Mario había sido mi amor secreto, me parecía un chico maravilloso, pero nunca me había atrevido a decirle que lo amaba. Por eso cambié de cuerpo con Mara. Mara era una chica tímida y poco agraciada físicamente, pero era la novia de Mario, y con eso bastaba para hacerme feliz. Las dos semanas que había pasado en el cuerpo de Mara fueron las mejores de mi vida. Pero aquella mañana todo cambió. Fui traicionada por la única persona en la que confiaba, mi amiga Laura.
- Mario es mío. No
importa que antes fuera tu novio. No podrás quitármelo. Soy más guapa, más divertida
y más inteligente que tú. No puedes ganarme en nada. Soy la mejor en todo y me
quedo con cualquier cosa tuya que me apetezca. Todo lo tuyo es mío. ES DERECHO
DE CONQUISTA. Me dijo Laura.
Hasta ese momento había pensado que Laura era mi mejor
amiga. Tal vez mi única amiga. No podía soportar esta traición.
Mientras me decía esto llegó Mario que empezó a besar a
Laura delante mía, como si yo no estuviera allí. Laura me miraba con una
sonrisa maliciosa, disfrutando de su momento de triunfo, de la humillación que
me causaba.
Me concentré en la imagen de Laura, en su cara sonriente,
iba a pagar todo lo que me había hecho. Noté como el poder de los cambiadores
de cuerpo fluía por mis venas llenando mi alma de energía, y con la fuerza de
mi voluntad intercambié de cuerpo con mi víctima.
Sentí una ligera desorientación y abrí los ojos para ver a
mi antiguo cuerpo desplomarse en el suelo. Mientras tanto saboreaba la saliva
de amante en mí boca. Noté como su lengua jugaba con la mía, así que la mordí
con fuerza. Su sangre llenó mi boca, tenía sabor a juventud, disfruté de la
energía que me transmitía. Los cambiadores de cuerpo nos alimentamos de amor y
fuerza vital. Si no tenemos amor tendremos fuerza vital y sangre. Y ella me iba
a saciar.
Laura gritó de dolor y me empujó y me empujó. ¿Qué has
hecho, estás loco?
-
Estoy loco por ti, Te voy a amar de una forma
que nadie lo ha hecho antes. Vente a mi piso que te voy a ofrecer una sesión de
sexo que nunca olvidarás.
Sabía que Laura no iba a dejar pasar esta oportunidad. Y no
lo hizo. Sonriendo aceptó mi oferta, me agarró de la cintura y nos marchamos
mientras ella seguía mirando al cuerpo de lana tendido en el suelo.
Ahora tenía el cuerpo de Mario e iba a vengarme de lo que me
había hecho Laura.
-
Ahora eres mía, y voy a hacer contigo lo que
quiera. ES DERECHO DE CONQUISTA. Le dije.
Y Laura seguía sonriendo.
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