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viernes, 8 de abril de 2022

Encantamiento Musical (Historia en 3 caps)

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Dicen que Beethoven escribió su Novena Sinfonía estando sordo. Era incapaz de escuchar la música que componía, simplemente sentía como las vibraciones sonoras influían sobre su cuerpo y su alma. Es lo mismo que quería sentir mi tio abuelo Marcos y para lograrlo tapaba sus oídos simulando una sordera absoluta. Hizo que le construyeran un violín de 2 mástiles curvos y 12 cuerdas capaz de emitir ultrasonidos e infrasonidos y se sentaba cómodamente a sentir como su violín aceleraba su pulso y erizaba sus cabellos.

Un día me dijo que había encontrado una nota que mantenida durante 5 segundos era capaz de matar a las moscas y a los mosquitos. Yo no me lo creí, pero lo cierto es que a partir de ese momento no volvió a haber insectos en su casa.

Pero eso no era suficiente para él, lo que de verdad le emocionaba era su investigación sobre la influencia de las notas musicales sobre las ondas cerebrales humanas. Compuso varios temas que hacían que el oyente durmiera maravillosamente o que movieran su pupila para hacerle ver visiones. También era capaz de pararte el corazón con un timbre sonoro continuo o hacer aullar a todos los perros del barrio.

Un día me invitó a su estudio, me pidió que me sentara en un sillón forrado de corcho y me ordenó que cerrara los ojos. “Sólo déjate llevar. Permite que la música fluya por tus venas, siente como rebosa tu cuerpo y si te relajas lo suficiente notarás cómo un río arrastra tu alma a los paraísos oníricos que sólo pueden soñar los chamanes en Siberia y los iluminados de Katmandú” Con delicadeza agarró su violín y me hizo una señal para que cerrara los párpados. Escuché como se agitaba su violín como si fuera un pez que intentara volver al agua. 

 

Es extraño, pero sentía como las notas que manaban del violín fueran eran agua desbocada, noté como golpeaban mi cuerpo, recorrían mis pechos hasta mi cabeza y entraban por mis oídos hasta llegar a mi alma. Sólo entonces supe en que parte de mi cuerpo se hallaba mi espíritu porque justo en ese sitio se llenó de acordes con olor a menta. Pero el río musical era imparable y me arrastró fuera de mi cuerpo. Asustada abrí los ojos y pude ver los pardos infinitos iluminados por la luz del Sol de medianoche. Y yo volaba entre árboles gigantescos que cantaban las glorias del creador. Simplemente era feliz. Hasta que escuché a mi tío abuelo Marcos decir “Carmen despierta, debes volver ahora o nunca más querrás regresar”

Con desagrado desperté y allí estaba mi tío sujetando mi mano mientras la besaba amorosamente.

“No puedes estar mucho tiempo en ese mundo o verás a Dios y no querrás volver” me dijo con una sonrisa en sus labios.

Durante días, o tal vez durante semanas, visité el estudio de mi tío Marcos para taparme los ojos y escuchar los sonidos que arrancaba de su violín encantado. Pero cada vez me costaba más trabajo abandonar el paraíso de los sueños y volver a este mundo de barro y dolor.

Hasta que una mañana de gozo incontrolable ocurrió lo inevitable, cuando escuché la voz de mi tío pidiéndome que volviera al mundo de los humanos y yo me negué. Pero él intentaba agarrarme para llevarme de vuelta a mi cuerpo. Con todas mis fuerzas luché para liberarme, pero su fuerza era mucho más grande que la mía. Eso me sorprendió porque Marcos era un anciano que necesitaba de dos bastones para andar y parecía haber recobrado sus viejas energías de adolescente.

3


. Sin que pudiera evitarlo me arrastraba de nuevo hasta la monotonía de mi vida anterior. Me agarré a uno de los árboles que me rodeaban. Sentí el dolor de la madera que se clavaba en mis manos y que yo no quería soltar. La sangre corría por mis dedos como si hubiera una docena de cuchillas que los cortaran.

Quizás fuera la humedad de la sangre la que me hizo notar que la madera ya no era rugosa, sino lisa y suave. Pero aún sentía como vibraban las puntas de mis dedos como si las agitara una energía insuperable que me hacía vibrar como si yo fuera un violín encantado.

Lentamente volví a abrir a los ojos y contemplé mis manos viejas y rugosas agarrando el violín curvo de mi tío abuelo. Mientras mis dedos sangraban por los cortes que le habían causado las cuerdas del violín. Levanté la vista y justo enfrente mía estaba mi cuerpo. Mi viejo cuerpo, el cuerpo de Carmen, en el que había vivido solo 5 minutos antes. Sonreía con satisfacción y cariño.

Sabía lo que había pasado, no necesitaba que me lo explicara cuando me miré en el espejo y pude ver el anciano cuerpo de Marcos. De todas formas, escuché mi vieja voz, que sonaba como el viento del paraíso que nunca quise abandonar, pero con la musicalidad del violín de mi tío abuelo. “Tú espíritu no quería volver a tu cuerpo y soy demasiado viejo para regresarte, sólo había una forma de que retornaras a la vida. Debía ocupar tu cuerpo y usar tu energía para arrastrarte de vuelta a mi viejo cuerpo. A partir de ahora yo seré Carmen Blanca y tú serás mi tío abuelo Marcos. Hasta que la muerte te arranque de mis manos y tu alma vuelva a correr por el Edén de los descarnados”

 

 

2 comentarios:

  1. Me siguen gustando tus historias como siempre un buen trabajo Carmen 👍👍👍👍

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    1. Gracias Oswaldo. Cuándo se construye un blog con caps tan diferentes a las usuales en este mundillo se agradece mucho que aprecien tu trabajo. GRACIAS

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