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La corrupción del cuerpo humano es bella.
Porque permite la transformación, el cambio de forma, y la conversión en otra cosa.
La corrupción es bella, deseable y muy beneficiosa para el causante.
Hace un mes que recibí la llamada desesperada de Carmen Sanz. Toqué tres veces en su puerta, esperé un rato, pero no me abrió. Ya me marchaba cuando la puerta se movió y escuché la voz de Carmencita pidiendo que entrara.