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jueves, 17 de agosto de 2023

La Octava Carmen

Uno de los grandes problemas de los blogs creativos es que los nuevos trabajos van ocultando a los viejos y terminan por enviarlos al sótano del olvido y acaban olvidándose.

Estoy decidida a retomar la actividad en mi blog y para ello quiero sacar del sótano del olvido a una de las caps de las que estoy más orgullosa.

Tras este instante de autojusticia continuaré publicando nuevas producciones.


 

Cuando me llamó acudí corriendo. Carmen era autodestructiva y esta vez parecía que volvía a tener una de sus depresiones. Nada de esto era novedad, en poco tiempo le había salvado siete veces la vida y de nuevo estaba condenado a salvársela otra vez.
No recuerdo el rato que tardé, ni los caminos que crucé, pero cuando llegué ante las puertas de su casa las encontré abiertas de par en par. Era un sitio familiar para mí, conocía todas las habitaciones y sabía dónde encontrar a Carmen, así que baje hasta el sótano. Y allí estaba.
Carmen estaba subida a lo alto de una escalera atando una cuerda con un gran lazo corredizo, a la viga del techo. Cuando me vio se limitó a sonreír y me dijo: “Entre todos los cuentos del mundo, el cuento de Carmen es el más triste, porque siempre termina muriendo” Comprobó que la cuerda soportaba su peso y bajó de la escalera. Con tristeza señaló a la gran viga de la que colgaban siete cuerpos de niñas ahorcadas. Todas eran idénticas, todas las niñas muertas eran Carmen Sanz.
Yo sabía lo que tenía que hacer. Con resignación miré a las Carmen Sanz ahorcadas que colgaban del techo y las conté. 1, 2, 3, 4, 5…6… y 7. Hasta ahora había salvado siete veces la vida de Carmen y esta debía ser la octava. Miré la cuerda con el lazo y comencé a ascender la escalera. Cada peldaño me costaba más trabajo subirlo porque mis piernas cada vez eran más cortas y mis fuerzas más pequeñas. Hasta que llegué a lo alto y coloqué la cuerda alrededor de mi cuello. Miré a Carmen y supe que me había transformado, que, ahora, era idéntica a ella. Me había convertido en otra Carmen Sanz.
Dudaba, sabía que debía saltar y morir ahorcada, pero no quería hacerlo. Carmen se dio cuenta de mis temores y me dijo: “Debes saltar, no te queda mas remedio. Yo te he creado quiero que mueras y debes obedecerme. Matando a mis personajes hace que me sienta mejor, me ayuda a superar mis depresiones. Sólo existes porque necesito una Carmen que mura en esta caption y esa eres tú. Sólo eres un personaje. Sólo existes porque yo quiero y porque necesito matarte. Estoy terminando la cap, queda poco espacio para el texto y antes de finalizar debo matarte. Cuando cuelgues de la viga del techo me sentiré mejor porque habré terminado mi trabajo. Pero antes debes morir
Mi vida parecía sin sentido, sólo existía porque Carmen necesitaba que otra Carmen se suicidara en su caption, y esa era yo y estaba punto de morir.
Pero me di cuenta de algo. El mayor favor que podía hacer mi creadora era matarme, porque cuando me matara dejaría de ser mi dueña. Cada vez que un lector leyera su cap, cada vez que un visitante abriera su blog me estaría reviviendo. Viviría en su imaginación y en su fantasía. Podría ser eterna y dominaría los sueños de mis lectores.
Así que salté desde lo alto de la escalera y sentí como el lazo como el lazo me rompía los huesos. Sólo era el personaje de una obra, pero podría resucitar cientos, miles de veces en la mente de los lectores y convertirme en la dueña de sus pesadillas.
La cuerda me aprieta el cuello, me asfixio y siento que muero, pronto seré eterna.

FIN

1 comentario:

  1. Ya tenía rato que no leía una de tus historias me siguen gustando como siempre

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