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domingo, 21 de julio de 2019

Transmisor de Orgasmos (3º Parte de 3)


No perdí el tiempo, intuía lo que iba a encontrar y quería recoger los registros de Marco antes de que llegara la policía. Aún quedaban un par de horas para que amaneciera cuando llegué al laboratorio. Como esperaba, Marco había tenido la muerte más placentera de la historia. Estaba tumbado en la cama con los ojos vueltos del revés, la piel azulada por la falta de riego sanguíneo y el pelo blanco. Incluso olía a carne en descomposición, apenas habían pasado unas pocas horas desde la muerte y su cuerpo ya se estaba pudriendo.

Ahora comprendía muchas cosas. Para que no pudiera evitar su muerte, Marco quiso hacer en solitario la última fase de su experimento. El canalla sabía que iba a morir y quería llevarse a la tumba el mayor descubrimiento de la historia.
Las máquinas seguían funcionamiento y se escuchaba el ronroneo del casco con cables que aún operativo. Me acerqué al cadáver de Marco para quitarle el casco cuando escuché una voz que decía. “Existe suficiente universo para dos dioses, ponte el casco y serás eterna” Me asuste, era la voz de Marco, pero aún estaba delante de su cadáver que olía a podrido. Acerqué mi oído a su boca y escuché “No existe el tiempo, la muerte y la vida son pura ilusión, yo he muerto y he resucitado mil veces mientras escuchas esta palabra. Comparte el renacer conmigo, ponte el casco” pero no era la voz de Marco la que había escuchado, era mi propia voz la que susurraba a mi oído.
Estaba realmente asustada, dudaba de mi cordura, tal vez me estuviera volviendo loca o me estuviera convirtiendo en una santa. Pero Marco era cualquier cosa menos un dios benefactor yo tampoco era una santa. Comprobé los datos del ordenador central y lo entendí todo. La noche anterior había experimentado que con un orgasmo multiplicado por 16 parece detener el tiempo en un paraíso perpetuo, pero Marco había llegado mucho más allá que la ilusión del edén. Había grabado los impulsos eléctricos del casco y los había convertido en un bucle perpetuo que se repetía a si mismo hasta la eternidad. Marco había gozado de un orgasmo sextodecuplo a su máximo nivel durante una noche completa. Ningún cuerpo humano puede soportar semejante intensidad más de 2 o 3 segundos, pero Marco había estado horas enteras gozando las sensaciones más extremas que jamás haya sentido un ser humano. Por eso se había descompuesto su cuerpo que ahora goteaba sus vísceras en el suelo y por eso había muerto. ¿Pero, quién me había pedido que me pusiera el casco?
No lo dudé un segundo. Cien vidas de placeres humanos eran nada comparadas a un solo segundo conectado a la máquina. Me tumbé junto al cadáver de Mario, le quité el casco de su cabeza y lo puse en la mía.
Inmediatamente sentí la ilusión de desaparecer y recrearme en mi propia imaginación. Ya no era lo que era, era lo que creía que era. A mi lado estaba Marco, que nunca había muerto, diciendo que me pusiera el casco para ser como él. No existía el tiempo, no tenía cuerpo y por tanto tampoco tenía edad para medirlo. Todo mutaba con mi mirada, nada era predecible menos las células detectoras del placer de mi cuerpo que se destruían de puro goce para automáticamente renacer y volver a destruirse de pura magnificencia. No me importaba que mi yo mortal se perdiera esta grandeza, pero de todas formas susurré al oído Carmen: “No existe el tiempo, la muerte y la vida son pura ilusión, yo he muerto y he resucitado mil veces mientras escuchas esta palabra. Comparte el renacer conmigo, ponte el casco” sabía que esa frase la repetiría cientos de veces, miles, millones, tal vez lo hiciera infinitas veces y que incontables Carmen Sanz las volverían a repetir eternamente para salvar a otras Carmen Sanz de su cárcel corporal. Pero no me importaba porque hay Universo y dimensiones para todas y para siempre.
Mientras tanto supe que en un pasado muy lejano llegaba la policía al laboratorio y encontraba mi cuerpo en putrefacción al lado del cuerpo momificado de Marco. Pero eso iba a pasar en un futuro muy lejano del pasado. Y no me importaba porque la agonía de mi cuerpo real era inacabable para que mi alma inmortal disfrutara eternamente.

4 comentarios:

  1. Estimado lector. Si has conseguido aguantar hasta aquí, leyendo este relato tan extraño, tengo que aclararte una cosa.
    Hace unos meses escribí un cuento del que me sentía muy orgullosa. Se lo di a leer a mis amigos y uno de ellos me hizo ver que el argumento de mi cuento es muy similar a una película de principios de los 80. Busqué la película en Internet y me llevé el gran chasco de que era verdad lo que me había dicho. Mi cuento tenía grandes similitudes con la película. No sé si es pura casualidad o que en la infancia había visto esa peli y no la recordaba, el caso es que mi relato terminó en la papelera. Pero quería sacarle provecho a la idea y dado que el guion no me servía para una novelilla, al menos podría aprovecharlo para una saga de caps. Es lo que he intentado hacer en estas tres caps, pero el espacio es muy pequeño y me ha quedado una historia demasiado extraña. Espero que la disfrute alguno de mis lectores.

    UN SALUDO

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    1. A todo escritor le debe pasar lo mismo yo he escrito historias y cuando las leo son demasiado parecidas a una película o historia que ya he leído por eso trato de escribir historias poco comunes

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  2. Apenas tuve tiempo de leer tu historia que grorioso tormento un placer infinito quien se resistiría a una muerte tan placentera

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    Respuestas
    1. Si, eso es la sensación que da al lector, pero yo quería dar a entender mucho más y creo que lo conseguía en el cuento. En estas caps se ha perdido. Quería dar a entender que mi personaje se convertía en algo parecido a un Dios descarnado, alguien que está más allá del tiempo, de los cuerpos y del placer.

      En fin, al menos he aprendido que no debo escribir resúmenes de historias mucho más largas

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