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martes, 8 de febrero de 2022

Enseñnzas Espirituales (historia en 4 Caps)

 Hace un tiempo comencé una historia que dejé incompleta, hoy la termino. Está dedicada a un buen amigo mio..

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1


No consigo recordar cuándo conocí a Marcos. La primera impresión que me causó es que era una persona totalmente diferente a mí. Me pareció un poco reservado y extraño. De todas formas, me parecía familiar. No podía adivinar el motivo y eso me atormentaba. Tenía que descubrir que causaba esa sensación. Por eso comencé a hablar con él.

Nuestras primeras charlas sólo sirvieron para certificar nuestras diferencias. No coincidíamos en los gustos, ni en las aficiones y tampoco en la edad y el sexo. Pero, mientras avanzaban las charlas sentía que existía algo que teníamos en común. Tal vez nos hubiéramos conocido en otra vida.

Sospechaba dónde se había producido nuestro encuentro, así que le pregunté: “Marcos, ¿Tú crees en los sueños lúcidos?” Me miró con aparente extrañeza, como si me hubiera vuelto loca, parecía no entender lo que le estaba preguntando.

Intenté explicarle que un sueño lúcido era un estado de consciencia en el que controlas lo que sueñas y dónde puedes dominar a tu espíritu para viajar por el mundo espiritual.

Marcos me miró extrañado, cómo si me tuviera miedo. Así que lo tranquilicé, le dije que esa misma noche iba a enseñarle de que se trata un sueño lúcido.

Había tardado años en controlar la proyección astral voluntaria y hacía meses que realizaba viajes espirituales controlados. En cuestión de segundos podía viajar al otro lado del Universo o consultar los archivos Akashicos. Pero esta vez el viaje era mucho más simple. En forma espiritual me situé en la cabecera de la cama de Marcos y esperé pacientemente hasta que él se durmiera.

No tuve que esperar mucho, pronto se durmió y pude contemplar como aparecía el cordón de oro que unía al alma y al espíritu de Marcos y cuando iba a iniciar el viaje por el inframundo lo paré. “Marcos, no debes viajar sin saber a dónde te diriges por el mundo de los descarnados, déjame que te enseñe el camino” Por unos instantes su espíritu pareció congelarse y luego pude escuchar su voz: “Enséñame a viajar, muéstrame el camino de los iluminados”

A partir de ese instante me convertí en la guía de Marcos, le enseñé a controlar los sueños a voluntad, a separar el cuerpo sensible del Ren, del Ba, del Ka, del Sheut y del Ibdul.

Le mostré las diferencias entre cuerpo, alma y espíritu. Y, sobre todo, conseguí que aprehendiera mis enseñanzas para que las recordara al despertar y cuando volviera al universo material.


Marcos aprendía rápidamente, pronto superaría mis posibilidades de enseñanza. Habíamos llegado a un punto en que no podía mostrarle nada más por las limitaciones físicas del cuerpo humano. Le señalé su cordón de oro y le dije: “Esta cuerda dorada te une a tu cuerpo material, te impide viajar por los mundos fronterizos y cruzar los universos inmateriales, si quieres conocer la inmensidad de la creación y al demiurgo en persona debes romperlo y destruir la cadena que te une al mundo de barro”

 

 

 Le expliqué los riesgos, el Universo espiritual está repleto de descarnados que anhelan encontrar un cuerpo sin dueño para poseerlo y regresar a la vida terrena. El cordón une al cuerpo, pero también a la vida, si lo rompes puedes perderte en el inframundo y perder tu cuerpo para siempre.

Marcos me miró asombrado y respondió “ADELANTE”

Pude ver como brillaban las pupilas de Marcos. Era la luz de los elegidos. La misma luz que habían tenido mis ojos, años atrás, cuándo ansiaba el conocimiento e iba descubriendo los mundos paralelos donde solo se abren los ojos de los iluminados.

Durante meses guie a Marcos por los paisajes insensibles y las tierras inmateriales.

La enseñanza era difícil hasta que comprendí, emocionada, que Marcos iba creciendo en conocimientos sin que yo le enseñara. Su espíritu infería la sabiduría por cada uno de sus poros. Ya no necesitaba usar la comprensión, ni el razonamiento, adquiría la iluminación en todos los momentos y en todos los lugares que visitaba. Igual que otros respiramos sin que nadie nos diga que debemos hacerlo, Marcos iba creciendo en sabiduría sin que nadie se la enseñara.

Pronto fue capaz de usar la meditación samadhi y consiguió moverse por el mundo de los no natos del planeta Hiranyaloka.

Pero aún le ataba la carne mortal. Debía romper su cordón dorado para viajar como lo hacen los santos difuntos entre las esferas celestes. Y destruir su conexión con su cuerpo mortal y su alma terrestre.

Así que esa noche organizamos nuestro primer viaje sin ataduras humanas. Le enseñé a romper su propio cordón de oro para poder viajar hasta los límites del razonamiento sensitivo y cruzar las puertas de los sueños hasta los universos cuánticos.

3

Por primera vez lo vi temblar de miedo.

¿Y si no puedo volver? ¿Y si ocupan mi cuerpo sin cordón? ¿Y si no quiero volver a mi cuerpo?

Lo tranquilicé. Nadie puede ocupar nuestro cuerpo sin permiso y bastaría con desearlo para volver a él, aunque no haya cordón de oro que nos una. También lo enseñé a construir un nuevo hilo de barro y a convertirlo en cordel de oro para volver a estar en comunión con el cuerpo sensible.

Para mayor seguridad le pedí permiso para habitar su cuerpo y defenderlo de los descarnados si volvía a sentir miedo o se perdía en el camino de retorno. En justa compensación le di permiso para que se refugiara en el mío si temía el ataque de algún comedentis.
Esa noche del alma dormimos en el planeta Río dónde crece la paz espiritual como el césped tras la lluvia. Estuve relajada y en estado mushin hasta que me despertó la sensación de que algo no iba bien en la lejana Tierra.
Instintivamente tiré del cordón de oro que me une al alma terrestre para volver a mi cuerpo de carne y sangre.
Pero no lo encontré. Recordé que lo había roto para enseñar a Marcos a viajar por las exosferas.
Apliqué el conocimiento adquirido en tantos años de iluminación y me emparejé cuánticamente a mi cuerpo mortal para poder retornar. Usando el entrelazamiento mi espíritu inmaterial pudo viajar instantáneamente por innumerables años luz. Pero algo me detuvo a pocos metros de mi cuerpo humano.

No podía entrar a mi residencia terrestre y me quedé detenida en el espacio-tiempo contemplando como mi cuerpo se movía sin mi consentimiento.
Asustada pude ver como el espíritu de Marcos lo habitaba.
Recordé que le había dado permiso para refugiarse en él y Marcos había usado ese permiso para robar mi cuerpo y mi vida humana.
Intenté luchar para expulsarlo del cuerpo de Carmen Sanz, pero no pude.
Marcos había aplicado mis enseñanzas para construir un cordón de barro que estaba mutando mediante la alquimia en cable de oro.
4


Vistiendo mis ropas y mis zapatos lo vi salir de casa con destino desconocido.
Marcos se había convertido en dueño de mi cuerpo e iba a disfrutar de mi vida hasta el momento de su muerte. Se había adueñado de mi cuerpo, de mi vida, de mis propiedades, haría mis estudios, cenaría con mis amigas, follaría con mi novio y sería la madre de mis hijas. La que iba a ser mi vida ahora era la suya.

Cuando descarnas para viajar por el Universo inmaterial, tu propio espíritu necesita volver a un cuerpo de barro para no disolverse en la nada. Y eso comenzaba a pasarme. Mi ser insensible poco a poco iba desapareciendo en las tinieblas de la nada. Mi espíritu sólo podía mantenerse en vida si descansaba en un cuerpo terreno.
Y ocupado el que había sido mío sólo quedaba un cuerpo terreno vacío que yo conociera.
Sin otra solución, ocupé el cuerpo de Marcos. Muté mi espíritu para que se adaptara al cuerpo de Marcos y rápidamente lo llené con mi espíritu y construí un hilo de barro para que me uniera a él.
En pocos segundos yo era Marcos, y lo era por mi propia voluntad.
Cuando abrí los ojos de Marcos por primera vez, como si fueran los míos, pude ver a mi antiguo cuerpo, al cuerpo de Carmen Sanz, sentado frente a mí con el mismo brillo en las retinas que había observado en el alma de Marcos.
Sin parar de sonreír me dijo: “Ahora tú eres Marcos y yo soy Carmen, y lo somos para todos los mortales y hasta el fin de nuestros días. No intentes molestarme porque nunca más voy a viajar al inframundo en tu compañía. Desde este momento YO soy la maestra y tú el alumno. Así que no vuelvas a dirigirme la palabra”
Se puso en pie y haciendo sonar sus tacones se alejó para siempre de mi vida.


 

 

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