1
Juan estaba entusiasmado cuando me agarró de la mano y me dijo: “Ven conmigo, que vas a escuchar la cosa mas maravillosa que nunca hayas oído”
Me hizo recorrer media ciudad, hasta los arrabales, allá donde la ciudad termina y solo vive la miseria y habitan los que nada tienen. M entregó un gran fajo de billetes y me dijo que los guardara porque pronto los iba a necesitar. Tocó con los nudillos en una puerta de madera verde que crujió al girar. La abrió una vieja arrugada y encorvada que aparentaba tener, al menos, mil años. “¿No es maravillosa?” Me dijo sonriendo Juan. Le entregó a la vieja un puñado de euros y la siguió hasta el patio central de la casa. Allí había un gran jardín repleto de jazmines y un gran magnolio que desprendía un olor tan intenso que me mareó nada mas entrar. “Así debe oler el cielo” pensé cuando pisé el patio. Pero esta maravilla sensorial era sólo el principio, porque miles de pájaros estremecían mis oídos con sus gorgoritos, habría sido un estruendo infernal si no fuera porque era un caos celestial.