¡Mira Carmen, allí es dónde está
enterrada tu madre! Dijo papá
mientras señalaba una tumba casi destruida en el viejo cementerio.
No era una tumba nueva, tenía 19 años, pero parecía que
tuviera 200. Estaba ennegrecida, partida por los lados y las letras estaban tan
desgastadas que apenas podían leerse. Pero no me extrañaba, ninguna tumba
estaba intacta en este cementerio, porque este era un lugar maldito.
Se inauguró
de forma prematura y nunca llegó a ser santificado porque había prisa para
enterrar a los muertos de la gran peste de principios del siglo. Que eran tan
numerosos que no cabían en el camposanto del pueblo. Y se abandonó cuando se
descubrió que todos los árboles y animales del cementerio morían prematuramente.
Desde entonces nadie quería visitar el lugar. Se comentaba que estaba embrujado,
que la tierra era insana y que corroía tanto a los muertos que allí descansaban
como a los muertos que allí descansaban. En el mármol de las lápidas goteaba un
líquido rojo y los ataúdes apenas duraban pocos meses enteros antes de pudrirse
por dentro. Y cuando se desenterraba algún cadáver lo encontraban en posturas
extrañas, con las uñas manchadas de tierra, como si hubieran intentado arañar
el suelo para escapar de su tumba.
Y ese es el lugar que eligió papá para enterrar a mi madre. Mi
madre era una persona cariñosa y bella y mi padre nunca pudo superar su
pérdida. Investigó durante años en las artes oscuras buscando alguna forma de
contactar con ella y me prometió que pronto podría volver a besarla y que yo iba
a conocerla. Mamá nunca pudo conocerme, ni tenerme entre sus brazos porque
justo en el instante en que yo daba mi primer aliento vital ella moría en el
parto.
¡Esta es la noche, Carmen, Hoy es
la noche de difuntos y se abren las puertas del infierno para que los muertos
pueden caminar entre los vivos, hoy vas a conocer a tu madre y ella podrá saber
cómo es su hija! ¡Porque esta noche tienes la misma edad que ella tenía cuando
murió y el vínculo entre madre e hija es irrompible!
Mi padre no era una persona vieja, pero el sufrimiento de
los años pasados sin mamá lo habían marcado terriblemente. Apenas podía moverse
y su cara estaba marcada por las arrugas. Pero esa noche parecía poseído por
una energía sobrenatural, se movía con una velocidad inhumana y sonreía como si
estuviera en éxtasis. En pocos segundos colocó los pesados aparatos eléctricos
que abrirían portales al otro mundo y los conectó a la lápida de la tumba de mamá.
¡Este es el momento que siempre
he deseado, Carmen, en pocos momentos tu madre volverá a estar con nosotros y
de nuevo seremos una familia feliz!
Las máquinas crujieron y temblaron cuando papá las arrancó.
Mientras tanto mi padre elevaba los brazos a la Luna y recitaba encantamientos
terribles. Los cielos se nublaron y la noche se iluminó con truenos
paranormales mientras se abría la puerta del inframundo. Espíritus oscuros
intentaban atravesar el pórtico, pero papá los detenía apagando las máquinas y
volviendo a arrancarlas.
¡No te preocupes, Carmen, sólo
son seres descarnados que habitan en este cementerio y que anhelan volver a
nuestro mundo, no se lo voy a permitir! ¡Tan sólo mi esposa va a conseguir
cruzar a nuestro mundo y volver a la vida!
Yo estaba aterrada porque veía aparecer a los fantasmas gritando
desesperados, mientras intentaban acercarse a nosotros.
Pero ninguno era el de mi madre y empecé a sentir que lo
mejor que podía pasar era que el espíritu de mi mamá nunca apareciera.
muy buena :3
ResponderEliminarGracias kary
EliminarComo me encanta poder escribir cómo tú buena primera parte
ResponderEliminarA la gente le gusta mucho más la forma en que tu escribes, mucho mas directa, sin miramiento y además rebosante de adrenalina.
EliminarPero te agradezco mucho el comentario, eres de los pocos que leen mis caps.
MUCHAS GRACIAS