por lo cual dormía tranquilo.
Con esta rutina estuvimos durante años, en los que había conseguido ser la reina de la PROM y jefa del equipo de chearleeders. Me había graduado con honores en el instituto y había sido aceptada en la mejor universidad del país. A nivel personal había tenido media docena de novietes con los que follaba un par de veces a la semana.

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