Carlos empujó el baúl y me ayudó a abrirlo. Dentro de él se
escuchaban quejidos y algo que se agitaba frenéticamente.
Mientras abría la tapa sonreí satisfecho porque sabía lo que
era
Era el mejor regalo que un amante podría recibir de su amada.
Su cuerpo y su vida encerrado en un solo paquete, en una
caja de madera y dispuesta para ser usada. Carmen, sin duda me amaba y yo
también la amaba.