Uno de los grandes problemas de los blogs creativos es que los nuevos
trabajos van ocultando a los viejos y terminan por enviarlos al sótano del
olvido y acaban olvidándose.
Estoy decidida a retomar la actividad en mi blog y para ello quiero sacar
del sótano del olvido a una de las caps de las que estoy más orgullosa.
Tras este instante de autojusticia continuaré publicando nuevas
producciones.
Cuando me llamó acudí corriendo. Carmen era autodestructiva
y esta vez parecía que volvía a tener una de sus depresiones. Nada de esto era
novedad, en poco tiempo le había salvado siete veces la vida y de nuevo estaba
condenado a salvársela otra vez.
No recuerdo el rato que tardé, ni los caminos que crucé,
pero cuando llegué ante las puertas de su casa las encontré abiertas de par en
par. Era un sitio familiar para mí, conocía todas las habitaciones y sabía dónde
encontrar a Carmen, así que baje hasta el sótano. Y allí estaba.
Carmen estaba subida a lo alto de una escalera atando una
cuerda con un gran lazo corredizo, a la viga del techo. Cuando me vio se limitó
a sonreír y me dijo: “Entre todos los cuentos del
mundo, el cuento de Carmen es el más triste, porque siempre termina muriendo” Comprobó que la cuerda soportaba su peso y bajó de la
escalera. Con tristeza señaló a la gran viga de la que colgaban siete cuerpos
de niñas ahorcadas. Todas eran idénticas, todas las niñas muertas eran Carmen
Sanz.
Yo sabía lo que tenía que hacer. Con resignación miré a las Carmen
Sanz ahorcadas que colgaban del techo y las conté. 1, 2, 3, 4, 5…6… y 7. Hasta
ahora había salvado siete veces la vida de Carmen y esta debía ser la octava. Miré
la cuerda con el lazo y comencé a ascender la escalera. Cada peldaño me costaba
más trabajo subirlo porque mis piernas cada vez eran más cortas y mis fuerzas más
pequeñas. Hasta que llegué a lo alto y coloqué la cuerda alrededor de mi
cuello. Miré a Carmen y supe que me había transformado, que, ahora, era
idéntica a ella. Me había convertido en otra Carmen Sanz.
Dudaba, sabía que debía saltar y morir ahorcada, pero no quería
hacerlo. Carmen se dio cuenta de mis temores y me dijo: “Debes saltar, no te queda mas remedio. Yo te he creado
quiero que mueras y debes obedecerme. Matando a mis personajes hace que me
sienta mejor, me ayuda a superar mis depresiones. Sólo existes porque necesito
una Carmen que mura en esta caption y esa eres tú. Sólo eres un personaje. Sólo
existes porque yo quiero y porque necesito matarte. Estoy terminando la cap,
queda poco espacio para el texto y antes de finalizar debo matarte. Cuando
cuelgues de la viga del techo me sentiré mejor porque habré terminado mi trabajo.
Pero antes debes morir”
Mi vida parecía sin sentido, sólo existía porque Carmen
necesitaba que otra Carmen se suicidara en su caption, y esa era yo y estaba
punto de morir.
Pero me di cuenta de algo. El mayor favor que podía hacer mi
creadora era matarme, porque cuando me matara dejaría de ser mi dueña. Cada vez
que un lector leyera su cap, cada vez que un visitante abriera su blog me
estaría reviviendo. Viviría en su imaginación y en su fantasía. Podría ser
eterna y dominaría los sueños de mis lectores.
Así que salté desde lo alto de la escalera y sentí como el
lazo como el lazo me rompía los huesos. Sólo era el personaje de una obra, pero
podría resucitar cientos, miles de veces en la mente de los lectores y
convertirme en la dueña de sus pesadillas.
La cuerda me aprieta el cuello, me asfixio y siento que
muero, pronto seré eterna.
FIN
Ya tenía rato que no leía una de tus historias me siguen gustando como siempre
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