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sábado, 20 de julio de 2019

La Foto de mi Abuelo

Cuando Blanca me trajo la foto parecía asustada. “Mira esta foto y dime que pasa aquí” me dijo con la voz entrecortada por el miedo. Yo miré la foto y no conseguí recordar cuándo se había hecho. Era un retrato en papel viejo y algo descolorido, tomada quizás, en los últimos días del instituto. En ella estábamos Blanca, mi novia Laura y yo misma haciendo corazoncitos con las manos como harían tres adolescentes idiotas.
Me encogí de hombros y le respondí que no veía nada extraño. Era tan sólo el retrato de tres niñas cursis, pero no parecía tener nada en especial hasta que me fije en mi propia cara. No era mi rostro el que aparecía, era el de mi abuelo el que estaba dónde debería verse el mío.
Le pedí la fotografía a Blanca y enfadada busqué a mi abuelo. Hacía tiempo que no aparecía por casa, pero esta vez tuve suerte y conseguí encontrarlo. Estaba en su despacho, recostado en el gran butacón. Sonrió cuando le enseñé la imagen. ¿Qué es esto? Le pregunté.
“Eres tú” “¿Porqué está tu cara en mi cuerpo?” “Porque los bodyhoppers mostramos nuestro auténtico rostro en las fotografías. No podía permitir que rompieras con Laura, esa chica nos va a hacer felices en el futuro y no podía dejar que te alejaras de ella. Así que poseí tu cuerpo y la enamoré para que siempre estuviera a nuestro lado”
No podía creer lo que estaba escuchando. Mi abuelo me había robado el cuerpo para buscarme novia. Pero había algo que me asustaba más “Hablas de que NOS va a hacer felices, ¿Vas a seguir poseyéndome para estar a su lado?”
Mi abuelo me miró con su mirada triste y compasiva, me agarró las manos y las besó, luego me dijo “Sólo he poseído tu cuerpo una vez y fue para que no te separaras de Laura. Solamente esa vez y nunca más lo volveré a hacer. Porque yo te amo y haré cualquier cosa para que seas feliz”
Sentí cierto alivio después de escuchar sus últimas palabras. Mi abuelo nunca me había mentido y sabía que esta vez tampoco lo estaba haciendo.
Pero una duda, de repente, me agitó el corazón. Abrí el álbum de mis fotos en papel y examiné las imágenes mas recientes de Laura. Había decenas de ellas, pero en todas estaba la cara de mi abuelo donde debería estar el rostro de Laura. Me invadió la rabia y de nuevo busqué a mi abuelo. Esta vez no pude encontrarlo, se había marchado otra vez y esta vez sabía que era para siempre.
No sabía que hacer, estaba desesperada y las lágrimas me corrían por la mejilla.
En ese momento sonó el timbre y abrí la puerta. En el portal estaba Laura, que sonrió con tristeza al verme. Con delicadeza me secó las lágrimas con el dorso de su mano y me dijo “Te dije que haría cualquier cosa para que seas feliz porque te amo y acabo de hacerlo, nunca más me iré de tu lado”
Yo también sonreí y la besé en los labios mientras le susurraba al oído “Gracias abuelo”

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