Alex era el único amigo que había tenido en mi vida. La
única persona que entendía mi homosexualidad y la aceptaba sin problemas. Pero
él era heterosexual y yo muy pobre. Para ahorrar un poco de dinero compartíamos
apartamento, teníamos habitaciones separadas y camas separadas, nuestra
relación era tan sólo de amistad.
Pero Emma, la hija de nuestro jefe, se enteró de que un homosexual como yo compartía apartamento con otro de los obreros de la empresa. Habló con su padre y lo presionó para que nos despidiera. Y su padre lo hizo. Aún recuerdo la sonrisa de satisfacción de Emma cuando nos echó del trabajo para siempre.
Pero Emma, la hija de nuestro jefe, se enteró de que un homosexual como yo compartía apartamento con otro de los obreros de la empresa. Habló con su padre y lo presionó para que nos despidiera. Y su padre lo hizo. Aún recuerdo la sonrisa de satisfacción de Emma cuando nos echó del trabajo para siempre.
A partir de entonces, nuestra vida se hizo muy difícil. No
conseguíamos otro trabajo, por eso tampoco teníamos dinero y por eso nos
avisaron de que nos iban de desahuciar del apartamento que compartíamos. Con
lágrimas en sus ojos, Alex me dijo que se marchaba en busca del “medallón del
Cambio”, una fabulosa reliquia que nos permitiría conseguir dinero y solucionar
nuestros problemas. A la mañana siguiente, cuando desperté, Alex ya no estaba.
Lo llamé a su móvil, pero no me respondió. Lo llamé esa misma tarde y tampoco
respondió. Durante 3 semanas lo llamaba todos los días y no respondía. Hasta que, por fin, tres semanas después,
sonó mi móvil y era Alex quien llamaba. Me pidió una cita en el restaurante más
caro de la ciudad y con voz alegre me dijo que había solucionado todos nuestros
problemas monetarios y que me iba a ofrecer algo que cumpliría mis sueños.
Corrí al restaurante, pero allí no estaba Alex. De repente,
Alguien me agarro por el cuello y me besó en los labios. Asombrado separé la
boca y miré a la preciosa mujer que me había besado. Era Emma, la hija de mi
jefe y la canalla que había logrados que nos despidieran. Me miraba sonriendo,
sacó del bolso un medallón y, de repente, su rostro se transfiguró y pude ver
la cara de Alex en el cuerpo de Emma.
Te dije, que este medallón solucionaría nuestros problemas.
He empleado la mitad de su poder para cambiar de cuerpo con Emma, ahora
emplearé la otra mitad en vender este cuerpo y así conseguiré el dinero con el
que podremos vivir para siempre juntos y felices.
Tú eres mi amigo y mi primera opción de venta. Entonces…
¿Cuánto me pagas por el cuerpo de Emma?
Me quedé mirando a la cara de Alex con tristeza. Emma era
una auténtica belleza con una inteligencia privilegiada. Imaginaba con envidia
lo que hubiera sentido siendo una mujer tan sexy y joven como Emma, lo que yo
podría haber disfrutado del sexo teniendo un cuerpo tan femenino. Pero todo
eran ilusiones vanas porque no podía pagarlo. Sabes que no tengo nada, soy tan
pobre como tú, le respondí.
Claro que puedes pagarlo, no te pido dinero. Sólo te quiero
que te cases conmigo después del cambio. Tu eres la persona con la que quiero
compartir el resto de mi vida y si eres Emma serás mi compañera, mi mujer y la
madre de mis hijos ¿ACEPTAS?
Por supuesto que respondí que sí. Pero no respondí con la voz,
lo hice con el alma besando de nuevo a Alex. Fue el primer beso de amor
heterosexual en mi vida y el último que hice como hombre. Porque media hora
después era Emma, la millonaria hija del jefe de mi antigua empresa. Ya no
tendría que preocuparme por el dinero y podría casarme de blanco con Alex, el
hombre al que siempre había amado y que iba a ser mi amante heterosexual.
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