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La idea era tan simple que parecía imposible que nunca se
hubiera llevado a cabo.
Todas las células epiteliales del cuerpo humano se renuevan
por completo cada 28 días. Parecía fácil utilizar virus portadores de ADN
humano para inyectarlo en las nuevas células y conseguir el color de piel deseado
y que siempre estuviera joven y tersa
El éxito fue maravilloso, a mis 62 años tenía una piel que
aparentaba 18.
Pero ese éxito me causó aún más frustración porque mi
aspecto físico continuaba siendo horroroso. Así que decidí actuar en el ADN de
mis huesos para cambiar su estructura. Recuerdo que durante meses busqué muestras
óseas de las mujeres más bellas del Planeta. Hasta que conseguí restos de una
operación nasal de Carmen Sanz. Inmediatamente las inyecté en los virus
portadores aplicando un programa de aceleración dirigida y así conseguí un
físico idéntico al de Carmen Sanz cuando tenía 17 años. Piel joven sobre huesos
sanos y fuertes.