Me habían hecho 40 pruebas antes de aceptarme en la banda
motera. Pruebas de habilidad en la conducción, de conocimientos legales y
mecánicos. Todos los había pasado de forma sobrada. Tampoco me importaba un
carajo ser la única mujer en una banda de delincuentes que dormía en la
carretera y en pensiones de mala muerte. Soy una mujer adulta y sabía
protegerme.
Clark era el jefe de la banda y mi amante. Y fue el defensor
de mi presencia entre los moteros, se lo había dicho de forma clara y evidente
a sus camaradas. A cualquiera que me pusiera una mano encima, sin mi permiso,
él mismo lo iba a capar. Y cuando decía eso enseñaba un cuchillo de sierra de
grandes dimensiones. Aunque me miraban con lujuria, ninguno se atrevió a
tocarme. Me había convertido en la puta privada de Clark, incluso viajaba de
paquete en su moto. Pero no me
impostaba, la sensación de libertad y la vida salvaje de los moteros me hacía
feliz.
Con esta tensión vital aguanté durante meses, pero Clark no
era precisamente un jovencito. Tenía más de 50 años y llegaba exhausto al final
de cada jornada. Los compañeros de banda comenzaban a pensar que necesitaban un
nuevo líder más joven y más fuerte. Esto me asustaba, si Clark no podía
defenderme me iban a violar y probablemente me matarían.
Una noche, después de una ronda de sexo, le conté a Clark
mis temores. Le dije que quería abandonar la banda y volver con mi familia
antes de que fuera tarde. Me miró sonriente y me dijo que hacía tiempo que
esperaba que le dijera eso. Que debía montar y conducir la gran moto blanca del
líder de los moteros. Quien monte esa moto será nuestro jefe, todos lo temerán
y nadie se atreverá a hacer nada contra él. Si eres tú quien la monta, nunca te
harán nada que no desees.
Por un momento dudé: “Esa es tu moto” le dije. “es la mía”, respondió.
“Es hora de que la maneje una nueva líder, aunque esa líder tenga coño en vez
de pelotas” Y tú tienes todo lo necesario para ser nuestra líder. Ha llegado el
momento de que dejes el puesto de pasajeray pases a ser la conductora”
Tragué saliva y acepté. Clark iba a hacer un gran sacrificio
por mi seguridad y yo iba a ser la líder de una banda de moteros masculinos.
A la mañana siguiente, cuando llegó el momento de partir, se
reunieron los moteros ante sus monturas esperando que llegara su líder. Ninguno
podía montar o arrancar su moto hasta que lo hiciera su líder y les indicara la
carretera a seguir. Estaban esperando que llegara Clark, y Clark llegó
agarrándome de la mano. Hicimos parte del camino de este forma hasta que Clark
se quedó parado y yo continué caminando hacia la Gran moto blanca. En mi mono
ajustado y mis botas de tacón alto anduve segura y confiada entre ellos. Me
miraban con asombro y desafiantes, pero ninguno se atrevió a decirme nada. Terminé
mi paseo ante la moto de Clark. Me di la vuelta sonriendo y contemplé como
muchos de ellos s aguantaban las ganas de golpearme. Pero miraban a Clark y ninguno
tenía cojones de protestar. A grandes gritos pregunté si alguno tenía algo que
alegar a que yo fuera la nueva líder. Ninguno respondió. Volví a sonreír y me
subí a la moto de Clark, me había convertido en su nueva líder, giré la llave
del motor y arranqué la moto. La moto empezó a moverse y noté el viento en mi
cara, era relajante, cerré los ojos y me dejé llevar por la brisa. Cuando los volví
a abrir estaba de pie entre mis compañeros y ante mi estaba una sexy motera
embutida en un mono negro subida en la moto de Clark. Era mi propio cuerpo,
miré hacia abajo y vi el traje de cuero de Clark, las manos viejas de Clark y
las botas gastadas de Clark. En la moto, mi antiguo cuerpo alzó el brazo y
gritó que todo había ido bien, que había funcionado el robo de cuerpo y que
volvía a ser joven.
Se acercó a mi lado y me dijo que en su moto sólo se monta
un coño y que ahora era el suyo. Me golpeó, mientras me daba las gracias por un
cuerpo tan sano y tan bello. El resto de moteros le siguió, todos ellos me
dieron puñetazos y patadas hasta que no pude moverme y me quedé sangrando en el
suelo.
La nueva líder volvió a alzar el brazo y aceleró. Desde el
suelo la vi alejarse seguida de su grupo de moteros.
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