Durante meses había sido la novia de Juan, pero él siempre
había tenido celos de mi relación con Celia. No podía aceptar que hubiera
abandonado a un hombre como él para para estar con una mujer como ella.
Juan había hecho una búsqueda científica del taxi mágico.
Había compartimentado los barrios de la ciudad por sectores y secciones. Había
creado tablas estadísticas con los lugares y los horarios en las que había más
posibilidades de que apareciera el taxi encantado y estaba seguro de sus
resultados.
Por eso no me extrañó que esa mañana me dijera: “Carmen, hoy será el último día en que me veas con esta
apariencia repulsiva. A partir de mañana seré una persona nueva, bella e
inteligente, nunca más tendrás que sentir repugnancia por estar a mi lado”
Me miró con su mirada de fuego y añadió:” Solamente espera mi llamada, te garantizo que no podrás
odiar a mi nuevo yo”
Parecía una locura, un auténtico disparate, pero yo sabía lo
que se proponía y que podría conseguirlo.
Así que no me extraño cuando me llamó por teléfono esa misma
tarde y me dijo que había encontrado al taxi encantado y que iba a conseguir el
cuerpo perfecto y bello que yo siempre había amado.
Me temía lo peor y sabía lo que iba a pasar, pero me había
preparado. Escondí la pistola en el bolso y baje al portal donde iba a para el
taxi mágico y donde podría conocer al “nuevo Juan”.
El taxi llegó a la hora esperada, se abrió la puerta del
pasajero y unos zapatitos de tacón blancos pusieron en pie a Celia sobre el
asfalto. Iba sonriendo, feliz, como si no tuviera angustia por robar el cuerpo
de la mujer que yo amaba. No podía permitirlo. Saqué la pistola del bolso, le
apunté al corazón y la obligué a volver a entrar al taxi. Luego apunté a la
cabeza del cuerpo de celia y le pregunté cuanto debería durar el viaje para que
se produjera el cambio. Me respondió que 20 minutos y gritándole al taxista le
ordené que arrancara el coche y comenzara a conducir.
Durante 20 minutos estuvimos dando vueltas por el barrio
mientras yo mantenía la pistola en la sien de Celia y consolaba al conductor diciendo
que pronto recuperaría su cuerpo y podríamos ser felices para siempre. Élla
movía la cabeza afirmativamente con cara de susto y me respondió que: “Ojalá saliera todo
como lo había planeado porque vamos a ser los amantes más felices del planeta”
Cuando el tiempo pasó, cogí un billete de 20€, se lo entregué
al conductor y martilleando la pistola le ordené que repitiera las frases
mágicas para devolver su cuerpo a Celia. “No puedo” respondió
“Has recorrido más de 20 Km y te he pagado más de 12 €,
has cumplido las normas y puedes devolverle a Celia su cuerpo”
Me miró sonriendo y dijo: “No puedo porque no he
cambiado de cuerpo con ella, que tenga una buena tarde señorita Carmen”
En ese momento sentí como el mundo pareció girar a mi
alrededor, sentí mareos y cuando recuperé la vista estaba sentado en el asiento
del conductor. Mi antiguo cuerpo aún tenía la pistola en la mano y me disparó
en el brazo para que no pudiera moverme.
Entre lágrimas pude ver como Celia, que siempre había estado
en su viejo cuerpo, comenzó a besar a mi viejo cuerpo.
Aunque tenía los oídos taponados por el dolor pude escuchar
mi vieja voz que me decía: “Te pensabas que te amaba
a ti, te equivocabas, yo siempre había amado a Celia, pero ella es lesbiana y
no me deseaba. Ahora tengo tu cuerpo de mujer para ser feliz con ella” Besó la mano de Celia y las dos bajaron del taxi e
hicieron sonar sus tacones mientras marchaban a mi nueva casa donde iban a comenzar
una nueva vida como amantes.
Ja le vieron la cara devio pensar mejor las cosas
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