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viernes, 21 de abril de 2023

Al Amanecer

A la hora de contar una historia siempre he tenido el problema de escoger entre el punto de vista del ladrón de cuerpos y de su víctima, en este cuento he intentado usar los dos de forma simultánea.

Espero que os guste y un saludo

1


Hace tiempo que no duermo bien.

Tengo la extraña sensación de que algo me vigila, me persigue, me acosa y cada vez está más cerca.

En la oscuridad no puedo verla. Pero la oigo arañar las paredes mientras se arrastra por el suelo de mi dormitorio.

Enciendo la lamparilla y allí no hay nada.

La apago y vuelvo a escuchar el eco de su respiración profunda y agitada.

Pero, sobre todo, vuelvo a notar su olor a pútrido y cieno.

Y siento que me observa con envidia y deseo.

  2

Hace tiempo que no duermo bien.

Tengo la extraña sensación de que en el momento exacto en el que duerma perderé para siempre mi cuerpo y mi vida.

Contemplo entre las sombras a la ladrona durmiendo tranquilamente en mi cama.

Intento acercarme para saltar sobre ella y recuperar la vida que me robó.

En mi nuevo cuerpo en descomposición me arrastro lentamente hincando las uñas en el parqué mientras noto como trozos de mi piel se desprenden en cada movimiento.

Pero es inútil porque cada vez que la ladrona enciende la lamparilla debo esconderme para que no me descubra y me haga desaparecer para siempre.

Cuando la apaga vuelvo a intentar acercarme. Me arrastro, me retuerzo. Me voy descomponiendo a cada movimiento para intentar llegar a lo que fue mío.

Mientras ella duerme en mi cuerpo y en mi cama yo salgo de su tumba intentando llegar a la ladrona que me quitó todo.

3

Tengo miedo. Miedo a que anochezca y deba irme a dormir.

Esta noche escuche sus pasos chapoteando junto a la cabecera de mi cama.

Había llegado más cerca que nunca. Temblando encendí una lamparilla y pude ver charcos de un líquido rojiblanco que olía como las flores de los muertos. Era extraño. Pero lo que de verdad me hizo temblar fue las huellas humanas con dedos retorcidas que se marcaban junto a mi almohada. Temblando miré debajo de mi cama. No había nadie, tampoco pude observar nada en el resto de la habitación. Tan sólo las sombras de la vela que parecían intentar arrastrarme a la locura.

Así que la apagué y, de nuevo, en completa oscuridad, volví a escuchar la respiración ruidosa de mi perseguidor. Horrorizada escondí la cabeza debajo de las sábanas mientras susurraba: “MÁRCHATE, MÁRCHATE POR FAVOR”

Noté como una mano gigantesca aplastaba mi cabeza contra el colchón mientras susurraba. “No temas, no te voy a hacer daño, sólo quiero recuperar mi cuerpo y enterrarte en la tumba donde tú me metiste para que me comieran los gusanos” Sentí como su lengua seca y lijosa corría por mi espalda mientras lamía el sudor que me bañaba.

4

Hoy alcancé al ladrón de mi cuerpo y mi vida.

Me asombró que tuviera más miedo que yo.

Puse mi mano sobre su cabeza y comencé a aplastarla mientras pensaba que podía reventarla como si fuera un globo demasiado hinchado.

Miré sus preciosos ojos azules y quise llevarme uno de recuerdo a mi tumba. Recorrí con mis uñas su párpado y las pasé por su retina.

No lo hice porque la quería entera, sin daño, completa para mí.

No podía matarla, ni descuartizarla, así que me empecé a llenar de los temores fríos que impregnaban su sudor.

Pasé mi lengua por su espalda y fui bebiendo gota a gota su fuerza vital.

¡¡¡Qué placer, qué maravilla!!! Ese líquido salado y caliente en mi boca de muerto me llenaba de vida.

Lo he decidido, no voy a regresar a mi viejo cuerpo, tampoco voy a mandar a la ladrona a la misma tumba que ella me mandó.

He pensado algo mejor, voy a atormentarla todos los días y todas las noches que le queden de vida para beberme su sudor, su saliva, su leucorrea y su sangre hasta que me sacie en el fin de los tiempos.

 

2 comentarios:

  1. Esta historia quedaría perfecta como un capítulo de terror

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  2. Tengo una extraña tendencia a escribir sobre el horror. Quizás porque sienta que todo lo que me rodea es horroroso o quizás porque intento no ser horrorosa en mis escritos.

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