Y funcionó.
De repente desperté y estaba en una cama desconocida en un
dormitorio desconocido, en una cama desconocida, con una melena rojiza
tapándome los ojos y los maravillosos pechos de Karina en mi cuerpo. Me levanté
extrañado. Y yo que pensaba que la foto de Karina la había robado por Internet.