El espectáculo más Hermoso

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Priemra cap de la serie.

Parece que hubieran pasado 100 años, pero aún recuerdo como pateaba Carmen cuando la colgué del techo. Sonreía con tanto amor que tuve que ponerle una cuerda de seda alrededor de su cuello, quería lo mejor para mi amada Carmencita.

La besé en la boca mientras apretaba el nudo a su cuello, su saliva sabía a menta y a sangre.

Se estremeció durante unos momentos y me miró como miran las enamoradas, quería decirme algo, pero no le llegaba el aliento a los labios.  Así que le abrí la boca y con las tenazas le arranqué la lengua con la que quiso decir que me amaba. La quería guardar en mi relicario junto a sus ojitos verdes. Cerré el relicario delicadamente y lo puse en el bolsillo de mi camisa, junto a mi corazón. Así estaría siempre a mi lado y cada vez que la tocara recordaría de como pateaba cuando se estiró la cuerda. De su preciosa cuerda de seda. Parecía una rosa ensangrentada envuelta en papel de regalo. SIMPLEMENTE MARAVILLOSA.

Un ruido fuerte, rotundo, maravilloso llenó la habitación. Sonó como el retumbar de un latigazo. Eran las cervicales de Carmencita que acababan de romperse. Su preciosa carita se volvió morada, amarronada y por fin lívida. Por un segundo llegó a tener todos los colores del arcoíris. Había tanta belleza, tanta perfección que sentí como me flaqueaban las piernas contemplándola.

Me senté en la silla, apoyé mi espalda contra el respaldo intentando no perder un instante de ese maravilloso espectáculo. Por segundos me pareció escuchar a los ángeles dando glorias al divino por tanta belleza.  La cuerda de la que colgaba Carmen sonaba como lo harían las cuerdas de 1000 violines perfectamente afinados. Estaba tan feliz que noté la erección que engordaba mis pantalones y por fin me hizo eyacular al ver su boquita babear de placer.

¿Podía existir mayor felicidad que esa?

Pues claro que se podía alcanzar una felicidad aún mayor. Por eso me levanté de la silla y me acerqué al cuerpo al cuerpo que colgaba de la cuerda.