Layla era mi hermana, pero siempre me había despreciado.
Siempre me decía que los miembros masculinos de la familia
éramos incapaces de usar la magia Y que yo era un ser despreciable con un
potencial mágico muy básico que tan solo podía utilizar hechizos simples.
Que diga eso tu hermana es muy doloroso. pero lo que de verdad me hacía daño era la sensación de que todo era verdad, que yo era un estorbo para que Layla desarrollara los poderes latentes que habitaban en su cuerpo. Me dio un ultimátum, debía elegir entre abandonar la protección familiar o trabajar como su sirviente en la limpieza y cuidado de sus objetos mágicos, porque era el único trabajo para que el que estoy capacitado mágicamente.
Que diga eso tu hermana es muy doloroso. pero lo que de verdad me hacía daño era la sensación de que todo era verdad, que yo era un estorbo para que Layla desarrollara los poderes latentes que habitaban en su cuerpo. Me dio un ultimátum, debía elegir entre abandonar la protección familiar o trabajar como su sirviente en la limpieza y cuidado de sus objetos mágicos, porque era el único trabajo para que el que estoy capacitado mágicamente.
Y debo admitir que tenía razón.
Hace años que sospechaba que mi hermana no me quería cerca
de ella. Y yo deseaba que alcanzara los máximos niveles de la hechicería y que llegara
a ser la poderosa bruja que estaba destinada a ser. Durante meses me dediqué a
clasificar sus pócimas, a conseguir ingredientes e hierbas y a ordenar y
etiquetar sus grimorios y libros mágicos.
Un día de limpieza encontré escondido detrás de libros
enormes y voluminosos un pequeño cuaderno manuscrito que se titulaba: “Magia
para Brujas Novatas”. Era muy antiguo y aparentemente había pertenecido a mi
abuela, de la época en que comenzó a estudiar las artes oscuras y se convirtió
en la bruja más dotada del sector Oeste de la Región. Pensé en entregárselo a
Layla, pero después de tantos años la tinta estaba casi borrada, así que cumplí
con mi trabajo de sirviente y me dediqué a reescribir las palabras casi
borradas. Mientras retocaba el texto pude leer lo que mi abuela había escrito: “No
hay límites para el poder de la familia y siempre existe una forma de superar
las fronteras mágicas de todos los cuerpos. Si no tienes el poder para realizar
un hechizo, róbaselo a quien pueda hacerlo” Y apuntaba una serie de
ingredientes que permitían adueñarte del potencial mágico de otra persona. Era
una fórmula bastante complicada y con componentes casi mitológicos, pero todo
lo que necesitaba lo había etiquetado recientemente dentro de los frascos de mi
hermana.
No quería que Layla me volviera a humillar, que me
despreciara por mi nulidad como brujo. Por eso pensé en robarle sus poderes.
Preparé los ingredientes y los mesclé con el té de Luna y Estrellas que mi
hermana tomaba cada noche. No sospechó nada cuando lo bebió. Pero casi
inmediatamente giró la cabeza y me miró con odio, dejó caer la copa al suelo y
me preguntó: “¿Qué has hecho?”
Noté como mi corazón palpitaba con más velocidad, como mis
venas se hinchaban y mi cuerpo se iba llenando del poder y la energía que
escapaban del cuerpo de Layla. Nunca antes había sentido tanta confianza y
tanta fuerza. Layla intentó acercarse a mí. Me bastó un movimiento de mi mano
derecha para dejarla petrificada e inmóvil. Pero sentía mi corazón cada vez más
acelerado, me daba la sensación de que mi cuerpo iba a reventar, la tensión en
mis venas y en mis músculos era cada vez mayor, pareciera que el gran poder de
Layla me fuera a descuartizar. No podía controlar tanta energía.
“Te había dicho que solo las mujeres podemos controlar el
poder de la familia. Tu cuerpo de hombre no puede resistir tanto potencial. Si
no entregas inmediatamente los poderes a mi cuerpo vas a tener una muerte
dolorosa y terrible y cuando me los devuelvas yo misma te castigaré por toda la
eternidad” Me dijo sonriendo.
“Espero que sea verdad” Le respondí. Me quedaban pocos
segundos de vida. Había concentrado todos los poderes de Layla en mi cuerpo,
pero iba a estallar como un globo demasiado inflado.
Y entonces usé la magia de Layla para que mi cuerpo tuviera la
capacidad de controlar tanta energía y por eso cambié de cuerpo con Layla.
Estos maravillosos poderes femeninos no pueden existir en forma masculina, así
que retornaron a su cuerpo de origen arrastrando mi alma con ellos porque ya era
su nuevo dueño.
Cuando el intercambio finalizó Layla se quedó dentro de mi
cuerpo de hombre. Mientras tanto yo noté el roce del pelo de Layla en mi
espalda, sus tetas en mi pecho y sentí el control de mi nuevo sexo sobre la
magia. Sabía que era capaz de despedazar el cuerpo de mi hermano con solo
desearlo. Me senté en una banca junto a la estantería y repasé el cuaderno de “Magia
para brujas novatas”. Ya no lo necesitaba, ahora era una bruja experimentada y
poderosa, así que lo guardé con un hechizo de protección para que nadie pudiera
leerlo de nuevo.
Permití que Layla se moviera de nuevo y le dije: “Los
hombres de la familia sois incapaces de controlar la magia, tendrás mi
protección si juras que serás mi sirviente y me ayudarás en el arte de la
magia”
Vi como Layla, en mi cuerpo lloraba, pero asentía a mis
peticiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Te ha pasado que quieres decir algo pero las palabras no son suficientes? Ahora puedes colocar imágenes o vídeos en comentarios, con los siguientes códigos:
[img]URL de la imagen[/img]
[video]URL del video[/video]