La magia de la Naturaleza

Esta cap es por petición. Su creación es uno de los retos mas grandes que han ofrecido.

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El ambiente estaba cargado. Notaba la fuerza del lugar. Era tan fuerte la energía que me costaba respirar. Hacía años que nadie había estado allí y tal vez hiciera siglos desde la última vez que alguien invocó la energía primordial de la naturaleza en ese lugar.

Y ahora lo iba a hacer yo.

Lentamente entre en el agua. Notaba la humedad que subía por mis piernas. El frío que recorría mis dedos. Abrí la mano y la cerré. Coloqué el violín sobre mi hombro y dejé que mis dedos revivieran mientras recorrían su arco. El viento me hacía coros soplando salvaje e indómito. Revolvía y mezclaba mi pelo, sentía como bramaba, como me acariciaba la espalda mientras intentaba hacer vibrar las cuerdas con la misma melodía con las que hacía silbar mi cabellera.

Ni siquiera escuchaba la música, porque se confundía con la naturaleza. Escuchaba la voz de la catarata estrellándose contra el lago y mi violín temblaba con esa misma energía.

No era yo la que hacía música, era el embrujo de los elementos que movían mi mano por las cuerdas del violín de arriba abajo y de abajo a arriba. Mi cuerpo se vigorizaba, rápidamente se derretían las células de mi piel y se mezclaban con en el fluido primordial de la naturaleza

El Sol que se escondió entre las nubes, tan sólo por un instante, para reaparecer más fuerte que nunca para llenarme de vida, del calor de una niña al nacer y deslumbrar mis ojos con la luz de una nueva vida.

Lentamente me puse en pie. Mis piernas apenas tenían fuerzas para sostenerme y mi violín goteaba el agua que corría por mi nuevo sexo. Sentí el peso de mis pechos jóvenes mientras los acariciaba con mis nuevas manos. Y con mi nueva voz de plata le di las gracias a los espíritus de la naturaleza por permitirme rescatar de la muerte a la mujer que tanto quería.

Agradecí que hubieran recuperado el alma de Carmen de la muerte, que la hicieran mía y que nos hicieran uno para toda la eternidad. Habían hecho suya mi alma y mío su cuerpo. Yo era Carmen y Carmen era yo. Éramos dos y a la vez seríamos uno. Yo era el hombre y la mujer y ella era el hombre y a la vez mi mujer.

Orgullosa salí del lago, incliné mi cabeza en agradecimiento y me marché a vivir la vida que merecía mi alma de hombre y el destino que se merecía el cuerpo de Carmen.