Me sentía agotado. Pensaba que no merecía la pena seguir
buscando.
Había malgastado más de cinco años recorriendo el país de
arriba a abajo. Había visitado, ciudades, pueblos y aldeas. Había estado en
bares, bibliotecas y mercados. Había preguntado a conocidos y extraños. Y todo
había sido inútil.
Desengañado, me senté en el último banco, del ultimo parque,
del último lugar visitable. Había llegado el momento en el que debía pensar cómo
abandonar la búsqueda y qué hacer con el maravilloso regalo que guardaba en el
bolsillo de mi abrigo y que ya no podría entregar.
Después de tantos kilómetros recorridos y de tanto tiempo
perdido me sentía desengañado. No existía nadie digno de ser la dueña de la
máscara de Afrodita. Había resultado imposible encontrar alguna mujer que fuera
lo suficientemente honrada, constante, trabajadora y
desprendida para vestir la “Máscara de Afrodita” y convertirse en la
mujer más bella del planeta.
Con lágrimas en los ojos extraje la máscara del bolsillo y mirándola
fijamente recé a la diosa Afrodita para que me mostrara a la mujer que debería
vestirla.
¡¡ Había trabajado tanto para encontrar la mujer perfecta!!
y no la había conseguido, que la frustración me hizo llorar de forma
desesperada. Las lágrimas cayeron sobre los ojos de la máscara y entonces la
diosa Afrodita respondió a mis ruegos y me indicó quién era la mujer que debía
vestir su máscara.
Sobre las gotas de lagrimas pude ver mi rostro reflejado en
la “Máscara de Afrodita”. Yo era la
mujer que había buscado durante tantos años. Por eso nunca había podido
encontrarla. Porque la estaba buscando recorriendo el mundo y debería haberlo
hecho buscando en mi alma.
Porque yo tenía un alma femenina y lo había demostrado. Era desprendida al querer regalar esa máscara tan
maravillosa, era constante por haberla
buscado durante tantos años, era trabajadora
por no haber abandonado la búsqueda y era honrada por llorar al no poder encontrar a la persona que
buscaba.
Pero, ya no debía buscarla más. Yo mismo era la mujer que
tanto había buscado. Así que lentamente me puse la “Máscara de Afrodita” sobre
mi propia cara y noté como mi cuerpo se transformaba. Sentí que en pocos
instantes mi alma femenina tendría el cuerpo que se había ganado con la
búsqueda.
Una historia buena y tranquila me encanta que tus historias no se vayan por el camino convencional
ResponderEliminarGracias por el comentario Oswaldo.
ResponderEliminarYo escribo lo que a mi me gusta y de la forma que a mi me gusta. Me interesa sobre todo estar contenta con el resultado cuando publico una cap aunque no le gusta a los lectores habituales de caps TG.
Y eso es lo que me suele pasar, a los lectores de caps no le gusta mi estilo, buscan mas sensaciones y menos historias, también se guían por imágenes que sean muy sexys.
Nada de eso suelen tener mis caps, pero me gustan a mi y a un puñado pequeñito de sguidores y con eso me sobra.
me encantan las historias, es lo que hablo, me gusta mas desarrollar que solo sexo :3
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