Nunca más me va a insultar Carmen.
Ayer fui a su casa y esperé que saliera por la puerta.
Me dijo “Hola” mientras me miraba de arriba a abajo. Como si pensara que ella era una diosa y que yo era la basura que espera a la puerta de su casa para que la recojan.
Me dijo “Hola” y yo le respondí “Adiós” mientras le clavaba en el cuello el gran cuchillo con el que mi papá degollaba los cerdos.