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martes, 3 de mayo de 2022

El Regalo (Historia en 4 Captions)

 Este es mi pequeño homenaje a carmen Sanz,

1


Sólo era un cadáver más entre los muchos que habían abandonado en los congeladores de la facultad de medicina de Granada. Los estudiantes lo habían cortado por mil partes, le habían sacado los órganos, lo habían rellenado de serrín y le habían aserrado las piernas. No tenía nombre, a nadie le interesaba cómo había llegado hasta allí y mucho menos quién había sido.

La Morgue de la facultad de Medicina de Granada era un sitio espantoso. Había frascos de un metro de alto rellenos de ojos humanos, un cajón repleto de corazones amarronados y decenas de estanterías donde se apiñaban los cadáveres como si fueran bolsas de basura. Pero lo peor de todo era el olor. Un hedor insoportable a podredumbre y descomposición. Cada 5 minutos un dispositivo automático bañaba la sala de un potingue con olor a formol para disimular el pestazo degenerado que nos rodeaba.

Pero ni con el baño en formol conseguí evitar las náuseas cuando me pude delante de un cadáver que milagrosamente permanecía incorrupto, aunque semi comido por los insectos.

“Es un caso extraño, doctora” me dijo el bedel que se encargaba de mover a los fiambres. “Normalmente los insectos necrófagos rehúyen de los cadáveres incorruptos de la morgue, pero con este se han cebado incluso cuando estaba caliente. Pero no la he llamado por eso, tan sólo para que vea esto”

Destapó la sábana que cubría su rostro y tuve que sujetarme al hombro del bedel para no caerme. El rostro de esa muerta era idéntico al mío. Esa muerta tenía mi cara, con la misma tonalidad de piel e incluso las mismas pecas que adornaban mi rostro, pero todo estaba semi devorado por unos extraños gusanos verdes que reptaban por su cuerpo.

2


No pude evitar pensar que era mi propio cadáver al que estaba observando. Pero, era imposible que fuera así, yo estaba allí, en pie, agarrada al hombro del bedel y esa tipeja estaba tumbada en una mesa de latón con gusanos verdes que se la estaban comiendo, cagando encima de ella y poniendo huevos en su boca.

Soy médico forense, he trabajado en urgencias y estoy acostumbrada a ver cosas que a la mayoría de la gente les dejaría sin respiración, nada debería afectarme, pero esa visión me impresionó. Vomité en una bolsa y con paso acelerado me escapé de ese lugar infecto.

Esa noche soñé con el cadáver de la morgue. Pero no soñé con la conversación que había tenido con el bedel o con el asco que me produjo la visita. Soñé que YO era la muerta y que los gusanos corrían por mi cuerpo devorándolo poco a poco con sus minúsculos dientecillos. Intentaba quitármelos de encima pero no podía mover mis manos para apartarlos. Se deslizaban por mi cara y empujaban los párpados para comerse mis ojos. Pero lo que me horrorizo fue una tonada que parecían cantar los gusanos y que decía: “Venid y comer todos de ella, porque es mi cuerpo que será sacrificado por todos vosotros para la resurrección de la muerta”

Cuando desperté estaba agitada y tenía marcas de sangre por toda mi piel. Hasta los ojos los tenía enrojecidos. Para intentar tranquilizarme maginé que tal vez me hubiera hecho daño en sueños, aunque sin llegar a despertarme. Pero sabía que era una excusa para que no tener que pensar en una verdad que era mucho más terrible.

 3


Esa tarde me llamó por teléfono el bedel. Me dijo que había funcionado el insecticida con el que bañó al cadáver y que los gusanos habían desaparecido. Sin embargo, yo seguía tan impresionada que aún me parecía sentir a esos animalitos moviéndose por mi cuerpo. Además, no paraba de dormir, pasaba las horas adormilada y cada vez me sentía mas cansada y con menos ganas de hacer nada.

No recuerdo a qué hora del día siguiente me volvió a llamar el bedel. Le respondí desde la cama. Me faltaban fuerzas para levantarme y no podía ponerme en pie. Esta vez, el bedel, me anunció que había desaparecido el cadáver de la morgue. Me dijo que no era extraño, que algunos estudiantes robaban cuerpos para hacer prácticas en casa.

Yo era médico, debería saber lo que me sucedía, pero nada de lo que estaba pasando cuadraba con lo que había estudiado o con mi experiencia. No sólo creía sentir como corrían por mis venas los gusanos, tenía debilitada la piel y cuándo me rascaba la arrancaba como si fuera papel mojado. Quería llamar para pedir ayuda, pero me fallaban las fuerzas y tenía tanto sueño que me dormí sin quererlo.

No puedo decir cuándo volví a despertar. Tal vez habían pasado días o quizás semanas de sueño. La cama estaba mojada con un líquido espeso y rojizo que poco después descubrí que era sangre. Mi sangre que manaba por todos y cada uno de mis poros. La carne se me caía a pedazos del cuerpo con solo empujarla con los dedos y desesperada pude contemplar como los gusanos verdes aparecían entre las heridas de mi cuerpo y luego se volvían a esconder.

Reuniendo las pocas energías que me quedaban marqué en mi móvil el número de teléfono de la morgue de la Facultad de Medicina de Granada. Nadie me respondió y solo pude dejarles un mensaje de voz “Por Favor vengan a la casa de la doctora Carmen Sanz, algo terrible ha sucedido”

 4


De nuevo me desmayé, pero esta vez no dormí, seguía despierta mientras soñaba que se me pudría la carne sobre los huesos y que unos gusanos verdosos e inmundos estaban devorándome por dentro. Fueron muchas horas, tal vez fueran semanas de espera hasta que escuché como se abría la puerta de mi dormitorio. Sentí el olor a formol que alguien estaba esparciendo sobre mi cuerpo. Y reconocí una voz terrible. Enfoqué la poca vista que me quedaba al lugar del que procedía la voz y pude ver a mi propio cuerpo, a Carmen Sanz charlando con el bedel de la facultad. “¡¡Qué mal huele!!... Aquí está el cadáver que robaron de la Facultad. Debemos devolverlo al sitio del que procede” Noté como mee metían en una bolsa de plástico y la cerraban con una cremallera. Quería gritar: “Os equivocáis, yo soy Carmen Sanz, esa tipa que se hace pasar por mí en realidad es el verdadero cadáver, os está engañando, me ha robado mi vida y mi cuerpo” Pero no pude. Cuando intenté abrir la boca noté como se caía la lengua arrancada por los gusanitos de mi paladar. “Socorro, sacadme de aquí, aún estoy viva” pero ni una sola sílaba salía de mi boca.

Mientras me metían en la ambulancia para llevarme a la morgue se acercó la nueva Carmen Sanz y me susurró al oído “Eres mi regalo, los señores del infierno me han regalado tú vida a cambio de entregarles tú espíritu. Ya lo tienen, por eso te estás pudriendo”

 

 

2 comentarios:

  1. Excelente historia me daría terror ver a alguien igual a mí pero muerto sería como un mal presagio

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  2. Aunque no te lo creas muchas de las cosas que cuento tienen detalles autobiógraficos. Es un cuento pero con muchas verdades

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