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lunes, 25 de febrero de 2019

comunión




A Carlos no le había costado trabajo acostumbrarse a su nuevo cuerpo. Allí estaba apretándome contra la pared del baño mientras me besaba de forma salvaje con la boca, los labios y la lengua de Clara.. Notaba como sus manos corrían sobre mis piernas y mi culo con una maestría que nunca tuvo Clara.


Nunca me había sentido mas plena y mas satisfecha haciendo el amor a Clara. Aunque ya no era Clara, era Carlos quien controlaba ese maravilloso cuerpo que me hacía sentir cosas que nunca había sentido.

Apenas hacía una semana que descubrí que Carlos era transexual, que se pasaba las noches pidiendo a Dios que lo convirtiera en mujer. Yo no era Dios, pero hacía años que había robado el cuerpo de Emma con una “Costume Gun” y desde entonces había vivido al completo la vida de Clara. Vivía en su cuerpo, habitaba su casa, hacía su trabajo y me follaba a su amante, a Clara.  

Clara, era rubia, con grandes curvas y unas formas rotundas. Era realmente guapa y sexy pero nunca me gustó como me hacía el amor. Era predecible, poco sensible y se notaba que echaba de menos a la antigua Emma. No podía soportar que me dijera que antes era mejor, que no entendía que me había pasado, que le había pasado a Emma que ya no la hacía feliz.

Así que busqué a Carlos. Un transexual de más de sesenta años y al que se le iluminaron los ojos cuando le hablé la “Costume Gun” de usarla en Clara y de que él volvería a tener 30 años siendo Clara, que conseguiría ser una mujer tan guapa como Clara y que seríamos amantes lesbianas el resto de nuestra vida. Esa misma tarde Carlos disparó a Clara y la convirtió en algo parecido a un pellejo de goma que en pocos segundos estaba vistiendo. En el preciso instante en que Carlos dejó de existir para convertirse en Clara se acercó a mí, me dijo que nunca había sentido un deseo como el de su nuevo cuerpo hacia al mío y que me iba a hacer feliz. A partir de aquel día el sexo fue maravilloso. No había momentos perdidos, tan solo placer y necesidades carnales que se cumplían inmediatamente.
La nueva Clara comenzó a vivir en mi casa, aunque casi no hablaba, tan sólo me decía que me necesitaba, que estaba incompleta si no me tenía y a continuación follábamos como locas. Era maravilloso y fue todavía mas maravilloso cuando llegó esta mañana, me volvió a repetir que me necesitaba y que iba a cumplir nuestro sueño. Sacó del bolso la “Costume Gun” y me disparó entre las piernas. Noté un inmenso dolor y como mis huesos se convertía en un líquido repugnante que corría por mi espalda. A Clara no le importó, me sentó en el mueble de la cocina y me apretó contra la pared mientras me besaba. Mientras tanto, yo notaba como poco a poco su cuerpo se iba introduciendo dentro de mi piel. No podía luchar, simplemente me dejaba llevar. Disfrutaba de esos momentos de plenitud en que me hacía una con mi amante. Mezclándose con el placer más intenso y el dolor más insoportable, noté como mis piernas se cerraban alrededor de su cintura. Ya no las controlaba, era Clara quien lo hacía y no quería dejarme escapar porque si me perdería parte de su ser, ya no éramos dos, éramos tan solo una y ella controlaría mi cuerpo, mi vida y mi destino.





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