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sábado, 8 de julio de 2017

El Espejo Plateado



Cuando heredé el viejo espejo de plata de mi abuela sabía que era mágico y que podía cambiar mi vida. Mis padres me avisaron del peligro del espejo: “Los espejos de plata son mágicos pueden despertar energías y potenciales, pero también conduce a otras dimensiones y a otros mundos. Ten cuidado cuando lo uses porque tu abuelo desapareció después de usarlo y eso que era un gran mago” Era extraño, si el espejo era mágico ¿porqué me dejaban usarlo y porqué lo heredé yo en vez de mi madre?
Tenía algo de miedo la primera vez que lo usé. Un paño marrón lo cubría y cuando lo destapé contemplé mi rostro reflejado en el espejo, todo parecía normal pero el cristal plateado poco a poco se fue enturbiando, como si alguien lo empañara con el aliento de su respiración. Por momentos se volvió opaco por completo, pero, a la misma velocidad que antes se había enturbiado comenzó a aclararse. Sin embargo, esta vez  no estaba en el cristal mi reflejo. Donde segundos antes había estado mi cara y mi rostro estaba ahora la cara y el rostro de mi desaparecido abuelo. Una voz familiar resonó en mi cabeza, era la voz de mi abuelo que me decía: “Tú abuela, mi esposa, me encerró aquí para que no te ayudara a emplear tus gigantescos poderes. Pero yo voy a elevar tu potencial mágico al máximo”
Sonreí satisfecha. Desde niña había sabido que era especial. Que estaba destinada a imponer mi voluntad. Que el resto de los humanos eran seres inferiores y que mis padres debían obedecer mis deseos.
Dentro del espejo, la imagen de mi abuelo tocó con su mano derecha el cristal y me dijo. “Activa tus poderes, libérame” Acerqué mi mano derecha y coloqué mis dedos sobre el reflejo de los dedos de mi abuelo en el cristal. Inmediatamente noté nubes de energía que llenaban mi cuerpo, me sentía capaz de mover montañas tan sólo con mi pensamiento. Supe que me estaba transformando, que estaba cambiando para siempre. No pude soportar la presión de tanta potencia en mis venas y cerré los ojos durante un segundo. Al abrirlos, ya no estaba el reflejo de mi abuelo en el cristal porque lo había sustituido mi propio rostro. Pensé que nunca había sido tan guapa, tan segura, tan fuerte. Y de repente el reflejo de mi cuerpo se movió sin mi voluntad, se llevó las manos a los pechos y empezó a carcajearse de una forma muy ruidosa.
“Voy a vengarme de tu madre, mi hija por haberme encerrado en el espejo. Nunca había sentido tanto poder, tanta energía y tanta fuerza. Te doy las gracias por este cuerpo femenino tan maravilloso y joven”
Asustada giré la cabeza y vi que estaba encerrada en una jaula de color plateado. Una prisión para mi alma y mi nuevo cuerpo. Tanteé mi cara y noté las arrugas en mi rostro. No tenía pechos, tampoco coño y era un viejo asustado y sólo. Lo que tocaba era el cuerpo de mi abuelo.
De nuevo escuché las risas de mi abuelo mientras volvía a tapar el espejo con el paño marrón.

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