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sábado, 14 de diciembre de 2019

Partida de Póker

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Aún no lo puedo creer, aquellas fueron las horas que cambiaron mi vida para siempre.
Soy uno de los mejores jugadores de póker que he conocido, sé contar cartas, calculo perfectamente el riesgo y casi siempre gano. Nadie quiere apostar contra mí porque saben que va a perder.
Pero esa noche se sentó en mi mesa una de las chicas mas bellas que nunca había visto. Inmediatamente la reconocí, era Carmen, la hija mimada del hombre mas rico de la ciudad. Me dijo que había perdido 6000 euros y necesitaba recuperarlos. O su padre la castigaría. Puso sobre el tapete otros 6000 euros que había sacado de la cuenta bancaria de su padre y me dijo que se lo jugaba a todo o nada. Si yo ganaba me quedaba con sus 6000 euros y si ella lo hacía yo le pagaba el dinero que necesitaba.

La observé detenidamente, era muy joven, bellísima, de una familia poderosa y probablemente conseguiría todo lo que quisiera en su vida. Pero esta niña parecía poco inteligente y lo suficientemente tonta como para retar al mejor jugador del barrio.
Así que acepté.
Ella no ocultaba sus sensaciones cuando se repartieron cartas. Mostró enfado al recibir sus naipes y parecía nerviosa cuando hizo sus descartes. Luego intentó tirarse un farol con una pareja baja y por supuesto lo vi. En pocos minutos había ganado los 6000 € más fáciles de mi vida
Parecía desolada con el resultado de la partida. Me pidió una nueva oportunidad para recuperar el dinero o su padre la echaría de casa. Así que apostó el descapotable que tenía aparcado junto a la puerta a cambio de recuperar sus 6000 € y conseguir los 6000 que yo había apostado. Se había dado cuenta que le miraba a los ojos para ver sus reacciones y se puso gafas de sol para jugar la partida. Pero era tan idiota que no se dio cuenta que en los cristales de sus lentes se reflejaban los naipes que sostenía en la mano y yo sabía perfectamente cuál era su jugada. Fue como quitarle un caramelo a un niño. En pocos minutos volvía a tener en mis manos los 12000 euros y jugaba con las llaves de mi nuevo Ferrari.
Ella se echó a llorar y decía que su padre la iba a matar. Me dijo que quería seguir jugando para recuperar lo perdido.  Le respondí que no tenía nada para apostar y me miró desesperada. Sacó de su bolso un extraño medallón y me dijo: “Este es el -medallón de zulu-, permite el intercambio de partes del cuerpo. Elige la parte de mi cuerpo que mas te guste de mi y si ganas será tuya” Era verdad lo que me había dicho, esa chica no sabía mentir. Me pasé la mano sobre la calva de mi cabeza y miré su precioso pelo rubio. “Quiero tu cabellera, si gano será mía, si pierdo te devolveré tus cosas y 20000 €” Sabía que no arriesgaba nada, Carmen era la peor jugadora de póker que había visto y deseaba volver a tener melena como cuando era un veinteañero. Carmen no se quitó los lentes y reflejada en los cristales pude ver que no había conseguido ni una pareja y gané con un trio de cincos. Nada más terminar la partida ella tocó el medallón mientras yo lo sostenía e inmediatamente sentí como crecía sobre mi cabeza una preciosa cabellera rubia que bajaba por debajo de mis hombros. Carmen ahora estaba calva como una bola de billar y lloraba como una niña. “Necesito recuperar lo perdido, quiero doblar la apuesta. Te ofrezco mis ojos verdes a cambio de recuperar lo perdido y 40000 euros” Por supuesto que acepté, Carmen tenía los ojos mas bellos que nunca había visto y además yo empezaba a tener problemas de visión. Ya había cumplido los 54 años y me costaba trabajo reconocer las marcas en los naipes. Esta vez Carmen se quitó sus lentes, pero no mejoró su juego, y volvió a perder, aunque tuvo oportunidad de conseguir un full si hubiera sido una jugadora de nivel mediano. Luego tocó el medallón y noté como se me aclaraba la vista, de repente mi visión era perfecta. Y sonreí “¿Quieres seguir jugando?” le pregunté, “siempre he querido tener pechos como los tuyos, me mata la curiosidad por saber lo que se siente teniendo tetas. Si ganas recuperas lo perdido y 80000 €, si pierdes me tendrás que dar también tu bra para sostener mis nuevos pechos”
Nunca había visto jugar a nadie tan mal y con tantos nervios, incluso se descartó de una pareja de reyes teniendo un trío. En cuanto terminó la partida la obligué a tocar el medallón y noté un nuevo peso en mi pecho, masajeé mis muevas tetas con satisfacción y me puse su bra para seguir jugando cómodamente.
A estas alturas quería su cuerpo y su vida entera para disfrutarla yo y sabía que lo iba a conseguir porque Carmen no podría volver a casa de esta forma e iba a arriesgar todo por recuperar lo perdido.
“Ahora quiero tu sexo y el resto de tu cuerpo, si gano tendré tu cuerpo y tu vida y si pierdo recuperarás todo lo perdido y 300000 € con los que podrás comprarte todo lo que quieras sin necesidad de pedírselo a tu padre” La apuesta era grande, quizás más de lo que podía permitirme. Pero el riesgo era muy escaso.  Y Carmen aceptó entre lágrimas, no le quedaba otro remedio que jugarse su vida y su futuro.
Desprecinté una baraja nueva y Carmen barajó y repartió las cartas. Me asusté, no tenía jugada y muy pocas opciones de conseguirla. Carmen, sin embargo, no se descartó. Estaba claro que al menos tenía un trío. Estaba desesperado, a punto de conseguir todo y de repente se me escapaba todo por un golpe de mala suerte. E hice lo que ningún jugador debe hacer nunca y es descartarme de las 5 cartas en mi mano. Vimos los naipes y Carmen tenía dobles parejas y yo un trío de jotas. Había hecho una jugada desesperada, pero había ganado.
Carmen sabía que había perdido su cuerpo y su vida y no quería tocar el medallón. Pero yo la obligué. Un estremecimiento me sacudió y noté como perdía algo de estatura, pero poco a poco comencé a sentirme joven y fuerte. Me miré en el espejo del salón y vi la mujer más hermosa de la ciudad sonriendo a mi reflejo. “Ahora soy la hija de un multimillonario, tengo 26 años, belleza y puedo conseguir todo lo que quiera. No deseo problemas para vivir esta vida”
Dije mientras acariciaba mi nuevo rostro con las uñas rojas de mis nuevos dedos. “Doblo la apuesta, un millón de euros y además añado todo lo que has perdido, incluido tu cuerpo al completo y tu coche, a cambio tan sólo tienes que apostar todos tus conocimientos y memorias. Quiero saber quienes son tus novios, cual fue la primera persona con la que follates, los números de tus cuentas bancarias y todos los detalles que te permiten ser Carmen Sanz, quiero que todos esos conocimientos sean míos para siempre”
Esta vez no lloró Carmen. Incluso sonrió malignamente y aceptó mi apuesta. Repartió las cartas y en ningún momento dejó de mirarme a los ojos. De nuevo no se descartó y esperó a que enseñara mi jugada. Mi mano era extraordinaria tenía un full de reyes. Carmen se rio estruendosamente. En ese momento dudé, mientras escuchaba carcajearse a Carmen. ¿Podría haber tenido un golpe de suerte y conseguido un póker, o una escalera de color?
Con aparente satisfacción Carmen enseñó sus cartas. No tenía absolutamente nada, ni siquiera una triste pareja, pero parecía satisfecha.
Con mis nuevas manos sostuve “El medallón de Zulu” y le pedí que lo tocara. Sin dudar un instante lo hizo. Inmediatamente mi cabeza se llenó de recuerdos. Recordé su primer regalo de cumpleaños. El día en que la llevaron a conocer la nieve, su primer beso con el capitán del equipo de futbol o como falsificó las notas en bachillerato para que su padre no la castigara.
Era todo lo que necesitaba para ser Carmen Sanz, para vivir su vida como si fuera ella y sin que nadie dudara de que yo soy la auténtica Carmen Sanz. Ahora sonreía yo. Mientras seguía obteniendo los recuerdos de la vida de Carmen. Entonces un escalofrío recorrió mi nuevo cuerpo.  Se me heló la sonrisa y miré desesperado a mi viejo cuerpo que me dijo: “Ahora lo sabes, tienes cáncer y solo te quedan 2 semanas de vida. Tan sólo vas a ser Carmen durante dos semanas. Yo. sin embargo, ahora soy vieja y hombre, pero sé que tengo un millón de euros y espero disfrutar de muchos años de vida gastándome tu dinero. Por cierto, ya no va a haber mas apuestas, no quiero arriesgar mi futuro”
Sabía que había perdido, que me habían engañado, que todo me lo había quitado la peor jugadora de póker de la ciudad y arrastrando los pies me marché a sufrir los dolores que me iba a causar el cáncer durante las dos semanas que aún me quedaban de vida.

 

2 comentarios:

  1. Woow Ganó perdiendo en serio me encantan Los jiros en tus historias 😀👿

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    Respuestas
    1. Gracias por el comentario, oswaldo.

      Siempre intento sorprender con las historias, unas veces lo consigo y otras no

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