Quiero comenzar una serie de historias de Ciencia Ficción.
La Mayoría de las historias tienen pocos aspectos TG y Bodyswap, pero nos servirá para descansar siempre de la misma temática.
1
No conseguían encontrar una respuesta.
Pero, yo la sabía.
Buscaba en los libros y preguntaba a los sabios. Ninguno conocía la respuesta.
Pero, yo la sabía.
Aunque deseaba estar equivocada, sobre todo anhelaba que alguien me dijera que estaba loca, que alucinaba o que había tomado demasiado peyote.
Pero cada vez que salía a la calle, la escalofriante realidad me rodeaba y me decía “Tienes razón, todos los demás están equivocados”
Pero eso no me satisfacía, porque lo más probable es que no existiera nadie más.
Deseaba tanto estar equivocada que confirmar la verdad era una decepción constante. Podía imaginar realidades perfectas y felices, pero no tardaba en desengañarme cada vez que miraba a mi lado y la veía, saliendo de mis pies y extendiéndose alargada como mi figura.
Deseaba poder eliminar a ese ser maligno que me atormentaba, pero era imposible, porque lo que me hacía temblar de miedo era mi propia sombra. Mi terrible sombra. La escalofriante sombra de todo lo que me rodea.
No había duda, la realidad era irrefutable y terrorífica. Por desgracia solo tengo una sombra, mis padres solo tienen una sombra, el perro que camina a mi lado solo tiene una sombra, la farola del parque donde camino solo tiene una sombra. Todo lo existente solo tiene una sombra porque solo existe un Sol. Eso significaba que nos habían engañado los que nos enseñaron que existen cientos de miles de millones de estrellas que son mayores que el SOL. Todas deberían darnos su luz y todas deberían darnos su sombra.
Pero yo sólo tengo una sombra. Debería sentir calor, pero un escalofrío me recorre la espalda. Sigo caminando y otro milagro vuelve a suceder. De repente comienza a anochecer. Y sigo teniendo frío ¿Cómo puede anochecer si debería llegarnos la luz y el calor desde todas partes y en todo momento?
2
Temo hacerlo y además no quiero hacerlo. Pero lo hago. Miro a las estrellas que empiezan a aparecer en el cielo. “Demasiadas pocas” pienso. Si existieran tantras estrellas como nos han contado el cielo debería ser completamente blanco, deslumbrante de luz y deberían dolernos los ojos cada vez que lo miráramos. Pero solo puedo ver unas pocas lucecitas que apenas iluminan mis zapatos.
Sigo caminando. Y sigo pensando.
La bóveda celeste se curvaba detrás de la última farola del último sendero del parque, allá donde está el último banco. Me senté en el sin saber que hacer, como demostrar a los ministros de la política y a los ministros de la ciencia que todos están equivocados y que sólo yo tengo razón.
Miro al cielo tan absurdamente despoblado deseando que no existiera, que fuera falso. Deseaba poder borrar todo lo existente. Si el cielo no está repleto de estrellas significa que no es eterno y por tanto no pudo ser creado por Dios, nuestro creador.
Si Dios es perfecto entonces no puede comprender la idea de imperfección y por tanto él no ha crear este Universo. Eso significa que estamos siendo engañados por otros seres inferiores que nos manipulan para hacernos creer que son dioses.
Levante la mano y la agite como si intentara borrar con la esponja de mi mano ese cielo que tanto me desagradaba. Toqué el cielo y me sorprendió su tacto material, metálico y frío.
Ahora comprendía lo que pasaba, moví la mano por su superficie lisa de un lugar a otro hasta que agarré una estrella luminosa, una de las pocas que existen en este Universo. La extraje y la observé diminuta en la palma de la mano.
Siempre hemos creído que las estrellas son tan lejanas que jamás podríamos llegar a ellas, pero bastaba con alargar una mano para poder cogerlas.
Hasta en esto nos engañaban.
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