1
2
Era la cuarta noche del experimento y no pude dormir. Aún tenía el coño húmedo y me sudaban los pechos cuando recordaba en el casco con cables.
No esperé a que amaneciera, me vestí apresuradamente y corrí
al laboratorio. Allí estaba Marco que sonrió cuando miró a su reloj y comprobó
que llegaba al laboratorio con media hora de adelanto.
“Soy viejo, no puedo aguantar este ritmo. Hoy será la última sesión de los ensayos” No me gustó lo que escuchaba, pero él era quién pagaba y respondí “de acuerdo” al mismo tiempo que hacía gestos de desagrado con la cabeza.
Marco abrió el local, encendió la iluminación y se retrasó
un cuarto de hora en poner en funcionamiento las máquinas. Luego colocó el caso
con cables en mi cabeza y dijo: “Lo que hoy vas a disfrutar
es lo más parecido al paraíso celestial en la tierra. Sentirás los orgasmos
femeninos de tu cuerpo mezclados con los masculinos del mío. Aunque no se va a
quedar en eso, porque gracias a la conexión entre cascos yo gozaré de las
mismas sensaciones que tú. Pero vamos a ir mucho más allá que el simple placer
animal porque voy a retroalimentar el sistema. Los orgasmos que yo disfrute se
transformarán en impulsos eléctricos que serán devueltos a tu unidad y aprovechando
que disfrutabas de dobles orgasmos se convertirán en cuádruples, y la máquina
los regresará a mi casco. Y dado que yo estaba sintiendo el placer por cuatro
pasaré a sentir orgasmos óctuples, que se reemitirán a tu casco para
convertirse en orgasmos sextodécuplos
que yo también sentiré. Algo que sólo las almas
elegidas podrían gozar en el cielo. He programado la máquina para que cierre el
circuito automáticamente y evitar que nuestros cuerpos humanos revienten al no
poder soportar placeres tan sobrehumanos.
Si estás dispuesta y tienes valor
para superar los límites del placer humano, empezaremos ahora mismo”
Cuando comenzó el experimento las sensaciones eran tan
extremas que una simple caricia se convertía en un puñetazo y los besos eran
como ladrillazos en los labios. Tuvimos que detener la máquina y Marco me
prometió que sólo las activaría en el instante en el que los orgasmos fueran
más intensos y mas puros. Lo que no me dijo es que también pondría en
funcionamiento la grabadora.
Esta vez Marco no disfrutó de la sesión de sexo previa al
ensayo. Parecía asustado y yo no entendía el motivo hasta que le escuché
murmurar: “Ha llegado el momento” y pulsó el botón de puesta en funcionamiento del
sistema.
Tuve la sensación de que una fuerza insoportable arrancaba
el alma. Pero seguía viva, aunque era incapaz de controlar las reacciones de mi
cuerpo, que se dejaba acariciar por mareas de sensaciones extremas que eran absorbidas
por las células de mi cuerpo. Me retorcía como las serpientes mientras mi garganta
echaba sangre de puro placer, sentía como estallaban las neuronas de mi cerebro
intentando controlar la sangre que le inundaba en riadas. Podía ver como
brillaban los ojos De Mario como relámpagos y como nuestros espíritus se disolvían
como si fueran humo en el más puro placer.
Nunca había podido imaginar que se pudiera sentir algo tan
maravilloso y tan extremo, y sabía que podría agarrarme a esa sensación
eternamente porque mi corazón se había parado incapaz de funcionar sin la
sangre que se acumulaba en mi cerebro. Yo quería que eso no terminara, deseaba
que ese fuera mi final, ansiaba desaparecer en la nada en ese preciso instante.
¿Para qué iba a existir si jamás podría repetir lo que vivía en ese momento?
Sólo quería morir y que esos momentos duraran para toda la eternidad. Pero me
di cuenta que un segundo en ese estado era mayor que un siglo de vigilia.
Llevaba milenios viviendo en el mar del placer y del sexo sobrehumano cuando se
paró la máquina. El sistema de alarma había detenido el circuito.
Me levanté de la cama como si fuera una recién nacida, era
capaz de recordar cada instante de mi vida y de adivinar cada segundo de la
vida de Marco. Sabía que iba a morir y que lo haría pronto, ningún humano puede
controlar el poder de los dioses. Me miré en el espejo y observé que era más
bella que nunca lo había sido, mi pelo se había tornado rubio y mis ojos eran azules
como el cielo sin estrellas. Mi ADN había sido incapaz de adaptarse a su nueva
realidad y había mutado mi cuerpo para mantenerme viva.
Marco también se levantó, parecía un joven de 20 años y se
le veía igual de fuerte y vigoroso. Me dijo que el experimento aún no había
concluido que quedaba la parte más trascendente de sus estudios. Me pidió que
volviera al día siguiente y que guardara los registros de lo que él iba a hacer
esa misma noche. En ese momento detuvo la grabación.
No quería marcharme. Sentía en esos momentos lo mismo que
sintió Eva cuando la expulsaron del paraíso. Pero acepté mi destino y me marché
con la idea de volver al día siguiente y volver a conectar el casco con cables a
mi cabeza.
En serio que inusual mente sexy andas un poco amorosa pero me gusta la historia
ResponderEliminar