Siempre había sido un gran interprete, me habían aclamado
como uno de los mejores violinistas de la historia, pero no estaba satisfecho.
Necesitaba alcanzar la perfección, ser capaz de interpretar una partitura de
forma exacta e inmejorable. Pero, tras muchos años de intentarlo no lo había conseguido.
Se había convertido en una obsesión, hasta el punto de que el único sentido de
mi vida era conseguirlo.
Por eso había vendido mi alma al demonio, para poder gozar
de la perfección, aunque fuera durante un solo minuto.
Mefistófeles me entregó el violín y me dijo. “Con este
violín podrás interpretar una melodía como nunca nadie lo ha hecho antes.
Cuando lo uses sus notas serán exactas, la vibración será la justa y su
entonación la ideal. No durarán ni una milésima más, ni una milésima menos, ni
serán más agudas o más graves que las exactas para tu sensibilidad como músico.
Pero no olvides la única condición. Este violón solo podrás
usarlo una vez y para una sola partitura, después morirás y entregarás tu alma
a Lucifer. Elige adecuadamente y disfruta del placer de la perfección”
El violín estaba fabricado con las míticas raíces del Tejo
Negro sahariano. Su simple contacto era mortal, pero ese árbol cantaba por las
noches y su madera era capaz de vibrar como si estuviera viva. Las cuerdas
habían sido creadas con la siringe de mil ruiseñores. Estaba barnizado con sangre
de vírgenes y el arco era el que usaba Apolo para inspirar las más bellas
poesías a los juglares.
Cuando sopesé el violín y lo puse sobre mi hombro sentí como
temblaba mi cuerpo, el veneno del Tejo me estaba afectando, pero al mismo
tiempo me llenaba de energía y fuerza para tocar el violín como nunca se había
hecho antes. Alcé el arco, lo bajé sobre el puente e hice sonar por primera vez
las cuerdas. En ese momento se abrieron las puertas del cielo y pude ver como
cantaban los ángeles desde el alma de mi violín. La música se iluminaba en el
aire y explotaba en mil colores que giraban a mi alrededor y se fundían en múltiples
arcoíris que traspasaban mi piel y llenaban mis pulmones. Podía respirar música
y los acordes viajaban por mis venas. Pero no era yo quien manejaba mis manos,
eran las musas las que movían mis dedos en el mástil del violín.
Mis dedos se movían como si fueran rayos y los sentía arder con
la energía y fuerza de la inspiración hasta que se enfriaban con el roce de las
cuerdas que estaban heladas como la misma muerte. La melodía estaba terminando
cuando me di cuenta de que no era yo quien hacía sonar el violín. Era tal la
perfección que tan sólo la Musa Euterpe era capaz de interpretar esa música.
Apenas quedaban unas pocas notas cuando pensé “Si Euterpe está en mi cuerpo
haciendo sonar el violín ¿Quién está en su cuerpo?” Apenas quedaban diez notas
para terminar la partitura y para que Lucifer se llevara mi alma. 9, 8 7,
6…Notaba la energía, la inspiración y la fuerza 5, 4, 3, 2 1…. Y reuniendo toda
mi fuerza de voluntad conseguí detener la interpretación. Había faltado una
nota, la interpretación no era perfecta y Mefistófeles no podía quedarse mi
alma. Pero notaba como Euterpe, que había poseído mi cuerpo, intentaba por
todos los medios hacer sonar esa última nota, para que terminara la partitura.
Yo me resistía, pero cada vez me costaba trabajo, no podía luchar contra la
fuerza de una diosa. Y por fin me di por vencido. Cerré los ojos, sentí como
arrancaban el alma de mi cuerpo y me rendí.
Era terrible, había pedido el instante que tanto había
deseado. Había dejado escapar la ocasión de sentirme perfecto. Cuando se me
aclaró la mirada ya no estaba en mi cuerpo. Lo observaba con otros ojos y pude
ver como los dedos, de mi viejo cuerpo, impulsados por un espíritu extraño pulsaban
la última nota de una obra perfecta. El tiempo parecía temblar y detenerse en el
instante infinito en el que resonaba el final de una obra divina. Miré a la que
había sido mi cara y la vi sonreír con una felicidad como nunca había tenido
cuando era mía. La maldita Musa me había obligado a cambiar de cuerpo para ser
ella la que disfrutara de ese instante irrepetible. Nada más terminar la última
vibración del último sonido, Lucifer arrastró su alma hasta el infierno.
mientras se abrían las puertas del Averno, ella seguía riendo de auténtica
felicidad. Porque había sido ella la que había conseguido terminar el momento
más bello en la historia de las artes.
Yo estaba en el cuerpo de una diosa, era una de las mujeres
más bellas del Universo y estaba condenado a vivir eternamente. Una vida de
eterna insatisfacción en la que jamás podría interpretar una obra de forma
exacta y justa. Me senté en un rincón y lloré desconsoladamente, me esperaba
una infinitud de obras casi perfectas, pero jamás recuperaría el instante de
plenitud que me había robado, nada había mas frustrante y más cruel.
Valla al grado que una obsesión te puede llevar cambiar tu vida por un momento de satisfacción plena por sierto la historia de la violinista no la escribí ni la sugeri auque es un alago que pienses que yo puedo escribir o sugerir una historia como esa paz y amor ✌️
ResponderEliminarEs algo que nos pasa a todos, Oswaldo. Tenemos una obsesión extraña por alcanzar la perfección y sabemos que nunca la vamos a conseguir.
EliminarAhora mismo no tengo ni una sóla cap en este blog con la que esté contenta, todas las cambiaría o modificaría en algo o completamente.
Pero sería aburridísimo si todo lo que hiciéramos fuera perfecto.
UN SALUDO, majete
esta muy buenas historia
ResponderEliminarpodrás hacer una historia de cambia forma de hombre a mujer parecido a los poderes clayface(sale batman)
Perdona Tomás.
EliminarTe agradezco mucho que leas mis historias y me agrada mucho que te gusten.
Pero no suelo hacer peticiones, no te lo tomes a mal, no tengo nada contra ti, es una norma que casi siempre cumplo. Además he tenido que buscar Clayyface en la wikipedia para saber quién es.
Espero que no te moleste, lo que sí voy a hacer es dedicarte alguna cap con un multiforme.
Espero que te valga y te mando un saludo.
Sin problemas
EliminarGracias