Los Ángeles del Hospital "de San Juan de Dios" (Historia en 4 caps)

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El hospital “De Todos los Santos” de Granada tenía algo especial.

No era el edificio, que era antiguo y en mal estado, tampoco era el personal médico, que era mediocre, pero todos los pacientes desahuciados de la ciudad lo elegían para ir a morir.

Se contaba que en realidad no salvaban a nadie y que tampoco conseguían aumentar la vida de los enfermos, pero todos sus pacientes morían con una sonrisa en la boca y en medio de la más completa felicidad. Por eso mi familia pidió que me ingresaran en el hospital “De Todos los Santos” cuando supieron que sólo me quedaba una semana de vida.

Por dentro no se podía decir que fuera un hospital tradicional, más bien aparentaba ser un almacén donde se amontonaban los moribundos en espera de que todo terminara.

Después del primer día no entendía por qué mi familia me había enviado a ese lugar deprimente en vez de pasar mis últimas horas en compañía de mis seres queridos.

No puedo decir cuánto tiempo estuve allí, porque la mayoría del tiempo lo pasaba sedado y en coma. Hasta que llegó esa mañana en la que me despertó la enfermera “Carmen” Estuvo sentada junto a la cabecera de mi cama durante varias horas, después me cogió la mano de forma amorosa, la besó y acercando su boca a mi oído me dijo “Esta tarde vas a morir y no se puede hacer nada para evitarlo. Pero no te preocupes, en este Hospital nos hemos especializado en hacer que la última hora de nuestros residentes sea la más feliz de toda su vida.

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Desde el momento en que supiste que vas a morir has podido repasar lo que ha sido tu vida. Ya estás seguro de lo que te arrepientes de haber hecho y de no haber intentado. Sabes a quienes has fallado y a quienes deberías pedir perdón o dar las gracias.

Y aquí es donde actuamos el equipo de enfermeras del hospital “De Todos los Santos”  

Aunque no puedes moverte y de que te cuesta trabajo respirar, vas a poder pasar esa hora con tu familia, podrás contarles cuanto la amas, tranquilizarlas por tu muerte y arreglar los problemas con tus enemigos. Luego morirás contento y feliz y tú alma encontrará la paz para reunirse con Dios”

-          ¿Cómo puede ser eso? Le pregunté asombrado

-          Pronto lo verás, quedan poco más de 2 horas y media para que vivas este milagro.

Carmen tranquilamente se levantó de la silla, me besó la mano y se marchó sonriendo.

Comenzaba a comprender por qué la gente elegía este sitio para morir. Ahora sólo me faltaba comprobarlo por mí mismo.

Mis últimas horas fueron muy dolorosas. Casi no podía soportar tanto padecimiento, hasta que por fin se abrió la puerta y pude ver como entraba la enfermera Carmen. Andaba despacito, como siempre, agarró la silla que había junto la entrada, la situó junto a la cabecera de mi cama, me volvió a coger la mano y de nuevo me susurró junto al oído: “Ha llegado la hora, te quedan 60 minutos de vida. Debes limpiar todas las manchas de tu vida para tener el alma limpia cuando te reúnas con el Creador.

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Para que puedas hacerlo vamos a cambiar de cuerpo tú y yo y dispondrás una hora para arreglar tus problemas, terminado ese tiempo devolverás a tu cuerpo y morirá en paz”

Noté como se calentaba mi pecho y supe que era el espíritu de Carmen estaba guiando a mi alma y depositándola en su cuerpo. Me sentía muy bien cuando me levanté de la silla y me puse en pie sobre las piernas de Carmen. Estaba lleno de vida, de energías, como si tuviera la energía infinita de un verdadero ángel.

Sentí como una mano agarraba la mía. Miré hacia abajo y pude ver a mi viejo cuerpo tendido en la cama y tirando de mi mano para acercarla a su cara. Me incliné y Carmen desde mi cuerpo me dijo: “Sólo tienes una hora, no deberías perder el tiempo”

Y no lo perdí. En esos pocos minutos visité a mi anciana madre y a mis hermanas y les pedí perdón por no haberlas cuidado como se merecían. Tuve tiempo de besar a mi esposa y acariciar a mi hijo. Y para terminar devolví el dinero que había cobrado de forma ilegítima durante tantos años.

Todavía me quedaban 3 minutos cuando regresé al hospital resignado a mi muerte.

Carmen, desde mi cuerpo moribundo me miró sonriendo.

 - “Has vuelto para devolver mi cuerpo y mi vida”

- “Así es” le respondí seriamente.

-Pero no pareces contento a pesar de que pronto vas a estar sentado a la mesa del señor

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- No lo estoy porque es injusto. He vivido más de 70 años haciendo el mal y se me va a perdonar todo por una hora de arrepentimiento. Es injusto, no merezco el cielo si no lo he ganado.

Carmen seguía sonriendo cuando me respondió.

-          Me ha encantado tu respuesta. Muchas gracias por dar sentido a mi trabajo y a mi sacrificio. Te dije que tu cuerpo y tu vida iba a terminar en una hora. Pero no te dije que TÚ fueras el que va a morir.

Acababa de terminar esa frase cuando murió Carmen en mi cama con la misma sonrisa con la que siempre me había tratado.

He disfrutado de una nueva vida y de un nuevo cuerpo (el de Carmen) durante 40 años en los que he intentado ganarme el cielo haciendo de hacer el bien y pagar el gran favor que me hizo la antigua enfermera del hospital “De Todos los Santos”

Ahora ha llegado el momento de devolver el gran regalo que me hizo la enfermera “Carmen” décadas atrás. Por eso me he empleado como enfermera del Hospital “De Todos los Santos” y me siento en la silla de una habitación vacía esperando que llegue un moribundo que necesite una hora para arrepentirse de sus pecados y un cuerpo nuevo en el que hacerlo.