Cuando llegué al laboratorio me costó trabajo reconocer el
cuerpo de Carmen. Estaba clavada en la pared, a medio descuartizar. Su pecho,
que estaba abierto como si fuera un libro, permitía contemplar sus vísceras aún
palpitantes y malolientes. Todo era inmundicia y podredumbre. Era difícil
imaginar que esa piltrafa humana había sido la muchacha más bella del colegio,
mi sueño prohibido y la chica por la que había pagado una fortuna. Lo único que
quedaba incólume y sin heridas era su cara que, sin embargo, estaba lívida y
fría. Tenía los ojos cerrados como si no quisiera ver el horror que estaban
haciendo con ella. Me sentía fatal, había pagado millones para que la
convirtieran en un traje de piel, pero nunca me imaginé que el proceso fuera
tan cruel y tan malsano. Me acerqué a su oído y con la voz rota por el dolor le
susurré: “Perdóname, yo no quería que te hicieran esto”
En ese momento abrió los ojos llenos de sangre y se carcajeó
de forma ruidosa. Luego estiró el cuello para acercar su rostro al mío y con
todo el odio que había en su alma me dijo: “Tú has pagado para que me
hagan esto, pero te arrepentirás” Intentó contarme algo más, pero la
sangre podrida que manaba de su boca le impedía hablar. Tampoco se lo permitió
Mario, que entró en ese momento al laboratorio, le agarró la cabeza, le forzó a
abrir la boca y con unas tijeras de trinchar pollos le cortó la lengua y la tiró
al suelo. “Su lengua no nos sirve y ya no te
molestará más” Luego sonrió con sus dientes negros y dijo: “No me mires con esa cara de odio, necesitamos que siga viva
para que la piel esté fresca cuándo tú la vistas y no se acartone” Seguía sonriendo de forma maligna, disfrutando del
instante. “Te voy a entregar una muestra de lo que
has comprado, quítate la chaqueta y remángate la camisa” Mario
seguía sonriendo, pero ahora los ojos se le oscurecían con un extraño brillo
negro. Estaba colgando mi chaqueta de la percha cuando escuché un rasgueo, me
di la vuelta y, horrorizado, contemplé como Mario cortaba con una sierra de
madera el brazo derecho de Carmen. Me dieron ganas de vomitar y miré a la cara
de la pobre Carmen. Ella tenía los ojos perdidos mirando a la nada, pero llenos
de lágrimas y sangre, abría la boca para gritar, pero no salía un solo murmullo
de su boca sin lengua. Recé para que se desmayara, pero no pudo, Mario le
agitaba la cabeza y le echaba agua en el rostro para que no perdiera el sentido.
Terminado su macabro trabajo, vendó cuidadosamente el muñón ensangrentado de
Carmen y lo volvió a clavar a la pared. Luego, con unas tijeras pequeñitas hizo
un corte a lo largo del brazo seccionado hasta la punta del dedo índice, con
ambas manos tiró fuertemente de la piel y la fue separando de la roja carne que
caía al suelo entre gotas de sangre. Cuando la terminó de arrancar la colocó
sobre una mesa metálica y uso un cuchillo plano como si fuera un raspador para
retirar hasta el último gramo de grasa. Con delicadeza colocó la piel dentro de
una cubeta metálica con un extraño líquido verde y esperó 5 minutos. Con
guantes de plástico la recogió, se acercó a mí y me dijo que la vistiera como
si fuera un guante y que debía hacerlo antes de que se secara el líquido o
perderíamos el brazo de Carmen para siempre.
Miré la piel húmeda en mis manos, luego a Carmen llorando
clavada en la pared y después al sádico que le había hecho eso y no lo dudé.
Recogí la piel y con sumo cuidado introduje mi mano izquierda dentro de ella.
Era increíble, mi mano se deslizó fácilmente dentro de su piel que se alisaba y
estiraba sobre mi brazo. Mis dedos encajaron a la perfección en los huecos de
lo que habían sido los dedos de Carmen. Estiré el resto del pellejo hasta el
codo y vi cómo se diluía en mi piel. De pronto mi brazo era más pequeño, con un
tono claro precioso y con uñas rojas al final de mis dedos. Hacía años que no
sentía tanta fuerza en mi mano. Mi cuerpo terminó de absorber el líquido y
sentí el brazo de Carmen como si fuera el mío, Ahora tenía una mano pequeñita
con los dedos largos y finos. “Tiene dedos de
pianista” me dijo Mario. Y supe
que era verdad, sentía que con esa mano podría tocar fácilmente el violín y el
piano con la misma habilidad que lo hacía Carmen en sus ratos libres.
Woo o siempre tan orinal me dejas inpresionado y aterrorizado 😰 a la vez te puedo pedir un favor contactarme a través de Hangouts si
ResponderEliminarSoy mas antigua que el hilo negro, Oswaldo.
EliminarNo sabía lo que es Hangouts. Intentaré instalar eso y conectar contigo, pero no te prometo nada, soy demasiado torpe.
Perdón quise decir original no orinal error mío perdón 🙏
ResponderEliminarEstas si son historias no como las que tengo en la casa te lucistes un tono oscuro pero interesante 10 de 10 sigue asi
ResponderEliminarGracias Ranko, siempre intento hacer cosas interesantes, pero a veces lo mas interesante es ver donde me equivoco.
ResponderEliminarjajaja
Un saludo y gracias por pasarte por mi blog