Esa misma tarde se oscurecieron los cielos en el Ática y
Hermes anunció ante los dioses la noticia tan deseada. Atenea había muerto y
había sido decapitada por Bellepheron. Hermes también anunció que el héroe Bellepheron
pedía audiencia con el gran padre de los dioses. Zeus estaba complacido y la
concedió. Cuando se abrieron las puertas del gran salón del trono, los dioses
volvieron a asustarse, porque no fue Bellepheron quién se personó ante ellos,
sino la poderosa Atenea con la cabeza de Bellepheron en una mano y la gran
espada de plata en la otra.
“Que no os confunda vuestra vista hermanos y hermanas del
Olimpo. Soy Bellepheron que como no podía vencer a Atenea la convencí para que
cambiara de cuerpo conmigo y luego la decapité” Dicho
esto tiró la cabeza de Bellepheron a los pies de Zeus. “Me prometiste que me
podría quedar con el cuerpo de Atenea si te traía su cabeza y te la he traído,
ahora yo soy la diosa de la sabiduría y la estrategia” “Lo prometido obliga incluso al padre de los dioses, el
cuerpo de Atenea es ahora tu cuerpo, has conseguido tu sueño de ser uno de los
dioses del Olimpo” admitió de mala gana Zeus.
“Pero debes explicarme cómo
conseguiste que Atenea cambiara de cuerpo contigo, un simple mortal” “Muy fácil, porque el destino es más fuerte que el
poder de todos los dioses juntos y el destino de Atenea era matar a Zeus y
gobernar el mundo, pero los inmortales no le dejaban acercarse a su majestad.
Ahora yo soy Atenea y estoy a tu lado” Dicho esto alzó la espada y
cortó de un solo tajo la cabeza de Zeus que rodó por el suelo hasta pararse junto
a la de Bellepheron.
El destino estaba contento, la profecía se había
cumplido y Atenea gobernaría el mundo, aunque dentro de su cuerpo estuviera el
alma y la mente de Bellepheron.
Muy buena historia como siempre
ResponderEliminarGracias Oswaldo, es algo diferente a lo que suelo publicar, pero quiero hacer cosas diferentes en ese blog.
EliminarLa verdad es que republicarla aquí es sólo para publicitar el otro blog
Que disfrutes tus vacaciones
ResponderEliminarGracias Oswaldo.
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