Cuando Blanca me trajo la foto parecía asustada. “Mira esta foto y dime
que pasa aquí” me dijo con la voz entrecortada por el miedo. Yo miré la
foto y no conseguí recordar cuándo se había hecho. Era un retrato en papel viejo
y algo descolorido, tomada quizás, en los últimos días del instituto. En ella
estábamos Blanca, mi novia Laura y yo misma haciendo corazoncitos con las manos
como harían tres adolescentes idiotas.
Me encogí de hombros y le respondí que no
veía nada extraño. Era tan sólo el retrato de tres niñas cursis, pero no parecía
tener nada en especial hasta que me fije en mi propia cara. No era mi rostro el
que aparecía, era el de mi abuelo el que estaba dónde debería verse el mío.
Le pedí la fotografía a Blanca y enfadada busqué a mi
abuelo. Hacía tiempo que no aparecía por casa, pero esta vez tuve suerte y
conseguí encontrarlo. Estaba en su despacho, recostado en el gran butacón.
Sonrió cuando le enseñé la imagen. ¿Qué es esto? Le pregunté.
“Eres tú” “¿Porqué está tu cara en mi cuerpo?” “Porque los bodyhoppers mostramos nuestro auténtico rostro en
las fotografías. No podía permitir que rompieras con Laura, esa chica nos va a hacer
felices en el futuro y no podía dejar que te alejaras de ella. Así que poseí tu
cuerpo y la enamoré para que siempre estuviera a nuestro lado”
No podía creer lo que estaba escuchando. Mi abuelo me había
robado el cuerpo para buscarme novia. Pero había algo que me asustaba más “Hablas de que NOS
va a hacer felices, ¿Vas a seguir poseyéndome para estar a su lado?”
Mi abuelo me miró con su mirada triste y compasiva, me agarró
las manos y las besó, luego me dijo “Sólo he poseído
tu cuerpo una vez y fue para que no te separaras de Laura. Solamente esa vez y
nunca más lo volveré a hacer. Porque yo te amo y haré cualquier cosa para que
seas feliz”
Sentí cierto alivio después de escuchar sus últimas
palabras. Mi abuelo nunca me había mentido y sabía que esta vez tampoco lo
estaba haciendo.
Pero una duda, de repente, me agitó el corazón. Abrí el álbum
de mis fotos en papel y examiné las imágenes mas recientes de Laura. Había
decenas de ellas, pero en todas estaba la cara de mi abuelo donde debería estar
el rostro de Laura. Me invadió la rabia y de nuevo busqué a mi abuelo. Esta vez
no pude encontrarlo, se había marchado otra vez y esta vez sabía que era para
siempre.
No sabía que hacer, estaba desesperada y las lágrimas me corrían
por la mejilla.
En ese momento sonó el timbre y abrí la puerta. En el portal
estaba Laura, que sonrió con tristeza al verme. Con delicadeza me secó las
lágrimas con el dorso de su mano y me dijo “Te dije
que haría cualquier cosa para que seas feliz porque te amo y acabo de hacerlo,
nunca más me iré de tu lado”
Yo también sonreí y la besé en los labios mientras le
susurraba al oído “Gracias abuelo”
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