Yo soy la nueva Cenicienta y tengo que aclarar que la
historia no es como la han contado.
Es cierto lo del hada madrina y lo del Gran Baile y la magia
que desaparecía a las 12 de la noche. Y que la antigua Cenicienta tuvo que irse
corriendo cuando llegó medianoche. También es verdad que durante la carrera perdió
un zapatito. Es cierto que el príncipe lo recogió, y aquí es donde comienza la
leyenda. El zapatito no era de cristal y tampoco era ridículamente
pequeño. Tan sólo era un zapato normal
pero que guardaba la magia de la cenicienta, su personalidad y su cuerpo.
El príncipe pensó que ese zapato era grande y encajaría en
el pie de casi todas las chicas del reino. Así que debía buscar otro medio para
encontrar a su princesa desaparecida. Reunió a todos los sabios y magos del
Reino y les pidió ayuda. Estos le dijeron que sólo una chica muy especial
podría llevar unos zapatos tan especiales como esos al Gran Baile, y que la doncella
que eligiera esos zapatitos entre muchos sería la princesa perdida.
Así que, el príncipe, revolvió el zapatito encantado con
otros muchos pares de zapatillas y fue de casa en casa pidiendo a todas las
doncellas del país que eligieran entre ellos. De esta forma, la muchacha que eligiera la
zapatilla perdida tendría que ser la princesa encantada. Durante muchas semanas, el príncipe fue de puerta en puerta pidiendo a todas las damas
del reino que eligieran un par. Pero ninguna escogió el zapatito encantado que
había perdido Cenicienta.
Hasta que llegó a mi casa. Llamó a la puerta y yo mismo le
abrí, me preguntó si en mi casa vivía alguna doncella o tan sólo vivía un viejo
verde como yo. Le dije que en mi casa vivía mi sobrina pero que no podía salir
porque estaba limpiando la ceniza de la chimenea. Me pidió que le enseñara Cenicienta
la colección de zapatos para comprobar si era capaz de elegir el zapatito
mágico. En cuanto vi todos los modelos reconocí los zapatitos que había
regalado a mi sobrina y que ella había calzado el Día del Gran Baile. Me acordé
que los había vestido para ir a la fiesta y que había vuelto descalza porque había
perdido una zapatilla.
Cuando me los entregó cerré la puerta de la chimenea donde Cenicienta
estaba limpiando la carbonilla, para que no pudiera salir y molestarme, me
encerré en su habitación y allí me probé el par que había sido de mi sobrina.
La habitación pareció girar, sonaron campanas y un gran resplandor mágico que
salía de los zapatitos hizo que me transformara en la más bella princesa del
Reino. Me había convertido en una copia más bella de mi sobrina, en la nueva
Cenicienta. El príncipe entró a mi habitación sonriendo y me besó en la boca
mientras decía que por fin me había encontrado, que se iba a casar conmigo y
que íbamos a ser felices y a comer perdices.
Ya nos marchábamos cuándo sonó el teléfono, lo descolgué y
era mi sobrina diciendo que el cuento no debía terminar así, que ella debía ser
la que se pusiera el zapatito y se convirtiera en Princesa. Que por favor me
quitara la zapatilla y se lo devolviera.
No lo pensé dos veces, colgué el teléfono y me fui del brazo
del Príncipe a mi nueva vida como la princesa más guapa del reino.
Esto es una mezcla de buena suerte y mala si yo fuera el príncipe me casaría con la copia y la original de seguro sería muy interesante ja ja 👿
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